Cuatro años de cárcel para Chris Zebroski, otro chico malo del fútbol inglés

El ambiente del pasado sábado en el estadio Rodney Parade era muy diferente al de otras tardes en las que el Newport juega ante su animoso público. Los aficionados asistían al primer partido después del despido de Chris Zebroski y, pese a que el equipo intenta dar el salto a la Ligue One (Segunda B en España), había pocas ganas de cánticos entre los hinchas. Unos días antes, el club había despedido fulminantemente al delantero después de ser condenado por un juez a cuatro años y cuatro meses de prisión por un robo con violencia, y el recuerdo del jugador estaba muy presente en las gradas. Pese a que ya no figura en la plantilla, el máximo goleador de la temporada acaparaba los comentarios antes, durante y después de un duelo en el que sus compañeros también le echaban de menos. El conjunto de esta ciudad del sureste de Gales terminaba perdiendo ante el Redbridge (2-3) y se alejaba del ascenso.

A sus 28 años, Zebroski tiene difícil volver a jugar al fútbol después de declararse culpable de los cargos de asalto e intento de robo durante un juicio en el que salían a relucir sus problemas con el alcohol. No era la primera vez que el delantero se veía envuelto en un lío y los antecedentes jugaron en su contra a la hora de escuchar la sentencia: cuatro años y cuatro meses de cárcel.

Exjugador del Plymouth Argyle, Millwall, Bristol Rovers y Cheltenham Town, entre otros equipos, Zebroski se formó en las categorías inferiores del Swindon, la ciudad en la que encontraba su primer problema con la Justicia. En diciembre de 2014, el futbolista chocaba con su coche contra un taxi, accidente que desencadenaba su ira. Primero perseguía a un taxista que había grabado el incidente, le alcanzaba y le destrozaba el teléfono móvil. A continuación, la emprendía a golpes con el conductor del vehículo con el que había colisionado. Un grave incidente que no le apartaba de los terrenos de juego porque era puesto en libertad bajo fianza.

Pero Zebroski, que había fichado por el Newport en 2013, no aprendía la lección. En libertad condicional por su incidente con los dos taxistas, el delantero se excedía con la bebida en una fiesta, también en la ciudad de Swindon como escenario, que terminaba de la peor de las maneras. A la salida atacaba y trataba de robar a dos hombres y terminaba en comisaría.

En el juicio era declarado culpable y condenado a cuatro años y cuatro meses de prisión. La reacción de su club fue rápida y contundente. Despedía al jugador de inmediato y el pasado sábado el Newport perdía sin él ya en el campo.

La afición y los compañeros echaron de menos al goleador. El capitán, Andy Sandell, se mostraba especialmente afectado. «Ha sido una sorpresa enorme, es mi mejor amigo en el equipo», afirmaba el jugador. Un amistad que, por sus palabras, no se romperá con la separación: «Va estar en la cárcel un mínimo de dos años, pero le voy a visitar cada semana porque sigue siendo mi amigo».