Liga BBVA
Las claves del clásico
El Barcelona imponía su superioridad en el centro del campo y aplastaba al Madrid
1
Abandono del centro del campo
Rafa Benítez renunció a Casemiro y apostó por la BBC con Modric y Kroos en el centro. «Ancelottizó» el equipo. Nadie le podrá acusar de no ser ofensivo. Frente a eso, el Barcelona, sin Messi, ocupó el campo con Busquets, Rakitic e Iniesta. El centro del campo fue culé desde el primer minuto. El Madrid sufrió entre líneas: donde estaba Casemiro.
2
Memoria frente a improvisación
Busquets, Iniesta y Sergi Roberto dieron una exhibición de fútbol. Ocupaban puestos con una sabiduría de décadas. El juego azulgrana era equilibrado, sistemático y los jugadores volvían a sus zonas como siguiendo una costumbre. Mientras, el Madrid sólo consistía en arrancadas de James y su brevísimo entendimiento con Benzema.
3
La genialidad de Andrés Iniesta
El albaceteño hizo lo que quiso y tan grande fue su recital, tan incontestable, que parte del Bernabéu, como en aquella noche de Ronaldinho, acabó aplaudiendo. Fue la estrella y el mejor jugador del partido porque además de hacerlo todo bien (todo conveniente y acompasado) lo hizo hermoso, disfrutable. Su fútbol fue total, pero, en particular, conectó con Neymar, rompiendo al Madrid por esa banda
4
Pasividad e impotencia
En el Madrid se llegó a apreciar un estado de languidez, de equipo rendido. El gol de Iniesta llegó tras una jugada de absoluta contemplación por parte de los madridistas. Hubo jugadores que no estuvieron y algunos que dejaron de estar a medida que el partido se convertía en un monólogo rival. La sensación: de absoluta incomunicación con Benítez.
5
El Madrid es un equipo sin liderazgo
Vacilante Benítez en su idea de equipo, y más allá de la gestualidad de Ramos, en el Madrid no hay ni patrón de juego ni personalidades que resuelvan estados de ansiedad. Cristiano recibió algún silbido y tuvo poco impacto en el juego. Modric y Kroos son tímidos. Y Benzema falló lo poco que se le ofreció al remate.
6
Cisma y nerviosismo ambiental
Benítez se «ancelottizó», los jugadores, tras esa traición, no dieron sensación de comunión ni de seguir la idea del técnico. A esa desconexión se unieron sucesivas: sectores del público gritaron contra el entrenador, fugazmente contra Ronaldo y al final hasta contra el presidente. La pañolada, ese elemento antiguo del fútbol, resumió la sensación general de protesta y desconcierto.