LIGA BBVA
El Valencia se pierde en la red del Málaga
Castillejo anota el gol del triunfo malacitano (1-0), que fue mejor equipo que los de Espirito Santo, quienes bajan muchos enteros lejos de Mestalla
Tiene bien armado Javi Gracia al Málaga. Un sistema defensivo unido y solidario. Buena transición y garra en la sala de máquinas. Y chispa en lo ofensivo. Una red bien tejida. Y en ella se perdió el Valencia. Esa versión de los de Nuno Espirito Santo, que baja enteros cuando compite lejos de Mestalla. Se esfumó en la espiral malacitana el suficiente tiempo como para perder el partido. Castillejo, eléctrico, talentoso, con buenos argumentos, dibujó un gol de cabeza, mezcla de una acrobacia de espaldas y la parábola del balón, para marcar terreno ya en el primer tiempo. Procuró el equipo valencianista despertar, aunque fuese a arreones, en el último tramo del encuentro. Se quedó sin tiempo y con un futbolista menos, por expulsión de Cancelo, en el último cuarto de hora. Sus intentos finales, tardíos, por deshacer a los locales fueron inocuos.
El criterio con el que hizo todo el Málaga en el primer tiempo engulló lentamente, casi sin caer en la cuenta de que se perdía por una espiral, al Valencia. El buen sentido del juego lo comenzó dando desde atrás el conjunto malacitano. Perfectamente armado su sistema defensivo -juntas y solidarias sus dos primeras líneas de cuatro futbolistas- hizo inocuo el impetuoso inicio de los de Nuno. Quisieron manejar el balón y profundizar por los costados para luego conectar con Negredo. Pero ya en los últimos metros, toda esa buena intencionalidad visitante, se diluía.
Los andaluces restaron en silencio el juego ofensivo valencianista. La creación de los Parejo, André Gomes y Enzo Pérez se difuminaba. Progresivamente proyectó el equipo de Javi Gracia ese criterio hacia su ataque. Veloces. Con chispa. Eléctricos. Ambiciosos. Samuel, Juanmi, Castillejo y Javi Guerra fueron deshaciendo la retaguardia valencianista. Superado el ecuador del primer acto, centró desde la derecha Samuel y Castillejo, de cabeza, y casi de forma acrobática, dibujó una parábola con el impacto de cabeza y el balón, que se le fue por encima a Diego Alves para el 1-0. Al poco, el brasileño salvó con el cuerpo un remate a un metro de Javi Guerra, que aprovechó un error de Mustafi. Muy fallón el alemán.
Gobernó el Málaga territorialmente y en posesión del esférico. El Valencia, sin fútbol, con síntomas de mareo ante el planteamiento local, sin embargo pudo empatar en una acción a balón parado. Sirvió Cancelo y Parejo remató de cabeza en el primer palo. El balón se fue fuera rozando la madera.
Hacia la ida y vuelta
Aplicó el Málaga la máxima de que «cuando una cosa funciona, no la cambies». Era Nuno y su equipo los que debían encontrarse, los que debían acelerar y necesitaban generar mucho más para apurar a un ordenadísimo conjunto malacitano. Corrían los locales, pero sin criterio, sin orden. Salió con potencia y velocidad en dos ocasiones el Valencia hacia la portería de Kameni, encontrando la espalda de la retaguardia local, y cerró dos acciones de peligro. André Gomes, primero, y Gayá, luego, no eligieron bien. Tuvieron compañeros en buena posición para asistirles, pero se decidieron por el individualismo.
Espirito Santo buscó algo diferente camino de la hora de partido. Sacó a Parejo del campo. Rompió el rombo en el centro del campo para formar una línea de cuatro y que Negredo y Paco Alcácer quedasen como estiletes. El plan valencianista fue buscar un partido roto. Zarandear la cosa. Apretaron los dientes. La presión, con más o menos orden, generó por momentos una situación de idas y venidas. El Málaga se cerraba bien. Amrabat, por su parte, en el 70, tuvo un cara a cara con Alves para encarrilar la victoria, pero el brasileño ganó la mano.
Se iba el encuentro al último cuarto de hora cuando Cancelo vio la segunda amarilla y el Valencia se quedaba con diez. El duelo se fue a la fractura. Amrabat envío un chupinazo a la madera a falta de siete minutos.