Fórmula 1 - GP Bakú

¿Por qué Carlos Sainz tiene gesto frustrado en el podio?

El piloto madrileño se exige mucho a sí mismo y se queda con mal semblante si no consigue la victoria

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La fotografía del último gran premio de Fórmula 1 generó cierto estupor entre los seguidores españoles, que esperan con ardiente deseo la primera victoria de un piloto nacional en el Mundial. Salvo sorpresa mayúscula, solo Carlos Sainz está en disposición de consumar esa obra, por la solvencia competitiva del Ferrari y porque el Alpine de Fernando Alonso no alcanza de momento para acometer esa empresa. Sainz estaba frustrado en el podio de Mónaco, una carrera emblemática, la más popular de todas, la mayor audiencia de la F1, siempre singulares los fórmulas por el puerto de los yates. Tenía un semblante muy adusto el madrileño, como si la desolación hiciera presa en él por no lograr ese primer triunfo en la F1. Fue segundo en el Principado, otro podio, el décimo de su trayectoria , pero el español no lo disfrutó pese a su brillante iniciativa al corregir la estrategia de neumáticos de su equipo. No la gozó, al menos en su gestualidad y en sus declaraciones. Una métrica que empieza a ser una constante.

«Hice todo lo que había que hacer. Fui paciente con los neumáticos de lluvia, luego antes de cambiar a los de seco... pero quedarme detrás de un doblado me costó la victoria. Se puede entender la frustración, porque una vuelta buena saliendo del pit me habría dado la victoria», adujo el piloto de Ferrari, que ya está en Bakú (Azerbaiyán) para la carrera de este domingo.

Todas las personas que conocen de primera mano a Sainz coinciden en dos rasgos de su personalidad, la autoexigencia y la dureza. Autoexigencia como imposición personal de dar siempre el máximo o un poco más. Y dureza entendida como un carácter pétreo, poco o nada afectado por las impresiones del exterior o los juicios de la crítica. Hay una tercera sincronía: el piloto madrileño ha aprendido la profesión y sus ramificaciones en su propia casa , gracias al comportamiento de su famoso padre, campeón del mundo de rallis y pionero del deporte español.

«Carlos se exige no mucho, muchísimo, siempre ha sido así –cuenta a ABC Borja Ortiz, antiguo mánager del piloto que lo acompañó desde las categorías inferiores a la Fórmula 1 y al equipo Toro Rosso–. Él sabe que podría dar mucho más, pero no tiene una confianza total con el coche para estar donde tiene que estar. Es cuestión de tiempo. Y llegará donde quiere porque es concienzudo y muy trabajador».

De un año a otro

El año pasado Sainz se impuso a su compañero en Ferrari, Charles Leclerc, y en su debut mantuvo una regularidad portentosa: acabó todas las carreras y solo en dos no terminó en los puntos. Sin embargo, este curso ha vivido un inicio muy irregular , con algunos fallos que han cortado su progresión. El piloto lo achaca a la falta de química con el coche, que ha cambiado totalmente su estructura y diseño por la nueva normativa técnica. Está en su versión menos brillante desde que es pasajero de la F1. «Todavía estoy intentando encontrar mi ritmo», dijo Sainz antes de la carrera en el Principado de Mónaco.

«Debería disfrutar más de las situaciones que se le ofrecen. A veces parece muy frustrado», comentó Pedro de la Rosa durante la emisión de la carrera en Mónaco. Pero a Sainz no hay quien le saque de la cabeza esa ambición por ganar un gran premio, el único remedio a sus aspiraciones después de ocho temporadas en la F1, 147 grandes premios , cuatro equipos, 10 podios, una vuelta rápida y 619 puntos.

«Carlos es una roca, tiene un carácter muy fuerte y no le van a afectar los comentarios. La prueba es que ha renovado con Ferrari», señala su primo y actual mánager, Carlos Oñoro Sainz. El madrileño comunicó la ampliación de su contrato con la escudería italiana hasta 2024 el pasado 21 de abril. Lo ensalzó el jefe de equipo Mattia Binotto. «Fuera del coche es un trabajador incansable y pendiente del más mínimo detalle, lo que ha ayudado a todo el grupo a mejorar y progresar».

«En cuanto consiga el flow con el coche disfrutará como lo hizo después del pasado verano conduciendo el Ferrari –comenta Borja Ortiz–. Los que le conocemos ya hemos vivido antes esta situación. El año de la GP3 también fue muy complicado desde el principio y luego remontó. Todo lo contrario que cuando compitió en las World Series. Desde el primer día en los test de Alcañiz le encantó el coche, las ruedas, todo. Corría para el equipo francés DAMS y arrasó en el campeonato, del primer día al último».

Los antecedentes indican que Sainz no va a plantear ningún problema de convivencia en Ferrari con Charles Leclerc (116 puntos por 83 del español) ni con la dirección del equipo. No lo hizo cuando debutó con Toro Rosso y la jefatura de la escudería dejó claro que el preferido era Max Verstappen, actual campeón del mundo. Tampoco en las disputas con Hulkenberg en Renault ni en los duelos que mantuvo con Lando Norris en McLaren. Hoy Norris es, junto a Fernando Alonso, su gran amigo en la Fórmula 1 . Sainz es ambicioso, pero educado, talentoso pero paciente, aguerrido pero pacífico. Hace equipo, es buen compañero y suma.

En la Fórmula 1 existe una máxima aceptada por todos los actores, el compañero de equipo es el primer rival. «Ya, pero eso no significa que a tu compañero lo odies o le hagas la vida imposible –explica Borja Ortiz–. Carlos ha tenido presión toda su vida, incluso más que otros al tener que demostrar que valía para esto por ser el hijo de Carlos Sainz, una etapa que ya ha superado».

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