ciclismo

Evenepoel conquista las Ardenas y Pogacar acaba en el hospital

El belga gana con mucha autoridad su segunda Lieja-Bastoña-Lieja tras una caída del balcánico, que le obligará a pasar por el quirófano

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Evenepoel, tras conquistar la Lieja-Bastoña-Lieja efe

Pablo Lodeiro Fernández

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En el ciclismo moderno los ciclos son cada vez más cortos, los reyes caen en cuestión de meses y los príncipes cometen magnicidio sin remordimiento ni respeto, a la mínima oportunidad. Cuando creíamos que no cabían más grandes corredores en el lujoso pelotón que nos ha tocado vivir, Remco Evenepoel, 23 años, se coronó de nuevo en la Lieja-Bastoña-Lieja, su segunda victoria en su segunda participación en el monumento de monumentos, con una nueva actuación imperial, mientras lucía el arcoíris que le reconoce como campeón del Mundo y con Tadej Pogacar, el inhumano, en la enfermería tras sufrir una aparatosa caída a 85 kilómetros de la meta.

Pinchó el prodigio esloveno, que había firmado hasta la fecha un 2023 de leyenda (triunfos en la París-Niza, Tour de Flandes, Amstel Gold Race y Flecha Valona), y lo hizo en las Ardenas, tumba de imperios, bajo una climatología apocalíptica, con ligeros copos de nieve y un asfalto resbaladizo que convertían la prueba, ya de por sí difilísima, en un auténtico infierno.

Fue ese escenario el que provocó la caída de Pogacar, que abandonó para luego confirmarse que sufría una fractura en el escafoides izquierdo y en los huesos semilunares, percance que le obligó a pasar por el quirófano

Con el balcánico camino de un hospital de Genk (fue operado con éxito según los servicios médicos del equipo del Golfo Pérsico) y con el equipo Emirates desmembrado, Evenepoel, a 30 kilómetros de meta, comenzó el abordaje hacia el triunfo, imparable, insaciable, un depredador alfa más en este tiempo de caníbales. Solo le siguió de cerca el británico Thomas Pidcock, pero sus esfuerzos caducaron pronto ante el imparable avance del belga, que entró en línea de meta solo, con sus paisanos coreando un nombre que ya está entre los grandes del ciclismo mundial y que, sin duda, lo puede ganar todo.

En la pelea por el podio, la recta final vivió un duelo de pura velocidad entre Pidcock, el bravo irlandés Ben Healy, que llegaba con la gasolina justa, y el colombiano Buitrago, y fueron finalmente el primero y el tercero quienes acompañaron al belga en el Olimpo de Lieja. Pero solo había ojos para Remco, feliz con nunca, autor de la victoria número 60 para Bélgica en el monumento. Su próxima parada, el Giro, donde le espera el único hombre que ha sabido frenarle los pies en esta campaña, el también esloveno Primoz Roglic. Un duelo que hará templar los cimientos del país transalpino.

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