10 años como campeones del mundo

10.000 kilómetros en Vespa para ver a la selección

Nacho Medina vivió la aventura de su vida tras lanzar una apuesta al entonces valencianista Juan Mata

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¿Qué lleva a un profesor de Educación Física a cruzar África de norte a sur montado en una Vespa a 80 kilómetros por hora? El origen dirige a una apuesta que resultó ser solo una excusa. En el fondo está la pasión compartida de Nacho Medina por los viajes y por el fútbol. Este valenciano, que tenía entonces 35 años, vio en el Mundial de Sudáfrica la ocasión perfecta para cumplir de golpe dos de sus sueños. Por su profesión conocía a varios jugadores del Valencia, y fue a Juan Mata a quien le lanzó el órdago. Con Carlos Marchena de testigo. «Si me das entradas para los partidos del Mundial, me cruzo África en moto para veros».

La idea de ir en Vespa vino después. Tan poco convencido estaba de lograr su aventura, unos 10.000 kilómetros, que decidió viajar en un vehículo que, llegado el caso, no le costara dejar abandonado en mitad de la nada. «Pensaba que no iba a llegar ni a Kenia», admite entre risas.

Nacho planificó su viaje con mimo. Lo tenía ideado desde hace años. Eligió una antigua ruta colonial que le haría pasar por un total de ocho países. La moto la envió por barco a Alejandría, en Egipto, desde donde comenzó el viaje. «Fueron tantas las sensaciones, los paisajes y las vivencias, que me resulta imposible quedarme con algo concreto. Pero creo que lo más maravilloso que tiene África es su gente», cuenta ABC.

Nacho viajó ligero de equipaje. Apenas dos mudas, unas camisetas y cuatro enseres básicos de higiene ocupaban su mochila. Además, cargaba en la moto un bidón con 5 litros de gasolina por precaución, aunque asegura que no es tan difícil repostar como la gente se podría imaginar. «Que nadie espere que en los poblados haya surtidores como en Europa, pero al final se las ingenian para tener su combustible».

Frío y chinches

Cruzar África en Vespa resultó una odisea, no podía ser de otro modo. Problemas estomacales, parones obligados por los dolores en la muñeca y la rabadilla, noches acompañado de piojos y chinches... Mil y un avatares que no le impidieron llegar a Potchefstroom , el lugar de concentración de la selección, el día antes del debut ante Suiza. «Cuando me vieron los jugadores no daban crédito». Allí le sorprendió el frío. «No lo he pasado peor en mi vida. Me compré hasta un calefactor para las noches». Y siguió viajando para estar en cada uno de los duelos de España... hasta que el dinero se acabó.

Porque Nacho, al contrario que la selección, no llegó hasta la final. Él cayó en octavos, justo tras superar a Portugal . Acudir al partido de cuartos ante Paraguay le exigía de un esfuerzo económico y vital del que ya no era capaz. A la vuelta, tardó dos años en vender la Vespa. Aún se ríe al recordar al comprador preguntando: «La moto aguanta, ¿no?».

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