fórmula 1
Alguersuari, harto del estrés y de los coches
La historia del piloto de Fórmula 1 que renegó de su deporte y se ha entregado a su pasión por la música
El pasado 6 de junio Jaime Alguersuari cayó redondo en el aeropuerto Domodedovo de Moscú. Regresaba de una carrera de Fórmula E (coches eléctricos), la última competición del automovilismo que había probado este barcelonés, hijo de un polifacético expiloto de motos, promotor de eventos y editor y nieto de un célebre fotógrafo del ciclismo. Inconsciente y desplomado en suelo ruso, Alguersuari no imaginaba que había estrenado un nuevo horizonte en su futuro. El diagnóstico de los análisis decretó «un shock por estrés» . Después de una vida a toda velocidad, de galopar a escape propulsado por motores, el piloto se preguntó si aquello merecía la pena, si era la manera en que quería envejecer. Ayer respondió a esas inquietudes de su mundo interior. Se retira. Lo deja con solo 25 años. Quiere ser músico.
Jaime Alguersuari pilota coches desde los ocho años. Su historia es una fotocopia de sus semejantes y rivales Alonso, Sainz o Merhi. Un padre hechizado por las válvulas y la gasolina y un hijo heredero de esa fascinación que recorre circuitos y países cada fin de semana. Alguersuari no eligió su vida. Le llegó por inercia. 17 años después de empezar a competir con los karts, no supo cómo afrontar la pregunta ante el auditorio que ayer se congregó en la sede del Consejo Superior de Deportes. «¿Si alguna vez me gustaron los coches? Creo que sí -dudó-. Quiero creer que esto es un deporte».
La escudería Toro Rosso lo despidió hace cuatro inviernos después de tres temporadas notables en la Fórmula 1 (2009, 2010 y 2011), en las que consiguió 31 puntos y un séptimo puesto como mejor colocación. Pero vivió la crueldad de este deporte, o lo que sea. «En la F1 empecé a entender cómo es la vida. Disfruté solo al volante, no con lo que hay detrás. El despido fue un trauma. Pero ahora sé que lo mejor que me ha pasado es que me echaran de la F1 porque eso me ha hecho más fuerte y mejor persona».
Ayer el joven piloto sentía y reconocía que se había quitado un peso de encima. Una liberación. «No es un día triste, sino alegre para mí. Me llevo grandes recuerdos, pero siento que mi persona no pertenece a este mundo. No tengo el apoyo de nadie , ya que nadie entiende mi decisión. Es mi vida y quiero vivirla ahora, no cuando tenga 40 o 50 años. Quiero vivir mi verdad. No estoy enamorado de los coches».
Alguersuari se abrió la camisa en un relato que emocionó a la sala. «No quiero ganar dinero y ya está. Quiero levantarme cada mañana y sentir que tengo una ilusión que me pueda emocionar. No quiero cumplir horarios o que me vuelvan loco. En este deporte he perdido amigos que tenía desde los ocho años. He vivido una vida surrealista en el automovilismo».
Hace unas semanas, el piloto compartió unos días de entrenamiento ciclista con Alejandro Valverde en Sierra Nevada. Se reafirmó en su idea. Quería dejar los coches. «Llámenme romántico, pero me gusta el deporte. Sigo el Tour, el Giro, la Vuelta, no voy a dejar de hacer deporte».
El tránsito es inédito. De los circuitos de velocidad al estudio de música. Ahí se siente pleno el nuevo Jaime Alguersuari, barba hipster, gorra negra y pantalones pesqueros ayer en Madrid. «El cuerpo me pide comprar sintetizadores, bajar al estudio, componer música, ahí soy feliz». Tanto como para pensar que el destino le otorgue la posibilidad de crear la banda sonora de una película, el sueño de su nueva vida a los 25 años.
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