Ciclismo | El escándalo del dopaje
Bruyneel: «El 90% de los ciclistas se inyectaba EPO... Lo que solía ser dopaje, ahora es un enfoque científico»
Johan Bruyneel, ex director de Lance Armstrong, sancionado de por vida por el uso de sustancias prohibidas, ha dado una jugosa entrevista en el medio belga HLN
Bruyneel: «No puedes ganar a los mejores del mundo sin tomar algo»
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Johan Bruyneel, exdirector de US Postal, Discovery Channel o Astaná, sancionado de por vida por el uso de sustancias prohibidas en sus equipos, ha dado una jugosa entrevista en el medio belga HLN, donde no ha escatimado detalles de las diferentes triquiñuelas que utilizó para dopar a sus ciclistas, incluido el polémico Lance Armstrong.
Como ciclista, el belga fue un corredor solvente que desarrolló sus mejores años en la ONCE de Manolo Saiz, logrando victorias en etapas de la Vuelta a España o el Tour de Francia. Tras colgar la bicicleta se convirtió en director deportivo del US Postal, donde contó con figuras como Lance Armstrong o Roberto Heras.
Según el propio Bruyneel, su experiencia con el dopaje cuando era ciclista le ayudó mucho a enfocar este polémico tema en su salto a la dirección de equipo: «El año 1996 fue el del pico del uso de EPO. Yo mismo era un corredor en ese momento. También he usado EPO. ¿Me arrepiento de eso? No. Yo era parte de esa generación, era entonces. Era únete o vete a casa. No es que Lance Armstrong inventara el dopaje en 1999 y que el dopaje dejara de existir en 2005. Como ciclista, terminas en un sistema, sea cual sea el sistema. Eso solía ser dopaje, ahora es un enfoque científico».
En palabras del belga, el secreto estaba en la autorregulación, ya que «el límite era tener un hematocrito de 50. Esta fue una forma indirecta de restringir el uso de EPO. Para mí fue sencillo. Me convertí en el jefe de equipo en US Postal en 1999. Yo mismo acababa de dejar de ser ciclista y sabía muy bien cómo piensa un ciclista. Siempre que algo no se pueda rastrear, se utilizará. ¿Qué hacer entonces? ¿Dejas a todos en paz, diciendo: «Tenemos que obtener resultados. Haz lo que quieras, pero asegúrate de que no te atrapen». Eso es básicamente lo que se ha dicho en todas partes. Yo tenía una opinión diferente sobre el asunto. No quería dejar a los ciclistas, quería controlarlos. Por eso fijé el límite en 48% de hematocrito. Cualquiera que excediera ese límite antes de la salida sería mandado para casa. Para mí, era la manera de controlar todo y asegurarme de que no sucediese ninguna locura».
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«Mientras algo sea indetectable, el ciclista lo usará»
Johan Bruyneel
En la entrevista con el medio belga, Bruyneel se muestra incluso un poco orgulloso de su sistema interno de 'control' del dopaje: «Nadie dio positivo nunca y nunca pasó de los 50. Y, sobre todo, nadie vio nunca amenazada su salud. Es cierto: lo permití y lo comprobé. ¿Me arrepiento de eso? No. Ningún ex ciclista de mi equipo podrá jamás decir que lo empujé, lo obligué o puse en riesgo su salud. Por otro lado, ningún corredor de nuestro equipo recurrió nunca al dopaje sin haberlo pedido él mismo».
«Entre 1999 y 2001 los cincuenta primeros del Tour estaban dopados»
Johan Bruyneel tiene muy claro que el dopaje estaba absolutamente generalizado en su primera época como director: «¿Transfusiones de sangre? Sí, es verdad. ¿El 'motorman' que se fue a Niza con EPO en la nevera portátil? Eso también es cierto. ¿Qué es mejor? En otros tiempos escondían la EPO en las llantas de los coches. En ese momento, entre 1999 a 2001, el sistema era el siguiente: los veinte, treinta, cuarenta y cincuenta primeros en la clasificación del Tour estaban dopados con EPO y el 90% del pelotón tomaba EPO», sentenció en la entrevista con el medio belga.
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Sin embargo, Bruyneel ha cree que el dopaje sistemático ha pasado a mejor vida en el ciclismo actual, apuntando que «el dopaje ya no existe, o en todo caso es menor. No hay nada que ofrezca un 5-10% de ventaja. Todos juegan con las mismas reglas».
«Pagamos el precio de nuestra arrogancia»
Una de las claves de su caída en desgracia fue, en palabras del propio Bruyneel, su arrogancia: «estábamos tan concentrados en el Tour que vivíamos en una burbuja que creamos nosotros mismos. Ganamos el Tour una vez y luego dos veces. Y a partir de ahí nunca hubo un plan B. Teníamos que ganar. No ganar no era una opción. Nuestros patrocinadores estadounidenses en particular nos guiaron en esa dirección. Fui con eso. Tuvimos que dejar de lado cualquier cosa que nos distrajera de ganar. Teníamos conflictos con los medios. Nos volvimos arrogantes. Si pudiera cambiar algo del pasado, sería la arrogancia».
Esa misma arrogancia les causó problemas con prensa, organización… «Me he sentido como un paria, ya no. Pero ciertamente jugó un papel. No creo que si me encontrara con el jefe del Tour, Christian Prudhomme, me saludaría. En un momento, Armstrong fue más grande que el Tour. El Tour tuvo dificultades para lidiar con eso».
Las críticas de Bruyneel a la organización del Tour de Francia no cesaron, denunciando que «tratar de reescribir la historia del Tour de Francia eliminando a un siete veces ganador del palmarés, como ha hecho la ASO (Amaury Sport Organisation, propietaria de L'Équipe y Le Parisien y organizador de eventos deportivos como el Tour de Francia, la París-Roubaix, la París-Niza,, el Maratón de París o el Abierto de Francia de Golf), es bastante ridículo. Pregúntele a sus oponentes de esa época quién fue el ganador de los Tours de 1999 a 2005. Ullrich no dirá que ganó, Basso y Klöden tampoco y Zülle y Beloki tampoco», sentenció.