Tour de Francia

Mark Cavendish revive a costa de Van Moer

El británico consigue su victoria 31 en el Tour con 36 años. El belga fue cazado a 200 metros de la meta

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Los ciclistas se plantan porque se hartan de despellejarse por las carreteras de Francia, pero la realidad es tozuda. El Tour es una aventura indescifrable, en el que hay que sobrevivir antes de pensar en ganar. Un parón de un minuto antes de la salida y diez kilómetros a paso lento para reivindicar seguridad fueron el anticipo de otra jornada electrizante, de emoción y piel, en la que Brent van Moer saboreó el drama y la gloria del ciclismo, cazado en la pancarta de 200 metros, y en la que revivió un personaje definitivo en este deporte, Mark Cavendish, el velocista al que se daba por acabado y que, seis años después, vuelve a ganar en la misma ciudad, Fougeres, con la camiseta del equipo más solvente del mundo, el Deceuninck.

Se habla en el Tour de las caídas, de los pasos estrechos y en baja en los finales de etapa, de los intereses del Tour, de los equipos y de los ciclistas. Y se llega siempre al mismo punto, desde hace décadas es así: el Tour no cambia, lo tomas o lo dejas, es lo que es.

Se fugan dos percherones, Van Moer y Perichon, y uno se resiste a sucumbir a la ley no escrita según la cual un fugado es un bulto sospechoso en el Tour. Llega con fuelle y ganas a los últimos kilómetros, una locomotora con fuerza que ganó escapado en el último Dauphiné.

El belga cree y construye una bella sinfonía. Desafía al pelotón, impone su tranco de rodador a la confluencia de intereses en el grupo. Sus compañeros del Lotto, después de perder a Ewan, molestan a los escuderos de los velocistas que afilan la persecución. El acoso enciende la etapa porque Van Moer aguanta y sobrepasa pancartas con fe: 5, 4, 3, 2, último kilómetro, flamme rouge.

Las escuadras se han lanzado desesperadas a por el fugado, sin contemplaciones, casi a cuchillo, y la batida encuentra premio con el esprint lanzado a meta. Los lobos se meriendan a Van Moer, que merecía el premio, pero el Tour es el Tour.

Compiten los velocistas que quedan después de la criba de las caídas. Arranca Philipsen, otro del Alpecin en racha , asoman los clásicos Matthews y Sagan, aparecen el exboxeador Bouhanni y Cees Bol. A todos remonta por en centro Mark Cavendish, un apellido de alcurnia en este deporte, que se emociona a sus 36 años, 16 después de debutar como profesional.

Gana y llora porque nadie creía en su resurreción, salvo Patrick Lefevere, el patrón del equipo que más veces gana en el mundo, Deceuninck. «Cuando ves a un campeón del mundo con el maillot verde trabajando para ti... La gente ya no creía en mí, pero los chicos sí. Cuando vienes al mejor equipo del mundo, puede pasar esto», acierta a decir Cavendish con la voz entrecortada y la lágrima suelta.

Es el segundo ciclista con más victorias de la historia en el Tour (31) después de Eddy Merckx (34) . El tercero que más junta entre el Tour, el Giro y la Vuelta (49).

Después de las emociones, llega el orden. Este miércoles se disputa la primera contrarreloj, 27 kilómetros llanos con meta en Laval que deben organizar en minutos y segundos las posibilidades de éxito de los candidatos que aspiran al Tour.

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