fórmula 1

Rosberg se inclina ante Hamilton

El inglés gana en Austin en un soberbio adelantamiento a su compañero y se escapa en el Mundial; Alonso, sexto

Rosberg se inclina ante Hamilton reuters

J. CARLOS CARABIAS

Austin decretó el fin de la abundancia. Lewis Hamilton proyecta su talento hacia su segundo título de Fórmula 1. Consiguió la victoria en Estados Unidos (la quinta consecutiva) por las bravas, aplicando un severo manotazo en la mesa. No fue un triunfo por avasallamiento ni por prebendas de equipo, sino en una limpia y hermosa pugna con su compañero Rosberg, propietario de la pole y dueño de la carrera hasta el ecuador. Fue ahí, en el callejón sin salida al borde del precipicio de los nervios, donde se inclinó ante Hamilton. Fernando Alonso fue sexto.

La carrera amaneció con un chasco descomunal para la comunidad mexicana, que, como ha sucedido durante los últimos dos años, había cruzado la frontera en oleadas desde los cercanos Monterrey, Piedras Negras o Nuevo Laredo. Checo Pérez, el azteca promocionado por Carlos Slim, chocó contra Adrian Sutil en la primera vuelta y se retiró con más pesar que nunca. La expectación que genera la F1 en Texas y en México (donde habrá una carrera el próximo año) han encumbrado al circuito de Austin, un fijo en la quiniela de Bernie Ecclestone cada temporada.

La salida fue un ejercicio de contención. El final de recta en Austin es uno de los parajes más excitantes de la Fórmula 1: potente rampa, brusco cruce a izquierdas en una ancha autopista para dar rienda suelta a los instintos y zona de aceleración para apretar a todo trapo. Nadie incordió a nadie en un juego de paradójico conservadurismo en el último tramo de la temporada.

El coche de seguridad provocado por el accidente de Sergio Pérez se marchó en la vuelta cinco y el mundo se ordenó a partir de Mercedes. Inabordables los bólidos de Rosberg y Hamilton y ubicados los Williams en el segundo plano (también equipados con motor Mercedes), la pelea del tercer mundo involucró a Ricciardo, Alonso, Magnussen y Button. El español mostró su vena competitiva en toda situación, aunque el objetivo sea nimio para él: la sexta posición. Sacó el cuchillo de afilar en dos adelantamientos de talento frente a Button y Magnussen, pero ahí quedó la cosa. Su relación con Ferrari no da para más.

El adelantamiento

Los Mercedes jugaron a otra cosa, un espacio sideral entre ellos y el resto. También entre Rosberg y Hamilton hay diferencias respecto a la conducción, al arrojo, la perseverancia y otras virtudes. Hamilton tiene más de todo. Viene equipado de serie para este deporte. Algo de esto se vio en la vuelta 24, un adelantamiento con aire de sentencia por anticipado en el Mundial. Mandaba Rosberg con el pelo al viento, pero le acechaba el inglés a corta distancia. Al final de la larga recta en el reverso del circuito, ganó la carrera. Hamilton lanzó un derrote a su compañero, muy blando en la defensa, la puerta abierta y el título en juego. Salió triunfante el británico y asestó un poderoso golpe a su adversario y antiguo amigo.

Ya no se recuperó Rosberg, aturdido por la evidencia de un contrincante superior que conduce el mismo coche. Las cartas estaban boca arriba y no había juego sucio a la vista. No hubo maniobra extraña ni privilegio de equipo ni nada oscuro. El adelantamiento fue una declaración de vida: Hamilton es mejor. Y por eso se encamina hacia su segundo título mundial a bordo de un coche supersónico.

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