Fórmula 1 | GP de Austria
El Ferrari de Kimi desplazó a Alonso a 1.200 km/m²
El asturiano soportó un impacto repentino de 34G, aún lejos de las 75G de Kubica en Canadá 2007 o de los 214G del estadounidense Kenny Brack en una carrera de la IndyCar en 2003
El tremendo accidente entre Kimi Raikkonen y Fernando Alonso en la primera vuelta del GP de Austria provocó que el asturiano sufriera una aceleración lateral de 34G, o lo que es lo mismo, un desplazamiento repentino equivalente a moverse a 1.200 kilómetros por minuto al cuadrado.
El choque en el Red Bull Ring entre los dos campeones del mundo ha vuelto a poner de moda el concepto de Fuerzas G, como ya ocurriera tras el accidente del piloto asturiano en los entrenamientos de pretemporada en el circuito de Montmeló, donde el choque contra el muro le provocó un impacto de 16G.
Al tratar de explicar las Fuerzas G los expertos recurren siempre al concepto de gravedad. Una aceleración de 1G equivaldría al de cualquier objeto terrestre sometido a las leyes gravitatorias sin ninguna otra fuerza que le provoque movimiento. Es decir, el McLaren de Alonso, parado en la parrilla de un gran premio, estaría sometido a una aceleración vertical de 1G, causado por la atracción de la tierra. Esa aceleración equivale a 9,8 metros por segundo al cuadrado . O lo que es igual, 35 kilómetros por hora.
En movimiento, el McLaren está sometido a diversas Fuerzas G tanto en el momento de acelerar como en las frenadas. El rango de esas fuerzas durante una carrera se sitúa, según varias fuentes , entre los 2,4G y los -6G. Son cifras similares a los que puede experimentar cualquier persona, por ejemplo, al subirse a una montaña rusa.
Esas aceleraciones, sin embargo, sufren un aumento dramático en el momento de cualquier impacto. Ese fue el caso del accidente entre Raikkonen y Alonso. En el momento en el que el Ferrari embistió al McLaren se estimó una aceleración máxima de 34G, 588 metros por segundo.
No se trata, ni mucho menos, de la cifra más alta alcanzada en la Fórmula 1. Robert Kubica, en su accidente durante el GP de Canadá de 2007 alcanzó un pico de 75G.
Mucho más brutal fue el choque del estadounidense Kenny Brack, que según diversas fuentes llegó a las 214G durante un espeluznante accidente en una carrera de la IndyCar en Texas, en 2003.
Por suerte, todos estos pilotos salieron con vida al tener que soportar esas aceleraciones repentinas durante un periodo breve de tiempo, apenas un segundo. En caso de aceleraciones más prolongadas, los daños son severos.
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