Salvador Sostres
El Barça blanco
Este Barça roza la perfección porque ha sabido aparcar el narcisismo, el esteticismo, el victimismo, las debilidades
El Barça con Luis Enrique ha cambiado sus defectos por las virtudes del Madrid y se ha apoderado de la mitad que le faltaba para cerrar el círculo. Es cierto que Neymar. Es cierto que Luis Suárez. Es cierto que Messi. Pero este Barça roza la perfección porque ha sabido aparcar el narsicismo, el esteticismo, el victimismo, las debilidades del carácter de Guardiola que llegaron a colapsar su maravilloso fútbol.
El Barça ha unido su juego prodigioso con la esencia madridista de ganarlo todo aunque sea de rebote y en el último minuto; y a la belleza de su sistema le ha añadido la dureza de fondo, la hombría que es la principal característica de su rival, al que nunca puedes dar por muerto hasta el último segundo.
Con Luis Enrique el Barcelona se ha despojado de espejos y ha optimizado cada uno de sus recursos, se ha desudado de formas vanas para que solo permanezca el nervio, el relámpago que nos sacude hasta que brota el gemido.
Los escépticos con el asturiano ponen en cuestión su mérito porque tiene los mejores mimbres. Es un argumento perfectamente válido, pero compatible con decir que, al margen de lo que sabría hacer si no tuviera al tridente, a Busquets o a Iniesta, lo cierto es que ahora que los tiene sabe infundirles el más exigente nivel competitivo, y obtener lo mejor de ellos justo cuando lo necesita.
El clásico de mañana no será exactamente un Barça-Madrid, porque el Barça se ha apoderado de parte del alma blanca y en algún momento los de Zidane se verán jugando también contra sí mismos. Puede ocurrir cualquier cosa, como siempre en choques de esta naturaleza, y más con un Barcelona que corre el riesgo de acordarse más de Cruyff que de concentrarse en el partido, sobre todo dada su relativa intrascendencia por la gran diferencia que existe entre ambos en la Liga.
Pero en cualquier caso el Barça tiene hoy lo mejor de Cruyff, de Guardiola y del Madrid, que tal vez sean las tres aportaciones más interesantes que el fútbol moderno haya conocido; y aunque el personaje dé rabia, y sea bronco, y pierda poco tiempo en complacer la vanidad de los periodistas, hay que reconocer que quien encarna el resumen de estas virtudes es Luis Enrique, mitad Barça y mitad Madrid, mitad Cruyff y mitad el carácter que distingue a los campeones por encima de los que creen que tenían la razón moral y que merecían ellos el triunfo.