GOLF

El día supersónico de Jon Rahm

Torneo de campeones

El vasco rubrica una remontada memorable en Hawái, la mayor del circuito desde 1978, y arranca la temporada con un título en el torneo más exclusivo

El regreso del Seve Trophy desata otra guerra en el 'green'

Rahm. con el trofeo de ganador en el Torneo de Hawái AFP

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Jon Rahm (28) lo volvió a hacer y demostró una vez más que hasta que no suena el pitido final él no da por terminado el partido. Así lo hizo en la última jornada del Sentry de Hawái, que merece la consideración de una remontada histórica, a la altura de las noches mágicas del Bernabéu o de los quintos sets imposibles de Rafa Nadal.

El de Barrica, que el domingo partía a siete golpes de Collin Morikawa, se vio de repente nueve por detrás al pinchar en el primer hoyo y acertar el estadounidense en el mismo agujero. Pero en lugar de venirse abajo y dejarse llevar por la decepción, sacó lo que desde siempre lleva dentro: su espíritu de ganador. «Es algo innato, con 15 años ya se veía que iba a estar entre los diez mejores del mundo», comenta su entrenador de entonces, Kiko Luna. «En los campeonatos de España que ganó, aunque viniese desde atrás acababa con el trofeo porque le iba la marcha. Si empezaba retrasado en la tabla decía ‘¿que voy a cinco golpes?, pues a por ello’ y vencía con autoridad».

Esas ansias por ser siempre el mejor las conoce bien su hermano mayor Eriz, que hace tiempo que dejó de competir con él. «No le gusta perder a nada, ni siquiera a las cartas. Al golf ya ni lo intento, pero nuestras partidas de mus o canasta son épicas», bromea a la vez que se muestra alucinado, pero no sorprendido, por la reacción de Jon en el torneo de los campeones. «Siempre que juega lo hace para ganar y yo espero, sin sorpresa, que remonte. Así se siente él mismo en estado puro».

La gente que más le conoce tenía pocas dudas del milagro, sobre todo porque el exnúmero uno mundial tenía aún 17 banderas por delante para consumar su escalada. «En los últimos meses ha estado jugando muy bien, muy centrado. Desde que tuvo a su segundo hijo se asentó mucho y su juego está siendo casi perfecto», indica Eduardo Celles, su profesor de toda la vida. «Jon tiene un ‘swing’ tan consolidado y repetitivo que hay pocas cosas que retocarle de un año a otro. Y por lo que se ha visto esta semana, salvo por las nuevas maderas que ha estrenado, sigue con las mismas virtudes de siempre y con un ‘putter’ mágico». Mas, pese al tiralíneas y al buen toque en los tapetes, aún se presentó en los últimos siete hoyos seis tantos por debajo.

Remontada inncreíble

Fue en ese momento cuando Rahm puso la sexta marcha y utilizó el recurso que tantas veces le ha servido para destacar: liberarse de las ataduras y atacar a tumba abierta. «Hay dos formas principales de ganar los torneos: llevar mucha ventaja y conservarla hasta el final o ir recuperando terreno desde atrás. Y en los dos casos hay que saber tener una actitud ganadora bien asentada», apunta el psicólogo deportivo Óscar del Río. «En el primer caso, el peligro es que cuando uno se ve a punto de ganar puede tener malos pensamientos que le atenacen; en el segundo, lo bueno es que se va adquiriendo confianza según se va remontando porque no hay nada que perder». Y como el español ya lo ha hecho en otras ocasiones (sus éxitos en San Diego o Irlanda llegaron desde atrás) consigue meter el miedo en el cuerpo de los rivales. Aunque sean poseedores de dos grandes, como Morikawa, que perdió los papeles por completo.

Cuando el californiano vio que su rival enlazaba tres ‘birdies’ y un ‘eagle’ le entró el tembleque. Se encontró derrotado y sumó tres ‘bogeys’ consecutivos para encontrarse en el hoyo final con dos puntos de desventaja. El prodigio se había consumado. Jon le había dado la vuelta a la tortilla y los ‘birdies’ con los que ambos concluyeron no hicieron sino certificar su octavo título en el PGA Tour, el decimosexto de su carrera internacional. «No va a dar por perdido ningún torneo jamás, porque Jon es muy duro», incide Eriz. Pero lo increíble es que esta sea su tercera victoria en sus últimas cuatro apariciones desde octubre. «Está pateando como los ángeles y así es más fácil que lleguen los resultados», analiza Celles. «Últimamente le veo muy tranquilo, más pausado y más relajado. Con esa confianza que da la efectividad y viceversa».

De ahí que los pronósticos para lo que queda de año sean de lo más optimistas. «Yo espero que este año gane un ‘major’; vamos, siento que este año va a caer», pronostica Eduardo, mientras que Eriz es aún más ambicioso. «En 2023 se plantea ganar los cuatro grandes y este arranque de año le va a dar mucha moral para conseguirlo. Y, por supuesto, en la Ryder Cup va a salir a darlo todo». Precisamente es ahí donde Luna vislumbra un gran éxito en el mes de septiembre. «Aún no se sabe si Sergio García va a poder acudir a Roma, por el conflicto que existe con el LIV golf, pero tengo claro que Jon va a ser su heredero natural y el líder absoluto de Europa. Transmitirá al resto del equipo ese espíritu de no dar nada por perdido».

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