Fórmula 1
La penúltima oportunidad de Alonso
A los 34 años y después de 15 en la F1, el bicampeón busca progresos en el proyecto con McLaren después de un 2015 nefasto
Tipo aferrado a los orígenes, imperturbable en sus costumbres, Fernando Alonso llama a su madre –Ana, exempleada del Corte Inglés en la calle Uría de Oviedo– cuando no hay competición ni motores en danza. Y se pone en contacto con su padre, José Luis –exmaestro industrial de una fábrica de explosivos en Asturias–, cuando los coches aparecen por las pistas. El piloto pernoctaba ayer en un mastodóntico hotel de cinco estrellas superior junto al río Yarra en Melbourne y, sin actividad en el circuito ni necesidad de transmitir tiempos, cronos por vuelta, tipos de neumáticos o rentabilidad del propulsor Honda, marcó el teléfono de la mujer que lo trajo al mundo hace 34 años. Nada de coches ni ruedas, sino una conversación normal entre una madre y un hijo. Alonso lleva así desde los tres años, cuando se subió a un kart construido por su progenitor que simulaba los colores del monoplaza que hoy, 15 temporadas ya en la Fórmula 1, trata de impulsar de nuevo a la cumbre, el McLaren-Honda . La lógica, si existe en este deporte, dice que no será difícil mejorar el desastre de 2015, cuando Honda aterrizó en el escenario con un proyecto en mantillas. Pende la incertidumbre de saber hasta dónde habrán progresado los ingenieros japoneses.
Alonso conversará hoy con su padre y departirán los pormenores de la primera sesión de entrenamientos del año, en la que se pueda auscultar si el coche del español corre lo suficiente como para albergar alguna esperanza de reconquistar la Fórmula 1 en España. Los cálculos más optimistas apuntan a una mejoría de un segundo por vuelta para el McLaren, que acabó 2015 a dos segundos del Mercedes. Eso, en 50 vueltas, son casi dos minutos de retraso en una carrera.
Se fue de Ferrari porque no veía ninguna posibilidad de alcanzar a Hamilton, pero ayer en Melbourne el español habló de la evidente evolución del monoplaza italiano durante la pretemporada. « Si Ferrari gana el título, me arrepentiré, pero es un condicional muy grande en estos momentos».
No parece ser ésta la primera preocupación de Alonso y su círculo más íntimo, sino la falta de visibilidad de la Fórmula 1 como producto televisivo. Hasta la fecha, tres o cuatro millones de espectadores veían la F1 en abierto en Antena 3, con el asturiano hundido en la clasificación. Los derechos han pasado ahora a la televisión de pago, Movistar +, y su limitada cuota de abonados. Un modelo de futuro incierto en España que, sin duda, supondrá un contraste respecto a las sobremesas del pasado.
Hace un año, Alonso había salido de un hospital de Barcelona y ya anunciaba el fiasco que se venía encima desde su convalecencia en Asturias. Todo lo que llegó después y el lento tránsito hacia la reactivación que parece haber iniciado Honda se ha vestido de ilusión por la redención y el rescate del prestigio, pero el aficionado no palpita ya con la F1. No hay resignación en Alonso, dicen los que le conocen bien. «Es un guerrero». Le quedan dos cursos de contrato con McLaren a cambio de uno de los mejores sueldos de la historia (más de 30 millones anuales, dice el vox pópuli) para sellar su último deseo, ser campeón del mundo otra vez.
Arranca la temporada más larga de la historia con 21 grandes premios en el calendario y el evidente riesgo de agotar la paciencia de los aficionados si Mercedes se sigue paseano por los cinco continentes. Para evitar que, como el año pasado, Hamilton y Rosberg ganen 16 de las 19 carreras, la F1 se ha inventado un nuevo sistema eliminatorio de clasificación para formar la parrilla, suprime la mayor parte de las órdenes por la radio y programa un nuevo reglamento técnico en 2017. Cualquier cosa para devolver la emoción a un espectáculo que Alonso elevó a los altares en España hace diez años.
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