Liga BBVA
El Barça derriba el muro del Málaga
El equipo andaluz únicamente se defiende contra un anfitrión laborioso que sufrió para encontrar el gol
¿Qué sentido tiene para el fútbol mundial que exista el Málaga? ¿Por qué Barcelona y Madrid tienen que perder el tiempo y el dinero jugando contra equipos menores, que no hacen ninguna aportación ni al deporte ni al espectáculo, y cuya mayor aportación es destruir el fútbol de su adversario y su gran mérito no dejarse meter un gol? El Málaga y otros tantos equipos de esta muy generosamente llamada Primera división tienen sentido para sus respetables aficionados, y para torneos locales, y hasta regionales, pero Barcelona, Madrid, Juventus, Bayern de Múnich, Chelsea o Manchester United tendrían que jugar entre ellos en una Liga Europea y que cada fin de semana tuviéramos derecho a un espectáculo digno de la calidad de estos equipos, y de su clase. Las ligas nacionales son un atraso, y si no hay que mezclar fútbol y política podríamos empezar erradicando este lamentable tic atávico. Que un hombre como yo de 40 años, en pleno siglo XXI, tenga que llegar tarde a una cena de sábado porque el Barça juega nada menos que contra el Málaga crea un contexto de paletada absolutamente intolerable.
Eso pensaron tantos socios del club que dejaron las gradas con visibles vacíos. El partido empezó con un Barça ambicioso y el Málaga encerrándose en el último tercio del campo, saliendo sólo para presionar arriba cuando el Barcelona intentaba salir con la pelota jugada. Se puede jugar peor a fútbol, pero no más miserable .
Finuras varias de Messi y de Suárez que dieron como fruto un gol de Suárez de un bello cabezazo, aunque bien anulado por el árbitro por falta del uruguayo en el salto. Iniesta también nos recordaba por qué hacemos bien en llamarle don Andrés.
En el minuto ocho, el partido era una cena en el Bulli con Ferran Adrià sirviendo sus genialidades a un cliente declarado en huelga de hambre. Pero como siempre que uno de los dos no propone nada interesante, el encuentro cayó en el aburrimiento, hasta que un buen disparo de Juankar desde su casa, tras un error defensivo de Busquets, casi sorprende a Bravo. El Barça, más lento e impreciso. Los andaluces lo intentaban al contraataque. Había dejado de llover para el Málaga.
Mascherano estrelló en el minuto 25 un soberbio cabezazo en el travesaño. La réplica fue una patética jugada ofensiva de los de Javi García, que daba para preguntarse si sus jugadores realmente comprendían que el principal propósito de lo que entendemos por fútbol es el gol.
Partido caliente
Tissone agredió sin castigo a Busquets en una falta injustificada y tribal que remitía, más que al fútbol, a la brutalidad de algunos festejos rurales. Iniesta brillaba con sus asistencias memorables pero que nadie transformaba. Neymar y el público reclamaron penalti por mano, clara, muy parecida a la de Piqué del año pasado en el Bernabeu , pero que en esta ocasión el árbitro no concedió, lo mismo que en la jugada siguiente, en la que Angeleri derribó a Luis Suárez. Se calentaba un partido que poco a poco se le iba escapando al colegiado Jaime Latre.
La segunda parte empezó igual que la primera había terminado. Acentos de luz de Iniesta sobre la general vulgaridad. Neymar y Messi tejieron algo bello pero sin resultado. Amrabat se fue y salió Charles.
Nuestro runner Luis Enrique continuaba siendo una llamada perdida, como cada vez que su equipo, necesitado, le llama. Estos chicos que corren tanto, a la hora de pensar, siempre están cansados. Rafinha entró por Rakitic. Tissone continuaba con el machete entre los dientes. El Barça presionaba y el Málaga parecía cansado. Kameni sobresalía con imponentes paradas . Por fin Vermaelen, aprovechando un rechace, rompió de un duro disparo la telaraña del Málaga. Messi, en lugar de picarse con Kameni e intentar marcarle, leyó el partido como si fuera Xavi y lideró el cambio de velocidad del Barça.
El Barça salvó los tres puntos contra un muro tan absurdo como el de Berlín, sobre todo por lo que pasaba al otro lado, y yo llegué por los pelos al aperitivo de un menú fantástico. El mundo libre merece otra clase de espectáculos.