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«Messi no habla mucho, pero siempre está cuando se le necesita»
Isaac Cuenca, exjugador del Barcelona, relanza su carrera en el Deportivo de la Coruña después casi dos años lesionado
Debutó en Primera división con el Barcelona en 2011 y fue titular por delante de Fábregas y Alexis en las rondas finales de la Champions. Aupado por el atrevimiento de Pep Guardiola y por una grave lesión de Villa, aprendió rápido en la élite. Aún así, puede concluirse que Isaac Cuenca (Reus, 27 de abril de 1991) ha vuelto a empezar como futbolista. Después de casi dos años parado (jugó apenas cuatro partidos cedido en el Ajax) por culpa de un severo problema de rodilla, no tuvo más remedio que asumir el paso atrás y ponerse a las órdenes de un equipo que confiara primero en su total recuperación y luego en el talento que siempre exhibió cuando estuvo sano. Llamó el Deportivo de La Coruña, un recién ascendido, y Cuenca, sin pensarlo demasiado, cambió el Mediterráneo por el Atlántico. Hoy se mide a sus excompañeros.
-Un ático en la playa de Riazor. Nada mal, ¿no?
-(Ríe) La verdad es que no me puedo quejar. La Coruña es una ciudad bonita, tranquila y respetuosa. El tiempo es terrorífico comparado con Barcelona, pero estoy contento.
-¿Qué balance hace de sus primeros meses después de dos años sin jugar?
-Muy positivo. Estoy perfecto de la rodilla y tengo presencia en todos los partidos, ya sea de titular o de suplente. Es increíble poder jugar tanto después de los dos años que he pasado.
-Quince encuentros de Liga, ocho de titular, siete de suplente y dos goles. ¿Esperaba jugar más? ¿Menos?
-Era una incógnita porque nadie sabía cómo me iba a encontrar entrenando y compitiendo. Estoy satisfecho.
-¿Tiene miedo de volver a recaer?
-No, aunque sé que si tuviera una mínima molestia me comería la cabeza. Me siento fuerte, incluso más que antes de la lesión. Me siento más adulto.
-Sin embargo, la afición del Dépor a veces le critica por adornarse demasido. ¿Riazor le comprende?
-No lo sé. La gente le tiene un poco de miedo al descenso, de ahí el ansia y la negatividad.
-¿Cree que paga por esta situación?
-No. La pagamos casi todos.
-¿Qué le enseña Víctor Fernández?
-Sobre todo a defender, que es algo totalmente nuevo para mí. Preferiría jugar más alegre, pero todo equipo tiene sus limitaciones y tiene que hacer lo posible para que no se noten.
-Sin embargo, el Dépor tiene futbolistas de calidad como Medunjanin, Cavaleiro, José Rodríguez o usted.
-Sí, pero llegamos todos de golpe en verano. El año que viene, si seguimos todos, mejoraremos. De hecho, ya se está notando en los últimos partidos.
-¿Se parece el vestuario del Barça al del Deportivo?
-El lenguaje se repite. Se respira buen ambiente. Yo, por ejemplo, me llevo muy bien con José Rodríguez.
-¿Hay pesos pesados?
-Claro, los veteranos, como en todos sitios. Laure, Lopo, Manuel Pablo...
-Lo digo por Leo Messi. Estos días se ha visto su influencia en Barcelona.
-Leo tiene voz en el vestuario, más que los que acaban de llegar. Y es lógico porque es el mejor. No habla mucho, pero está cuando se le necesita.
-Conociéndole a él y a Luis Enrique, ¿Entiende que choquen?
-Sé que Luis tiene las cosas muy claras, pero no tengo ni idea de cómo se lleva con Messi. Leo cosas y no sé qué es cierto y qué no. ¡Estoy en la otra punta de España! (Ríe).
-¿Cómo trataría a Messi si fuera entrenador?
-Le dejaría hacer, le daría libertad, lo que necesitara.
-¿Cómo ve al Barça?
-Procuro seguir todos sus partidos, igual que los del Ajax. Son unas máquinas y les veo con ambición a pesar de partidos como el de Anoeta. De los nuevos, me gusta mucho Suárez. Y Neymar responde como lo que es: una estrella. ¡Y tiene un año menos que yo!
-¿Tiene opciones el Dépor de dar la campanada?
-Iremos con todo a intentar sorprender. Algún contragolpe tendremos seguro. Creo que la referencia es el partido que le ganamos al Valencia (3-0).
-Una de futuro. ¿Se ve en Riazor el año que viene?
-Ya veremos, depende de muchas cosas. Ahora prefiero enfocarme en hacer bien mi trabajo.
-Y una de pasado. ¿Echa de menos los días felices en el Barça?
-Claro. Y me esfuerzo cada día para volver a aquellas sensaciones.
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