fútbol inglés

Inglaterra se cansa del «mourinhismo»

Críticas al técnico por caldear el partido que ha apeado al Chelsea de la Champions

Inglaterra se cansa del «mourinhismo» reuters

luis ventoso

Seguramente no existe otro entrenador en activo con el impresionante palmarés de José Mario dos Santos Mourinho Félix, portugués de 52 años, casado desde hace 28 años con su primera y única esposa, Tami, padre de José Mario y Matilde, vecino del exclusivo barrio de Belgravia, tomado ahora por los plutócratas árabes. Mourihno -¿el mejor entrenador del mundo?- , el «boss» del Chelsea desde el verano del 2013.

Entre 2004 y 2014 ganó sendos títulos de la Champions con el Oporto y el Inter de Milán y disputó ocho semifinales. El problema es que esos laureles empiezan a ponerse de color sepia; material de archivo. Su última Champions League data de hace cinco años y esta temporada tampoco la conquistará. Un cabezazo de Thiago Silva, en el minuto 114 de la prórroga de los octavos de final contra el París St. Germain, dejó lívido a Stamford Bridge hace dos días. Tras haber desguazado al Atlético con los onerosos fichajes de Costa, Courtois y Felipe Luis, tras traer del Barça al discutido Fabregas y repescar a Matic, la escuadra del Londres chic, el equipazo del magnate Abramóvich, ya está fuera de Europa. Las miradas, ceñudas, enfocan ahora a Mourinho, al que la crítica inglesa va calando.

Ya no es un paraíso

El estratega portugués suele decir que Inglaterra es «un paraíso para los entrenadores». Mou -en Londres nadie le llama así- explica que «aquí la pasión por el fútbol dura lo que duran los 90 minutos y después todo se queda en calma». Es cierto. El debate es más sereno que en España y menos omnipresente, no se sitúa en el epicentro de los comentarios mediáticos como sucedía con las andanzas de Mou en Madri d. Pero las críticas tras la debacle ante el PSG han sido frontales y la derrota se califica de «ignominiosa».

Tony Cascarino, exjugador del Chelsea, lo llama «el maestro del engaño» en «The Times». Lanza además una advertencia que Florentino escuchó infinidad de veces durante tres movidas temporadas de Mou en el Bernabéu, que se saldaron con una Copa, una Liga y una Supercopa, el balance más pobre de un técnico con tres campañas en la gran casa blanca: «Si alguien no para a Mourinho, algún día irá demasiado lejos», advierte Cascarino, que añade que «a veces el maestro del engaño vuelve loco a su propio equipo». Jamie Carragher, un clásico del fútbol inglés, que disputó más de 700 partidos con el Liverpool y se acaba de retirar, ha aportado una sugerente definición sobre qué es y qué supone el mourinhismo: «Creo que los equipos de Mourinho serán siempre respetados, pero nunca queridos. Lleva el ganar a un extremo al que no llega ningún entrenador».

Falta de «fair play»

Las críticas, que incluyen la acusación de falta absoluta de «fair play», atienden a que en los prolegómenos del partido Chelsea-PSG hubo un recital de guerra psicológica por parte del técnico portugués. Trató de influir sobre el árbitro, el holandés Bjorn Kuipers, incriminando al PSG como un equipo extremadamente violento. Lo cierto es que en partido de ida en París, que acabó 1-1, ingleses y franceses habían cometido el mismo número de faltas, 20. Pero Mourihno presentó al PSG en los medios como «el equipo más agresivo con el que hemos jugado» y lo comparó incluso con el rupestre Shrewsbury, club de lo que en España sería la Segunda B.

Al principio, parecía que la táctica de presión al árbitro iba a dar resultado. En el minuto 30 del partido de Londres, Ibrahimovic, el delantero del PSG, chocó con Oscar con no muy buenas artes . Lo normal es que viese una amarilla. Pero Kuipers, acosado por una nube de nueve jugadores del Chelsea, le mostró una injusta roja. La crítica inglesa ha reprobado la actitud de los futbolistas del Chelsea, que achaca a instrucciones precisas de Mou. Ibrahimovic declaró que se sintió «rodeado de una panda de bebés».

Iconografía clásica

Pero el Chelsea no supo aprovechar su ventaja numérica y el árbitro parece que tampoco le compró el percal a Mou, porque poco después, por el viejo arte de la compensación, se fumó un penalti sobre Costa (que por supuesto mereció trágicas lamentaciones del portugués en la rueda de prensa final: «Si los linieres no ven un penalti a diez metros, estamos tirando nuestro tiempo y nuestro dinero con ellos»).

La rueda de prensa de la derrota tuvo esa iconografía que tan bien conoce el madridismo. Nudo de la corbata desabrochado, barba de un día, mirada vidriosa, porte hierático y balones fuera. ¿La culpa? De los jugadores, que se quedaron congelados bajo la tensión: «Un equipo que no defiende en los córners es que no desea ganar». ¿El futuro? Radiante, por supuesto: «Hemos ganado la Copa de Inglaterra y si ganamos también la Premier, esta será una temporada fantástica para nosotros».

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