fórmula 1
Alonso, otro domingo en tierra de nadie: «Hemos caído en rendimiento»
gran premio de hungría
Noveno el asturiano y octavo Carlos Sainz en la séptima victoria consecutiva de Verstappen
Clasificación de la carrera
Edo Bendinelli: «Alonso tiene una genética especial, también en lo físico»

Hungría, aquel paraíso de la primera victoria de Fernando Alonso en la Fórmula 1, decreta un mes de julio decadente para el astro asturiano y su coche sideral, el Aston Martin que volaba en la primavera. Noveno el español en Hungaroring, lejos, más de setenta segundos con el inevitable Verstappen, de nuevo ganador, la séptima consecutiva, desesperante, voluntarios para detener a este tipo.
Frío polar después de un inicio de curso tan excitante, con seis podios como seis soles en los que el asturiano, guerrero veterano pero no cansado, levantó de nuevo el ánimo en el deporte que resucitó una vez en España. Dos grandes premios (Inglaterra y Hungría) han rebajado esa euforia tan nuestra, el voltaje ibérico de pensar a lo grande o hundirse un día después en la miseria.
Mejores sensaciones cosecha Carlos Sainz, aunque sin abandonar esa zona media, tibia, tierra de nadie, en la que navega el Ferrari desde el comienzo de los tiempos allá en Baréin. Octavo el madrileño, quien se lleva de Budapest una salida espectacular, lo mejor del año, cinco puestos de un bocado, y una inquietante aceptación de la realidad ante esa predilección que parece evidente de Ferrari por Charles Leclerc.
Tal vez la Fórmula 1 haya adquirido otra dimensión global con el tema de los nuevos armazones de los neumáticos, ha aupado a un equipo histórico (McLaren) que en teoría no tenía dinero para pensar en gestas. Una formación que no tiene director técnico y que coloca a sus dos paladines (Norris y Piastri) en plazas de honor.
Es posible que la progresión de Mercedes desde la carrera de Barcelona haya devuelto al primer plano a Hamilton, autor de la pole y de nuevo protagonista.
Pero la realidad es que en España hay bajón porque Alonso no se acerca al podio, divisa con catalejo a Verstappen (más de setenta segundos en el resultado final de la carrera y Lance Stroll doblado por el vencedor) y no hay pelea a la vista para regresar al escalafón que levantó al personal, el podio.
El Aston Martin se ha estancado en el verano y un par de equipos le han pasado por encima, McLaren y Mercedes, lo que que complica cualquier acción heroica de Alonso, que sigue luchando como un samurái pero que ya no fija la atención en el campeonato de este año, sino en el curso próximo, según comenta él mismo en declaraciones públicas.
Cuando Alonso habla de la campaña venidera o invoca a la lluvia, mal asunto. Quiere decir en la traducción simultánea que el molino deja de mover el agua.
Hace semanas, cuando la euforia, el director de Aston Martin aseguraba que Mónaco, Hungría y Singapur eran escenarios propicios para una hipotética 33 de Alonso por su trazado sinuoso, curva lenta, poco margen para la velocidad. Hungaroring reunía las condiciones que requerían las virtudes del Aston Martin, pero el resultado es similar al de Silverstone, una pista adversa. Conclusión sencilla: una caída de rendimiento del coche verde.
«Caída de rendimiento»
Lo corrobora Alonso: «Hemos caído en el rendimiento, estamos sufriendo en las últimas carreras. Es hora de trabajar duro, apretar los dientes, estar concentrados y entender que pasa en el coche, lo bueno que teníamos a principio de año que no está, lo que hemos podido retener, en fin mejorar el coche».
En Budapest la salida sitúa a la Fórmula 1 en la casilla número 1, lo que implica el aburrimiento usual de una victoria más de Verstappen. Apuró al máximo al aprovechar la pésima puesta en marcha de Hamilton, aguantó la embestida de los McLaren y dijo hasta luego, Lucas.
El personal tiene unas ganas tremendas de derribar esa muralla, no por ser Verstappen o Red Bull sino por su dominio abrumador y esa forma irritante de abusar hasta convertir las carreras en monólogos.
Sainz puede enmarcar la salida, porque es de antología, cinco plazas de avance y Alpine rumia un inesperado descalabro al chocarse sus dos pilotos franceses. Ocon y Gasly se quedan fuera de la competencia.
Hubo mil predicciones en Hungría antes del domingo, se habló de la progresión de McLaren, la pole de Hamilton y la velocidad de Norris, pero a la hora de la verdad hubo treinta segundos de diferencia entre el holandés y su primer perseguidor. Un mundo de apariencia insalvable esta campaña, salvo milagro en alguna fábrica.
«Eres dos décimas más rápido que los Ferrari», le dicen a Alonso por la radio cuando su rueda blanca parece en funcionamiento. «Vamos a meter presión», responde Alonso sin mucho entusiasmo.
La realidad se mide en el cronómetro en la Fórmula 1. El Aston Martin número 14 calca los tiempos de los Ferrari, apenas gana un par de décimas en alguna vuelta. El ritmo del coche verde, giro a giro, no alimenta la velocidad y Alonso se queda en ese rincón donde no sale en la tele si no hay un adelantamiento de por medio.
«Se va a cumplir el ecuador de la temporada -dice Alonso-. La primera parte ha sido sobresaliente, a pesar de estas dos últimas carreras, que han sido regulares. Queda la segunda parte y trataremos de enderezarnos».
Red Bull completó la unidad de acción con una remontada obvia de 'Checo' Pérez, quien sin complicarse como otras veces, nervios templados y mano firme, también llegó al podio desde una novena posición en la parrilla. Un coche todavía muy superior al aproximarse la F1 con el ecuador de la temporada.