Fórmula 1 | GP de Malasia
Fuego en el Mercedes
Hamilton rompe el motor cuando era líder y Ricciardo gana en un doblete de Red Bull. Alonso, séptimo
La Fórmula 1 se quitó el corsé de acontecimiento previsible en Sepang. Sucedió en el fabuloso circuito de Malasia todo lo contrario de lo que se podía imaginar. Hamilton rompió el motor de su infalible Mercedes cuando era líder y se disponía a ganar. La victoria fue para Ricciardo en un doblete de Red Bull. Alonso, el otro imprevisto, fabricó una remontada espectacular: del último al séptimo puesto con un gran ritmo de carrera y un McLaren-Honda que parece otro.
La prueba empezó con un exabrupto. «Vettel ha hecho el idiota . Está loco». Esto soltó por la radio el holandés Max Verstappen después de la primera curva, en la que Sebastian Vettel se pasó de optimista, entró algo cruzado, chocó con Nico Rosberg y molestó a Verstappen. El año viene torcido para Ferrari Vettel, quien otra vez se marchó de la pista ofuscado y malhumorado. Rompió la suspensión delantera del Ferrari y abandonó.
Rosberg, el líder del Mundial, empezó con un trompo y desde el pozo, la última posición que había abandonado Fernando Alonso en otra salida fantástica del McLaren.
De repente el McLaren ha redivido. Alonso pasó del último lugar al 12, se metió en carrera, adelantó coches, convivió con su naturaleza felina y se divirtió en la pelea . Y más cuando llegan los resultados. El español era noveno en la vuelta seis. Magnífica sensación para quien ha ganado dos Mundiales y ha vivido hasta la fecha más amarguras que satisfacciones en su regreso a McLaren.
La pelea por la victoria se decantó entre Hamilton y los dos Red Bull de Verstappen y Ricciardo, muy sólidos y rápidos en Sepang. Mientras Rosberg remontaba, Hamilton ponía en marcha la calculadora para descifrar los puntos que iba a recobrar en el Mundial.
En la vuelta 41 sucedió el imprevisto, la imagen impactante que hace tiempo no se veía. Un Mercedes en llamas. Fuego en el coche que ha dominado la Fórmula 1 con mano de hierro en los últimos años. Un motor alemán roto .
Hamilton se echó manos a la cabeza, el casco tapando su decepción, arrodillado en Sepang, sin entender cómo el coche infalible podía haberle dejado tirado cuando era líder, se aprestaba a ganar otra carrera y a escalar de nuevo a la cabeza del Mundial.
El asunto quedó en manos de Red Bull, dos coches por detrás de Hamilton. Ricciardo se llevó la victoria por delante del fogoso Verstappen, mientras la política se hacía presente y Rosberg era sancionado con diez segundos por un adelantamiento normal a Raikkonen.