Tour de Francia
Sin Contador no hay fiesta
Nairo se pega a la espalda de Froome, que vuelve a mostrar fuerza en los Pirineos. Triunfo de Dumoulin en el granizo de Arcalís
El ciclismo racional, científico, de laboratorio triunfa en el Tour por encima del instinto, las sensaciones y el corazón. Se retiró Contador del Tour y se ha hecho a un lado el sentido de la aventura, la posibilidad de fiesta y la incertidumbre. Se han quedado el cálculo y la data base. Para las hemerotecas lucirá la victoria de Tom Dumoulin en Arcalís, otra más para su colección: etapas en la Vuelta, el Giro y el Tour.
Nairo Quintana, por ejemplo, poseedor de una arrancada capaz de tumbar a un mulo, se ha pegado a la espalda de Chris Froome después de su error en el descenso del Peyresourde y parece que ya no hay más objetivo para él que la resistencia, el largo alcance y la tercera semana con sus adorados Alpes.
Camino de Ordino Arcalís se vieron los dos ciclismos, las dos versiones. Contador estaba medio muerto, con unas décimas de fiebre, magullado por las caídas y abandonado a su suerte por un equipo en descomposición expuesto a las ocurrencias del millonario dueño, Oleg Tinkov . Pero sacó el orgullo del campeón al atacar medio impedido en la Bonaigua. Rompió el pelotón del Tour a 180 kilómetros de la meta, por la mañana, antes de la comida, con cuatro puertos de primera categoría por delante, sin miedo al fracaso.
La estampida quebró el Tour, lo partió en dos. Delante, Contador, Valverde y treinta corredores más. Detrás, la perfecta máquina del Sky, donde trabajan ciclistas que podrían ser líderes en seis equipos distintos. Pero todos cobran un sueldo a favor de Froome.
Cuando los dos grupos se juntaron en el Cantó, Contador dejó de encontrar sentido a su presencia en el Tour, una carrera que más que mimarlo lo castiga últimamente. «No es una sorpresa. No lo estaba haciendo muy bien », dijo luego desdeñoso el jefe Tinkov.
En Andorra se unieron voluntades para formalizar una escapada, de la que surgió victorioso Dumoulin entre la granizada del verano. También ahí, entre Beixalis y Arcalís ordenó Froome a sus escuderos: Landa, Poels, Nieve, Thomas, Henao. Cinco de los quince diez mejores escaladores del Tour.
Ante un muro de sólida argamasa, Quintana eligió su lugar, la rueda de Froome. No se movió un pelo, solo un vaivén a cada latigazo del líder inglés. Coger, parar, y vuelta a empezar. Tal fue el dominio de Sky que Froome lanzó a su lugarteniente Henao a probar al grupo. Los gregarios contra los primeros espada.
El Tour es un duelo entre Froome y Quintana al que el colombiano aspira a través de la larga distancia, esa tercera semana en la que confía en una debilidad del británico.