Giro de Italia

Recital de Egan Bernal en el Giau y sentencia del Giro

El colombiano distancia a sus escasos rivales a falta de dos finales en alto y una contrarreloj

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En la estación de Cortina d'Ampezzo, Egan Bernal hace malabarismos sobre el reluciente empedrado para despojarse de su chubasquero protector. Cruza con habilidad los brazos, desarma la pieza y la entierra en la espalda. Quiere mostrar su 'maglia' rosa al mundo, lucir su esplendor, explicar los motivos que lo entronizan como líder del Giro que va a ganar si no hay sobresaltos o accidentes imprevistos. El colombiano gana la etapa reina, afeitada por un tiempo infernal en el Pordoi y la Marmolada, pero que obtiene el mismo resultado previsible. Vence el colombiano, inalcanzable para casi todos. Deja un Giro medio sentenciado a falta de la tremenda última semana, dos finales en alto y una contrarreloj.

El Pordoi y la Marmolada son dos de los puertos emblemáticos de los Dolomitas, la cordillera de montañas más bella del ciclismo. Escenario sin igual que despliega el abanico de los puertos más hermosos.

El año pasado los ciclistas le montaron un motín al patrón del Giro , Mauro Vegni, por los desplazamientos y el kilometraje de una de las últimas etapas. Rebelión a bordo que provocó la ira del jefe rosa. «Cuando lleguemos a Milán, alguien pagará por esto», amenazó.

Con esa losa flotando en el ambiente, Vegni se anticipó este lunes a los posibles obstáculos. Anuló el paso por el Pordoi y la Marmolada en previsión de la nieve y la lluvia y se arriesgó a que le cayeran comentarios de todo tipo. En tiempos en los que se trata de potenciar la seguridad de los ciclistas, no parece mala idea capar una etapa en la que el hielo y la nieve podían complicar la conducción de las bicis.

Quedaba en pie del paso del Giau, imponente como los otros. Diez kilómetros al 95 por ciento de media, escenario de los mejores ataques de José Manuel Fuente, el Tarangu que venció en 1973. Allí decide Bernal sentenciar el Giro.

Se podía esperar otra sesión anodina del Ineos, su tranco veloz e insípido, inspirado en la calidad de sus gregarios que cobran millonadas y que impide atacar a nadie. Lo que tantas veces se vio en el Tour con Froome, Wiggins, Thomas o el propio Bernal , sus cuatro ganadores de la Gran Boucle.

No hay puertos ni imágenes , la niebla impide la señal, y hay que imaginar cómo Bernal acelera, despide a su séquito y hunde para siempre a Evenepoel, que ya está a 28 minutos en la general.

Bernal suelta a todos, descarga su mochila, se asemeja ya al imperial colombiano joven que conquistó el Giro 2019 con 22 años. Se desplaza ligero y sólido, impecable en su decisión de sentenciar ahora que tiene fuerzas.

Llega de rosa a la meta en Cortina d'Ampezzo y deja un reguero de víctimas a su paso (Bardet y Caruso, a 28s; Carthy y Almeida, a 1.19; Vlasov, a 2.11; Yates, a 2.23; Nibali, a 7.16; Evenepoel, a 24 minutos ). Diferencias propias del Tour que ya parecen insalvables.

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