Vuelta a España

Hasta el podio con un billete de tercera

Jiménez Quiles se presentó con 20 años y sin equipo para pedir un dorsal en la Vuelta’55 y la acabó segundo

Antonio Jiménez Quiles, durante la Vuelta a España de 1955 El Correo

La memoria de la Vuelta a España regala historias extraordinarias, como la del granadino Antonio Jiménez Quiles , segundo en la edición de 1955, sólo superado por el francés Jean Dotto, y por delante de figuras como Geminiani, Loroño, Bahamontes, Magni y Nencini. Aquel año, rescatada por el diario EL CORREO , la Vuelta renació tras cuatro temporadas de ausencia. Y resucitó con etiqueta de gran carrera: por primera vez iban a participar más de cien ciclistas.

Días antes de la salida en Bilbao, un grupo de aficionados reunieron la pesetas justas para pagarle a Jiménez Quiles el billete de tren desde Granada. Aunque era menudo de talla, su aventura era la de un gigante. Tenía 20 años y no tenía ni equipo. Aun así, en la estación hizo una promesa: « Me voy en tercera pero volveré en avión ». Llegó a Bilbao y, con varias cartas de recomendación en la mano, se presentó antes los organizadores para solicitar un dorsal. Imposible. Entonces, la carrera se disputaba por selecciones. Jiménez Quiles tuvo que esperar hasta la noche previa al inicio de la ronda. Una baja en el equipo de Cataluña-Aragón le abrió la puerta. El director de aquella selección le miró de arriba abajo. Tardó poco. Tan pequeño. ‘El maletilla’, la apodaron. Quiles no se arrugó: « Le prometo que acabaré la Vuelta ». Cumplió. De sobra.

Era vivo en carrera, con instinto para las fugas. Se fijaba en Bernardo Ruiz , un mito. Aprendía a cada pedalada. Y eso que en su equipo nadie le ayudaba. Por la noche tenía que darse él mismo el masaje. Y él cuidaba y limpiaba su bicicleta. Le dio igual. Era su reto. En la etapa Valencia-Cuenca se montó un fuga en la que iban Dotto y Cosme Barrutia. Detrás, en la subida al Portillo, Jiménez Quiles salió a por ellos. ¿Dónde va ‘el maletilla’? A por todas. Los cogió y escaló a la tercera posición de la general. Así, en otra fuga camino de Valladolid, subió a la segunda plaza. Tremenda sorpresa. Ese día, a dúo con otro mito como Geminiani, volvió a cazar a los escapados. En Bilbao, punto final de aquella Vuelta, dio la vuelta de honor al lado de Dotto y Geminiani. Ya no era ‘el maletilla’, sino ‘ la pulga de la Alhambra ’.

Regresó a casa con cien mil pesetas y a lo grande. Cruzó Granada en un descapotable. Saludó a la multitud desde el balcón del Ayuntamiento de su ciudad, que hoy tiene una calle con su nombre, Antonio Jiménez Quiles, autor de una de las historias más extraordinarias de la Vuelta .

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