el escándalo de la fifa

«Teníamos que perder sí o sí»

Camacho y Cañizares explican en ABC el amaño del Corea del Sur-España, en el que todo se les arbitró en contra. «Blatter no fue a ningún partido de Corea»

«Teníamos que perder sí o sí» Archivo

tomás gonzález-martín

El tiempo pone a cada uno en su sitio. Catorce años después del Mundial 2002, celebrado en Japón y Corea del Sur, las investigaciones de corrupción en la FIFA han acabado con siete detenidos en la cárcel y desvelan que los partidos de la selección surcoreana frente a Italia y España, en octavos y cuartos de final, estaban amañados . El equipo asiático eliminó primero a los italianos, con dos goles anulados a la escuadra «azzurra» y la expulsión de Totti. Cuatro días más tarde, España sufrió un atropello similar. El colegiado egipcio Al-Ghandour fue el hombre elegido por la FIFA para atreverse a la tropelía. «Nos anuló dos golazos, nos señaló dos fueras de juego inexistentes que evitaron otros dos goles claros y cuando llegamos a la prórroga nos dijo que no podíamos reunirnos para dialogar, que había que jugarla ya, mientras a los coreanos les permitía hablar juntos», destaca José Antonio Camacho, el seleccionador español de aquel Mundial. «Se veía todo muy claro».

Santiago Cañizares, vivió aquel campeonato de una manera insospechada. Iba a ser el guardameta titular de España y un frasco de colonia le seccionó un tendón del pie derecho en la concentración. No pudo disputar el torneo y dejó vía libre a la carrera meteórica de Casillas, pero acompañó al equipo nacional en todo el Mundial. Su relato es profundo. Todavía no puede creer lo que se temía: «Nunca he desconfiado de nadie en el fútbol. Quizás sea un ingenuo. Aquel día pensé que eran errores arbitrales graves, como sucede tantas veces».

El seleccionador español del Mundial 2002 comparte las opiniones de jugadores como Hierro, Morientes, Helguera, que mostraron su indignación ante la cara risueña de Al-Ghandour, cuya sonrisa era una provocación: «Aquel partido lo teníamos que perder si o sí, estaba claro».

Camacho destaca que el colegiado se justificó en los graves errores de los linieres para anular el tanto de Morientes, tras un pase correcto de Joaquín desde la línea de fondo, y para cortar las dos incursiones de gol que no eran fuera de juego: Decía que él pitó lo que sus jueces de línea le indicaban. Después sí te comentaba que teníamos razón al quejarnos de unos linieres que no estaban preparados para arbitrar a este nivel. Pero el resultado es que tú quedabas eliminado y el anfitrión llegaba a semifinales».

«Fallos graves e históricos». Con el poso del tiempo, el exseleccionador y Cañizares observan que aquellos graves sucesos se han transformado en un escándalo aún más importante de lo calculado. La detención de Jack Warner, expresidente de la FIFA, que designó a los árbitros de aquellos dos encuentros, pone la polémica en la diana de la corrupción de la FIFA. «Espero que se investigue todo y se aclare todo», ensalza Santi Cañizares.

«Fueron todos ellos unos errores de los más graves de la historia del fútbol», advierte Camacho. «Hay un dato que lo dice todo», subraya Camacho. «Joseph Blatter no acudió a presenciar ningún partido de Corea del Sur en aquel Mundial. Es sintomático». El entrenador deja entrever que el presidente de la FIFA, sabedor de lo que sucedería, no quiso estar presente en la grada de esos partidos para que ni españoles ni italianos se pudieran dirigir a él ni señalarle con el dedo.

Ahora, Blatter ha vuelto a ser reelegido. «Esto sigue igual», indica el exseleccionador. «Todo está controlado desde dentro». Pide un cambio: «Hay que limpiar el fútbol». Y encuentra un consuelo: «Menos mal que el fútbol hizo justicia a España cuando ganamos el Mundial ocho años después».

Al-Ghandour se retiró al instante y pasó a ejercer de ¡abogado!  Jack Warner, expresidente de la FIFA, encarcelado por corrupción, elegía los árbitros de cámara. Al-Ghandour se retiró del arbitraje internacional después de clasificar a Corea del Sur. Ahora se dedica a exigir ¡justicia! como abogado. Afirma que aquel día hizo «el partido de su vida». Quizá tenga razón desde el punto de vista económico. Warner designó para el Corea del Sur-Italia al ecuatoriano Byron Moreno. Se cebó contra Italia. Tres meses después, en septiembre de 2002, fue suspendido en la Liga de su país con veinte partidos por corrupción. Y en 2010 fue detenido en Nueva York con seis kilos de heroína.

«Teníamos que perder sí o sí»

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