La Vuelta

Quintana manda sobre Valverde

King gana en la cima de Alfaguara, donde Yates y Buchmann se destapan y el murciano protege al colombiano

Un grupo de corredores durante la cuarta etapa de La Vuelta Movistar Team

J. Gómez Peña

Si la palabra ‘alfaguara’ fuera un vino merecería la mejor copa. Detenerse en su aroma y paladearla con calma. Siempre aparece en las encuestas sobre cuál es la palabra más bella de este idioma. Como los buenos vinos te trae varios ecos. ‘Alfaguara’ es un manantial del que brota agua con fuerza. También se llama así a la ballena azul. Y es, además, la sierra que da sombra a Alfacar, la tierra donde fusilaron y sepultaron a Federico García Lorca, y el lugar donde el estadounidense Ben King fue el mejor de los fugados y ganó la primera etapa de montaña.

El día fue una manantial de calor y de datos: entre los favoritos, Valverde, pese a estar pletórico, se puso al servicio de Quintana cuando les atacaron Simon Yates y Buchmann, dos aspirantes al alza que arañaron una veintena de segundos y que se arriman mucho al liderato. Buchmann se queda a 7 segundos y Yates, 10 . Al líder, al polaco Kwiatowski, el horno de Alfaguara le tostó la cara. Salvó el maillot, aunque llegó con la piel quemada pegado a Quintana y a dos segundos de Valverde, que siempre caza algún segundo. Y mucho peor, calcinados, aparecieron tarde en este balcón de Granada otros como Nibali, Zakarin, Mollema y Pello Bilbao. La sierra con el nombre más sugerente, de buen vino, resultó una olla de agua hirviente. Esta Vuelta escaldada sigue al alcance de muchos: Kwiatkowski, Yates, Buchmann, Jon Izagirre, Keldermann, Mas, De la Cruz, Kruijswijk, Bennett... Y también, claro, de Quintana, un candidato al que le cuesta dar la cara. Ya la da Valverde por él.

El sol andaluz tiene vocación de cocinero. Te mantiene todo el verano a la brasa. No para. Los ciclistas no dejan de beber, incluso sin sed . Aun así, acaban las etapas exprimidos como esponjas. Flacos. Secos. Tienen que reponer, sorbo a sorbo, los más de dos kilos de peso, de agua, que pierden a diario. Aunque hay dos corredores a los que ni eso frena: el marbellí Maté y el francés Rolland. Llevan tres días en fuga. No lo dudaron en la salida de Vélez-Málaga. Zarparon a beberse otra etapa. Esta vez les acompañaron Gastauer, Stalnov, Wallays, King, Boom, el guipuzcoano Aritz Bagües (Euskadi-Murias) y Óscar Cabedo, uno de los debutantes del Burgos BH. Cabedo tiene 23 años. A esa edad, en septiembre de 2012, fue arrollado por un vehículo su hermano Víctor , que se estrenaba como ciclista del Euskaltel-Euskadi.

La muerte de Víctor le cambió la vida a Óscar. Era el electrón libre de una familia entregada al ciclismo. Víctor había llegado a la élite, otro hermano es ahora el director del Burgos-B, los padres regentan un negocio de bicicletas... Pero a Óscar no le iba pedalear. Muy fatigoso. Probó con siete años y lo dejó de inmediato. Tres semanas antes del fallecimiento de Víctor, en la tienda desempaquetaron una ‘Orbea’ de carbono. Le gustó. Flechazo . Empezó a salir con ella, a pelearse con el cansancio y la pereza. Enseguida llegó la tristeza, el adiós repentino a Víctor. Óscar continuó su camino, emigró como su hermano al equipo Seguros Bilbao, ganó en los Ancares la etapa reina de la Vuelta a León y, casi en un santiamén, estaba en la fuga camino de esa palabra perfumada: Alfaguara.

Los escapados eran un racimo de sombras pisoteadas por el sol en la interminable cuesta de la Cabra Montés. Hay que estar como una cabra para subir en bici un día así. Maté, nada más reforzar en la cima el liderato de la montaña, alzó la cabeza. «Mi idea inicial era esperar allí al pelotón, pero con la ventaja que llevábamos, la victoria de etapa era nuestra», contó. Y tiraron hacia delante. Hacia Granada. «Me voy a Granada y que sea lo que Dios quiera», dijo Lorca dos días antes de morir. En Alfaguara. Por allí anda su tumba, cicatriz abierta.

El Sky no defendió el liderato de Kwiatkowski . Lo hicieron otros por él, el UAE, el Katusha y, sobre todo, el Lotto Jumbo. De los nueve minutos que tenían los escapados, el joven Sepp Kuss se comió la mitad. Delante, King necesitaba llegar con 4 minutos y medio para destronar a Kwiatkowski. Ya era imposible. Así que King, ciclista de Virginia, enfocó hacia el triunfo de etapa. Fue él el que provocó la caída de Landa, Latour y Bernal en la última Clásica de San Sebastián. Aquella tarde miró hacia atrás y, sin querer, tocó la rueda del corredor que le precedía. Esta ves sólo miraba hacia delante, hacia arriba. Alfaguara.

Ben King se llama como el autor de la canción ‘Stand By Me’. ‘Quédate conmigo’. Con él se quedó sólo el kazajo Stalnov en cuanto empezó la subida. Maté arrastraba tantos días de fuga. Y Bagües y Cabedo bastante hacían con alcanzar esta cima de fuego. En la curva final, King cambió de canción y no quiso la compañía de Stalnov . Le batió bien. King tiene fe: es un cristiano fervoroso. Detrás, Yates aprovechó el ritmo del Lotto para saltar a degüello. Esta tierra, ‘verde que te quiero verde’, está regada con sangre de poeta. Y fue entonces Valverde, generoso, el que tiró a por Yates. «Para que no le cogiera tiempo a Nairo», dijo mientras exprimía un botellín con la boca cansada de tanto beber.

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