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Calvario de Alonso y McLaren

Tercer abandono consecutivo del español, el cuarto en seis carreras. También se retiró Button. Triunfo de Hamilton

Calvario de Alonso y McLaren

j. c. c.

El asunto ha adquirido categoría de calvario en la atmósfera de los titulares que reclaman paciencia y consideración. Justo lo que no existe en la Fórmula 1 es lo que lleva pidiendo McLaren desde hace meses a su colonia de incondicionales por todo el mundo. Simpatizantes en Gran Bretaña, en Asia, en Oriente Medio, en Australia, en Canadá, en España, en todos los rincones del planeta. Este deporte se rige por el live timing, un panel de números y cifras que decreta la realidad a la vista de todos. Coches que corren y coches que no. El McLaren 2015 es una ruina. Y así lo atestiguan la tabla de tiempos, el único credo de la Fórmula 1.

Fernando Alonso también se retiró en Canadá, su tercer abandono consecutivo (Barcelona, Mónaco y Montreal). El cuarto de la temporada en seis grandes premios. Desde que debutó en Minardi hace catorce años, no enseñaba una hoja de servicios tan precaria. Junto a los dos pilotos de Manor, Merhi y Stevens, es el único pasajero que no ha puntuado. En la ejecución absoluta de la Ley de Murphy (todo lo que puede salir mal, saldrá) Jenson Button tampoco acabó la carrera. Hamilton prosigue su desfile imperial: cuarta victoria del curso en su trazado fetiche.

El estado de las cosas en McLaren se resumió en esta contestación de Alonso a sus ingenieros por la radio, durante la carrera: «No quiero pilotar como un amateur». Le habían pedido que ahorrase gasolina, que tal vez tendría problemas al final si no lo hacía. «¡Ya tenemos grandes problemas! Pilotando esto... Si piloto no puedo concentrarme en la gasolina. Dejadme competir», espetó el asturiano. Las impresiones más fiables se detecten siempre en esos calentones, antes de que los pilotos pasen por el tamiz de los responsables de prensa y el flujo de la propaganda. Unos kilómetros más adelante, el McLaren expuso todas sus goteras sobre la pista norteamericana. Alonso se retiró. Y también su compañero Jenson Button. Un problemas en los tubos de escape, expresó al instante el equipo en un comunicado oficial. Nadie se lo cree. No, al menos, como la única razón del descalabro.

A McLaren le afectan otros contratiempos, tal vez menos evidentes, pero que influyen en la lentitud y la fragilidad de un coche de cristal. Se constipa y adiós. Una decepción detrás de otra, que solo encuentra un cierto bálsamo en las palabras del español después de la carrera. «Solo puedo pedir paciencia a los que nos apoyan. Y que disfruten los que no nos apoyan; no siempre será así. Todo lo que se está haciendo tiene su lógica. Yo soy optimista».

Mientras Alonso mantiene la fe, los demás coches le pasan por encima. Pilotos que no le llegan a la altura de los zapatos, le atraviesan los pulmones en cada adelantamiento. Vettel se puso nervioso cuando Alonso le cerró la puerta antes de pasarle como un avión en la recta. «El Ferrari tiene 30 caballos más que nosotros». Button no acabó, tumbado por la disfunción de su bólido.

Los problemas del McLaren salen a la luz con más facilidad en circuitos como el de Montreal, largas rectas y potentes frenadas que exigen motores comptentes. En este circuito se apreció la distancia sideral que separa a Mercedes de la competencia. Hamilton cruzó ligeramente el coche en la salida según es su costumbre, entorpeció la acometida de Rosberg y fin de la historia.

Ni Ferrari estaba tan cerca como anunciaban los pronósticos fáciles ni Raikkonen puede asustar a Hamilton. Mercedes sigue en otro hemisferio y Vettel bastante tendrá si acaba tercero en este Mundial.

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