Europa League | Cuartos, vuelta

El Barcelona muere humillado y abandonado

Los de Xavi maquillan su despropósito en la prolongación y se despiden de la Liga Europa ante un buen Eintracht

Invasión blanca en el Camp Nou

Salvador Sostres

Crónica

Xavi había pedido el máximo apoyo a su afición, pero los alemanes se nos metieron en casa. Sin la excusa del césped y con el Madrid en semifinales de la Champions, el Camp Nou registró un ambiente claramente visitante, y el ‘més que un club’ fue menos que una afición. Eric García cometió un penalti tontísimo en el minuto dos que el Eintracht no desaprovechó. Unos socios que votaron a Rosell y a Bartomeu, y que dejan a los alemanes ser mayoría en su propia casa, merecen que el club se privatice y que nunca más puedan tomar una decisión. El victimismo mezclado con arrogancia de toda la semana –con el césped, el estilo, ‘el club más difícil del mundo’ y la carraca de la supuesta rabia contra Guardiola– había atontado al equipo, que salió incierto, superado, muy quejica con el árbitro, y tardó un cuarto de hora en ingresar en el partido. Poco a poco fue encerrando al rival en su campo, en su área, pero sin claridad para encontrar espacios entre líneas. Dominio poco fértil, poco interesante, retórico como esa superioridad moral de decir que somos los mejores cuando estamos en el torneo de los segundones. La noche explicaba lo que es el Barça y Cataluña: Europa League –qué vergüenza–, empate raquítico en la ida con unos alemanes de tres al cuarto, afición visitante más notoria que la propia y encima el arrojo de dar lecciones. De fútbol, de historia y de cualquier cosa. Varios socios abandonaron el estadio molestos con el comportamiento de algunos aficionados alemanes, que bebían y fumaban en la grada. Demasiado orgullo para tan poca dignidad. El Barça, como su afición, se fue también marchando del partido y el Eintracht con paciencia y la potencia del disparo de Borré marcó el segundo y castigó merecidamente la pobre impresión que el barcelonismo en su conjunto estaba dando. Si los alemanes no se fueron al descanso con más ventaja es porque en realidad son bastante malos.

En el ‘más que un club’, 30.000 socios han renunciado esta temporada a la renovación de su abono; y de las 35.000 entradas que el Barça puso a la venta, la mayoría se las quedaron los alemanes. Yo no sé cómo luego se puede presumir de valores, de estilo, de historia, de ser un club exigente. Yo no sé como todavía queda alguien en el Barça que se atreva a compararse con el Madrid sin morirse de la pena. Lo que se vio en el Camp Nou fue el retrato de una afición mediocre, mezquina, dejada. De una afición y de una ciudadanía. Esto no es ser exigente, sino todo lo contrario. Esto no es una afición que merezca ningún respeto, ni mucho menos ser la propietaria de un club y de un equipo cuyos gastos no paga y al que abandona cuando van mal dadas. El equipo hizo una pésima primera parte, muy naíf, poco inteligente. Xavi se quejaba en la banda. No he visto nunca que a nadie que se queje le vaya bien. Otra escenificación de la derrota. Quedaba toda una segunda parte y los alemanes no eran tan infranqueables y este equipo había demostrado que sabía remontar. Las malas noticias no se limitaron al resultado y Pedri , que es la estrella indiscutible de este equipo, tuvo que ser sustituido, lesionado, por Frenkie De Jong. La segunda parte empezó con Aubameyang fallando un gol cantado.

La supuesta grada de animación local se retiró 10 minutos para protestar por la gran presencia de aficionados alemanes, en un ejercicio de cursilería y de impotencia muy a juego con la noche. Indiferente a tanta comedia, la fiesta de la afición alemana continuaba. El Barça intentaba hacer algo más pero se precipitaba en ataque y concedía en defensa. Muy incómodo el equipo, como si se le hubiera olvidado jugar al fútbol, como si la era Xavi que pareció empezar en el Bernabéu se hubiera quedado en espejismo. El Eintracht no era el mismo de la primera parte, pero sus contras eran letales y si en el 56 no marcó fue de milagro. Xavi buscó la reacción con dos cambios: Aubameyang y Mingueza fueron sustituidos por Adama y Dest. No parecía como que tuviera que ser el tipo de revolución que el equipo necesitaba y no se detectaba en el ambiente ningún espíritu de mejora. El Barça no hallaba el hilo ni la continuidad y el tiempo pasaba sin esperanza, tristemente. Y el fantasma de las las grandes debacles europeas volvió a encarnarse en el Camp Nou, con el agravante de ser la Europa League. Por si quedaba alguna duda de lo que este equipo es y de lo que esta afición merece, Kostic en el 66 marcó el tercero. Busquets y Memphis, de penalti, anotaron ya en la total irrelevancia.

Yo podría intentar hacer ver que no creí ni escribí encendidas crónicas sobre lo prometedora que parecía la era Xavi, pero me parecería de un gran descaro por mi parte. Fui un pedante y un idiota. Lo de este partido no fue sólo un resultado: fue un espejo, una constatación, una sentencia. Accidentes en la vida hay muchos, pero que te humillen en el torneo de la galleta, y con tu cobarde afición que te abandona en el partido más importante de la temporada, es indicativo de mucho más que de una velada desafortunada. El Barça volvió anoche al agujero, cautivo y desarmado.

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