Todos quieren entrar en el negocio del fútbol
El deporte rey entra de lleno en su época más global, con potenciales ingresos en nuevos mercados. La calidad de los socios e inversores puede determinar el buen rumbo del proyecto
El acuerdo entre Wanda y el Atlético de Madrid por el que el conglomerado chino se hace con el 20% del club rojiblanco es un capítulo más del fenómeno de las grandes fortunas y de las grandes marcas, que inyectan dinero en el fútbol y a la vez exprimen la capacidad del deporte rey de generar todavía más dinero. Jeques del Golfo Pérsico, oligarcas rusos, magnates chinos, todos quieren entrar en el negocio del fútbol.
Todo comenzó en julio de 2003. Ese mes, Ken Bates decía adiós a algo más de dos décadas dirigiendo los designios del Chelsea, club que había comprado en 1982 por una sola libra, pero asumiendo una delicada situación financiera. 21 años después vendía el club por 140 millones de libras a Roman Abramovich. Fue la primera gran operación del nuevo fútbol. Un deporte en el que hablar de ingresos y gastos, de petróleo y centros comerciales empieza a ser tan importante como hablar del juego mismo. El ruso fue el pionero, y el mercado futbolístico inglés lo siguió con premura. Actualmente, más de la mitad de los equipos de la Premier League tiene un dueño extranjero. Es la competición con más reconocimiento internacional y un escaparate global para las marcas comerciales y los inversores, atraídos por un negocio que con su expansión en China, África y Estados Unidos llega cada vez a más espectadores en todo el mundo.
Pero la concepción cada vez más global del negocio la representa a la perfección el Manchester City. El jeque Mansour bin Zayed Al-Nahyan es el dueño del equipo desde 2008, cuando se hizo con el 100% de su accionariado tras pagar 321 millones de dólares, gastando desde entonces en torno a 1.100 millones de dólares en fichajes. A este jeque de los Emiratos Árabes se le calcula una fortuna de 18.000 millones de dólares. Su proyecto es el primero que podemos entender como un verdadero modelo de franquicia. Recientemente compró la última plaza de la MLS norteamericana. El New York City pasó a ser así un equipo más del proyecto «City World», del que también forma parte el Melbourne City de la liga australiana.
Pero el mejor ejemplo de cómo el petróleo cambió el mundo del fútbol es el París Saint Germain. En 2011, Qatar Investment Authority se hizo con el 70% del accionariado del equipo. QIA es el Fondo Soberano de Inversión de Qatar, creado en 2005 para gestionar los superávits financieros de la industria del petróleo y el gas natural del país. Uno de los hombres fuertes de este fondo es Nasser Al-Khelaïfi, que se convirtió en presidente del club parisino. El PSG ha recuperado su trono perdido en el fútbol francés y ya compite con los mejores en la Liga de Campeones. Su inversión en fichajes desde entonces ronda los 430 millones de euros.
Adaptarse al mercado
El Atlético de Madrid comienza a sumergirse ahora en esta nueva era. «El mercado ha cambiado radicalmente. Veníamos de un modelo familiar y poco profesionalizado», afirma Julio Senn, socio director de Senn, Ferrero & Asociados. Quien fuera director general del Real Madrid explica que «el crecimiento del mercado requiere capitalizarse y hacerlo dependiendo menos de préstamos». Los equipos de fútbol tienen esencialmente tres vías de ingresos. La taquilla, la comercialización de productos y la venta de derechos televisivos. Con el proyecto del nuevo estadio y la inversión de Wanda el Atlético de Madrid «multiplicará sus ingresos», apunta Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB. «Son fortunas que buscan diversificar. El fútbol es un gran escaparate, da notoriedad y visibilidad y pueden obtener negocios indirectos derivados de ello», apunta.
Se trata, por tanto, la punta del iceberg de una inversión más global en el país . «Si el fútbol español se convierte en un elemento erótico que atrae inversores es positivo para el país», señala José María Gay de Liébana, profesor de la Universidad de Barcelona. «Están interesados en el sector inmobiliario, que ahora está asequible. Es algo bueno para la economía en su conjunto», matiza. El fútbol es capaz de generar cada vez más ingresos, gracias a las nuevas audiencias en China y Estados Unidos. «En España todavía estamos un poco atrasados», señala Senn. Pero todavía peor lo pasa el fútbol italiano, que «no ha sabido evolucionar», opina Gay de Liébana.
Según el último informe de Deloitte, Real Madrid, Manchester United, Barcelona y Bayern de Múnich son por este orden los cuatro equipos que más dinero ingresan. Pese a su menor tradición y un palmarés mucho menos lustroso, PSG, Manchester City y Chelsea ya se han colocado inmediatamente a su zaga. Con el Fair Play Financiero impulsado por la UEFA, que busca el equilibrio entre ingresos y gastos, la única forma de ser competitivo es accediendo a nuevos mercados, dando valor al producto y multiplicando los ingresos. Para poder aumentar el gasto.
¿Qué puede salir mal?
Como en cualquier sector, hay lugar para la mala inversión. Las ruinas que Dimitri Piterman dejó en Alavés y Racing, la huida de Aly Sied también en el equipo cántabro o los constantes cambios de rumbo del jeque Al-Thani en Málaga, derivados de sus problemas urbanísticos, son ejemplos negativos. ¿El problema? Comprometer una estructura de gastos desorbitados y dejar de inyectar dinero cuando el club aún no puede generar los mismos ingresos. Un motivo por el que el Málaga tuvo que vender a sus mejores jugadores para pagar las nóminas del resto. Fue el caso del Porstmouth, del Anzhi o incluso del Mónaco, que tuvo que desprenderse de parte de sus estrellas porque su dueño, Dimtry Rybolovlev, afrontó un divorcio por el que tuvo que pagar a su ex 3.300 millones de euros. Pero, como apunta Julio Senn, «son ellos los primeros en perder su dinero».
Ya sea con una adquisición o con cualquier tipo de acuerdo, los equipos que quieran competir necesitarán socios potentes para explorar el nuevo mundo. Según el estudio Emerging Giants, de Repucom, los jeques han invertido ya 1.800 millones de euros en compras y patrocinios de equipos y el 76% de la inversión global proviene ya de Asia y Oriente Medio. Cuanto más sólido sea el barco, más segura será la travesía.
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