Fórmula 1 | GP de México

Hamilton vuelve a castigar a Ferrari

El inglés, a punto del alirón, doblegó a Leclerc y Vettel que salían en primera línea

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El Mundial de Fórmula 1 carece de emoción en la era híbrida porque solo un aspirante presenta avales para merecer el título. Es Mercedes, gobernador indiscutible que ya conquistó el entorchado de constructores y se apresta a coronar de nuevo a Lewis Hamilton como campeón el próximo domingo en Estados Unidos. Le basta con ser octavo en Austin frente a su compañero Bottas, que no muestra jerarquía para discutir su éxito. Ferrari, que salió con sus dos pilotos en la primera línea, volvió a la decepción.

Checo Pérez se emociona y llora antes de empezar la carrera. Está en México, casi en el centro del DF, junto al aeropuerto y a poco más de quince minutos de la Plaza de las Tres Culturas. Le entrevistan en todas las televisiones del mundo y él hace patria porque México es otra cosa, sentimiento y alegría en un campeonato metálico y que solo acepta datos y números. Checo honra a su país, la atmósfera festiva que envuelve el gran premio más singular de todo el año.

La salida de la carrera impulsa esta sensación de algo extraordinario. Verstappen y Hamilton, los dos pilotos con más colmillo de la Fórmula 1, se enzarzan en una pelea a todo trapo, descosidos ambos aunque el británico podía optar por la calculadora y dejar hacer al impetuoso holandés. Pero Lewis Hamilton no cede , en su adn está la adrenalina y la competición. Se visualiza el accidente en las dos primeras curvas después de la extensa y fértil línea de meta, que genera cambios y variedad sin el semáforo rojo.

Gracias a la discusión de los gigantes, Carlos Sainz se alza a una inimaginable cuarta posición, magnífico pedestal que es en realidad un espejismo. Hamilton tarda nada y menos en superar al madrileño. También Bottas con el Mercedes que le entregó hace años su manager Toto Wolff y con el que está por encima de su talento al volante.

Remontada de Verstappen

Verstappen vuelve a mostrarse como un personaje imprescindible en la F1. Siempre hubo pilotos suicidas que se lo jugaban todo al cara o cruz y el holandés es de esos. Llega al final de la primera vuelta con las migajas de una rueda destrozada, el Red Bull en las llantas y un ejércitos de rivales por delante. Es último y en el garaje . Desde ahí estrena una remontada espectacular, que lo sitúa sexto a veinte vueltas de la conclusión. Verstappen es irreductible y, al modo que le permite su soberbia, genial. El sábado por la mañana era el propietario de la pole, siempre brillante en México. Unos horas más tarde, perdía esa posición de privilegio por un exceso de sinceridad y altanería en la sala de prensa. Y al día siguiente, era un farolillo rojo en crecimiento que buscaba la cabeza de la carrera.

Ferrari ha elevado su nivel de manera considerable desde el verano. El coche funciona de maravilla y, tal vez sin la tensión que genera este equipo en su propia onda, hoy los italianos tendrían mucho más recorrido en la clasificación del Mundial. Es posible que incluso para litigar con Hamilton en su camino hacia otra título. Pero Ferrari se empeña en pegarse un tiro en el pie cada dos por tres. Y también en México sucedió. Leclerc y Vettel poseían la primera línea en la parrilla y a falta de diez vueltas, era Hamilton el líder del gran premio.

Leclerc perdió su ventaja en la estrategia de una doble parada, cuando la mayoría de los contendientes fueron a un paso por el garaje. Y a Vettel le robó la cartera Hamilton al adelantarse en el típico pit stop tempranero que consigue más velocidad con las ruedas nuevas.

Se vio a Ricciardo en su salsa , tan lamentable su temporada en Renault con un sueldo sideral (casi 20 millones) y un coche renqueante que ha dado alegrías. El australiano gestionó las ruedas con maestría y estiró la parada recordando que no ha perdido la sensibilidad con un coche en las manos.

El final de carrera deparó un duelo Mercedes-Ferrari a cierta distancia con ventaja para la marca germana. Hamilton llegaba a México para defenderse y salió del universo azteca con cierta aire de suficiencia. En verdad no se vio seriamente amenazado por Vettel, pese a que la carrera dio sensación de igualdad entre ambas superpotencias.

Carlos Sainz se hundió sin ritmo con los neumáticos duros y cayó tan atrás que se antojó medio incomprensible después de un inicio tan deslumbrante. Sin puntos después de unas cuantas carreras emergentes con el McLaren.

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