Tour de Francia
La inspiración del Galibier
En el que parece su último Tour, Contador quiere reventar la carrera como hizo en este puerto en 2011
Alberto Contador conoció el Tour en 2005. En el final de la era de Armstrong . Flechazo. Supo que era su carrera. Volvió en 2007 y lo ganó, como el de 2009 y el de 2010 -este tercer triunfo fue anulado por dar positivo-. A la edición de 2011 llegó cargado de rabia. Aún dice que el Tour de 2010 es suyo . Pero no pudo ni con Evans , vencedor final, ni con los hermanos Schleck . Su derrota, su primera gran derrota en la ronda gala, quedó sellada en el Galibier , en aquella etapa que hizo grande a Andy Schleck. El luxemburgués, desatado al fin, atacó en el Izoard y ganó en solitario el pulso a sus rivales durante 60 inolvidables kilómetros. La etapa terminaba en el Galibier y allí Contador se vino abajo.
No durmió bien tras perder por primera vez el Tour. El Galibier le había consumido. No se reconocía. En ese duermevela lo pensó: la etapa siguiente, con meta en el Alpe d’Huez, arrancaba en la falda del escenario de su derrota, en el Galibier. Al dictado de su orgullo, eligió la manera de perder. Con un órdago. Se elevó sobre su pedales en rampa inicial del Galibier, en el Telegraphe, que así se llama porque por allí subía una línea de telégrafo. Contador había enviado su mensaje. Así cae un campeón . Ni ganó el Tour, que fue de Evans, ni la etapa, de Rolland. Pero emocionó la carrera , enterró al líder -el gesticulante Voeckler - y puso la ronda como más le gusta: «Patas arriba». Hoy, en su décimo Tour , en el que puede ser el último que corre, Contador se despide de esta montaña que tanto le llama.
Uno de los directores en el equipo Trek , Steven de Jongh, sorprendió en la salida al anunciar: « Alberto no correrá más veces el Tour ». Luego, en la meta, el madrileño matizó ese supuesto final. «No hay nada decidido. Caben mil posibilidades », dijo. En 2018 aún competirá con el maillot del Trek e irá a por el Giro. El segundo patrocinador de la escuadra es Segafredo, una marca italiana. Luego, el madrileño decidirá si va a la Vuelta. El Tour no parece entrar en sus planes. Si el anuncio de De Jongh se cumple, al madrileño le quedan cinco etapas en su carrera. Y un paso por el Galibier, el paisaje del silencio.
Allí bautizaron a Federico Ezquerra como el «Águila del Galibier» por coronar el primero en 1934 y 1936. Allí, en 1935, se mató otro vizcaíno, Francisco Cepeda . Hay más águilas en esta cumbre. De Toledo. Federico Martín Bahamontes . Ya al final de su biografía deportiva voló más alto que nadie por la cima en 1964. Andaba picado, harto de escuchar a todos hablar de Anquetil, Poulidor y Van Looy . «Se habían olvidado de Bahamontes», protestó. Negó ser viejo. «Mi cuerpo es más joven de los que dice mi edad». Y con su cabello ondulado y cable de acero en las piernas, conquistó el Galibier y venció en la meta de Briançon. A Bahamontes convenía no olvidarle. Como a Contador.
La de hoy es su última cita con el coloso alpino. «El Galibier...». Es un nombre evocador. Sonrisa pícara. « Es largo. Me gusta . Sube por encima de los dos mil metros. A mí eso me va bien y a otros no tanto. Siempre me han ido mejor los Alpes que los Pirineos», se anima. «Estoy muy recuperado de las caídas. Estoy con ganas », advierte. Diga lo que diga la clasificación general, Contador es decimoprimero, a siete minutos de Froome . Mikel Landa , fiel al británico, no se fía ni así del madrileño. «No se le puede descartar. La puede liar en cualquier momento», advierte el alavés. Comparten visión del ciclismo: están en este deporte para disfrutar . Destinados a las gestas.
Contador jura que ha olvidado alguna de sus victorias, pero que tiene tatuadas en la memoria sus locuras. Fuente Dé, Formigal, el Galibier… « Mi objetivo más realista es ir a por una etapa , pero… Tengo la ocasión de disfrutar. Si no pensara que todavía puedo hacer algo, no estaría aquí», avisa. Y prende la mecha: «Estoy en un situación de libertad. Buscaré la mejor carrera para mí ». A este Tour le restan dos etapas de montaña, hoy en el Galibier y mañana en el Izoard.
« Me gusta más la del Galibier », se decanta Contador. «Puede haber más sorpresas. Una crisis en ese puerto te saca del podio». Le atrae dar un golpe en la mesa y voltear la partida en estos 183 kilómetros alpinos que incluyen el ascenso a la Croix de Fer (24 kilómetros al 5,2% de desnivel), al Télégraphe (11,9 km. Al 7,1%) y, encadenado, al Galibier (17,7 km. Al 6,9 %) antes de bajar directo a la meta de Serre Chevalier. «Empecé cruzado este Tour y lo estoy enderezando», asegura. « Sin las caídas estaría luchando por el maillot amarillo », agrega convencido. Da un dato: «Unos días antes de venir al Tour batí mi récord en la cuesta donde suelo entrenarme ». Contador es fiel a su geografía. Y el Galibier forma parte de su mapa personal. Hoy, ciclista y montaña, se citan parece que por última vez.
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