Segunda

La afición del Mallorca, entre la indignación y la melancolía

Los dos últimos partidos, sellados con un empate y una derrota, acercan aún un poco más al equipo a Segunda B

Un momento del encuentro entre Real Zaragoza y Mallorca LaLiga
Josep María Aguiló

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Una de las señas de identidad de los seguidores del Real Mallorca ha sido siempre su carácter esencialmente tranquilo. Su afición ha solido ser normalmente bastante comedida, incluso a la hora de acudir al campo, tanto en los buenos momentos —que los hubo— como en los periodos menos buenos. A veces, a los socios del Mallorca se les ha achacado una cierta indolencia y frialdad , pero quizás sería más justo hablar de mesura y de templanza. Ambas virtudes no te hacen perder la cabeza cuando las cosas van bien y consiguen que puedas mantenerla en su sitio cuando ocurre justo lo contrario.

Sin embargo, incluso para una afición así todo tiene también un límite. En ese sentido, la pésima trayectoria del Mallorca a lo largo de esta temporada ha acabado haciendo finalmente mella en el ánimo de sus seguidores , que ahora parecen moverse sólo entre la indignación y la melancolía. La indignación se vivió hace dos semanas, tras el empate a cero en Son Moix —Iberostar Estadio— contra el Nàstic, mientras que la melancolía hizo su aparición este domingo, tras la derrota por uno a cero ante el Zaragoza en La Romareda. Después de ambos resultados, el Mallorca es de momento, junto con el Mirandés, el colista de la Liga 1/2/3, con 32 puntos, a seis de la permanencia.

Este Real Mallorca que ahora mismo está a las puertas de Segunda B es, aunque parezca mentira, el mismo que entre 1997 y 2013 permaneció de manera ininterrumpida en la élite del fútbol español. A lo largo de esas 16 temporadas, el conjunto isleño consiguió, entre otros hitos, la disputa de una final de la Recopa de Europa, dos participaciones en la Champions League y una Copa del Rey. Jugadores como Carlos Roa, Miguel Ángel Nadal, Ariel Ibagaza, Jovan Stankovic, Juan Arango o Samuel Eto'o, o entrenadores como Héctor Cúper, Luis Aragonés o Gregorio Manzano formarán ya para siempre parte de la mejor época del club.

Tras su descenso a Segunda hace cuatro años, el Mallorca ha estado a menudo mucho más cerca de bajar otro peldaño que de regresar de nuevo a la División de Honor. Así, en las tres pasadas temporadas el equipo no llegó a situarse en ningún momento entre los dos primeros de la clasificación ni tampoco, como mínimo, en una de las cuatro plazas que dan opción a jugar el play off de ascenso. En cambio, fue habitual verle ocupando las últimas plazas, incluso como colista. El año pasado, en el que el Mallorca celebraba su centenario, el equipo salvó la categoría en el último partido , al ganar a domicilio al Valladolid por uno a tres.

El equipo empezó la actual temporada con el mismo entrenador con el que acabó la pasada, Fernando Vázquez . Tras un inicio y un primer tramo del campeonato más bien irregular, Vázquez fue cesado en diciembre, después de haberse disputado 17 jornadas. Con el técnico gallego en el banquillo, el Mallorca logró cuatro victorias, siete empates y seis derrotas, obteniendo un total de 19 puntos sobre 51 posibles. De haber seguido con esa media, el Mallorca se encontraría en estos instantes fuera de los puestos de descenso.

El sustituto de Vázquez fue Javier Olaizola , que estaba entrenando al Mallorca B en aquel momento. La trayectoria del equipo bermellón no sólo no mejoró, sino que entró en una dinámica descendente que le ha llevado al lugar en el que se encuentra ahora. Olaizola fue destituido hace apenas dos semanas, tras 15 jornadas en el banquillo, con un balance realmente desolador. Dos victorias, seis empates y siete derrotas. O lo que es lo mismo, sólo 12 puntos sobre un total de 45 posibles.

Unos días antes de su cese, Olaizola se había encarado en el exterior de Son Moix con varios aficionados, después de que éstos hubieran estado recriminando previamente a los dos capitanes del equipo, el central Héctor Yuste y el portero Jesús Cabrero , la mala situación deportiva del club. Los momentos de tensión vividos entonces parecían presagiar, de algún modo, que habría nuevos incidentes, como los que al final se produjeron tristemente tras el partido contra el Nàstic. Hace dos semanas, varias decenas de aficionados insultaron o gritaron al actual presidente, Monti Galmés, a algunos jugadores y al consejero delegado del club, Maheta Molango.

Fue precisamente contra el Nàstic cuando debutó Sergi Barjuán como nuevo entrenador. Barjuán tiene ante sí el reto de intentar un prodigio, el de la permanencia, un milagro en el que ya casi nadie parece creer, sobre todo después de la deplorable imagen ofrecida este domingo ante el Zaragoza . Para poder mantener la categoría, el Mallorca necesitaría ganar como mínimo seis de los ocho partidos que quedan para que concluya la temporada. Hasta ahora, a lo largo de las 34 jornadas ya disputadas, las victorias conseguidas en total por los isleños han sido precisamente sólo seis. Podrían haber sido algunas más, porque tanto con Vázquez como con Olaizola se jugó bien a ráfagas, pero faltó algo de suerte en algunos momentos decisivos.

Todavía cuesta un poco aceptar que finalmente se haya podido llegar a esta tesitura casi límite. Y más teniendo en cuenta que hace apenas 15 meses parecía que el Mallorca podría volver a vivir muy pronto nuevos días de vino y rosas, gracias a la llegada al club del empresario norteamericano Robert Sarver . Con una aportación de 20,6 millones de euros, Sarver pasó a ser el accionista mayoritario del club. El nuevo propietario dijo entonces que su objetivo era conseguir que el club regresase a Primera División lo antes posible y que recuperase además su pasada «época de gloria».

Sin embargo, la errática política de fichajes y de salidas de las dos últimas temporadas, la gestión más que discutible de Molango y el bajo rendimiento de algunos futbolistas que debían ser claves, como Culio o Lekic, han acabado conduciendo al equipo a la crítica situación actual. A ello habría que añadir, centrándonos ya sólo en los últimos meses, la recurrente falta de intensidad de algunos jugadores, una evidente flaqueza defensiva y una falta casi absoluta de mordiente en ataque.

Todas esas circunstancias están a punto de suponer el descenso del Mallorca a Segunda B , una categoría en la que había estado por última vez hace ya casi cuatro décadas, en la temporada 1980-81. No es de extrañar, por ello, que hace dos semanas aparecieran en las paredes de Son Moix algunas pintadas muy críticas, con frases como «101 años no merecen estos jugadores» o «S.O.S. Real Club Deportivo Mallorca». Por desgracia, la desesperada llamada de socorro y de auxilio hecha por la afición, seguramente llegue ya, quizás, un poco demasiado tarde.

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