Marc Soler llena el año vacío del Movistar

Avanza la Vuelta a un ritmo enfervorizado, segunda etapa y escabechina de favoritos, abandonos por la alta velocidad, ataques y contraataques y hasta una manada de caballos cruzándose al pelotón en la sierra de Aralar. Nada falta en la siempre chispeante Vuelta, compendio de emociones. En Lekumberri, a los pies de un puerto tortuoso -San Miguel de Aralar- triunfa Marc Soler, el catalán que llena el año vacío de éxitos del Movistar. Segundo triunfo en un curso para olvidar que Soler, eterna promesa sin cuajar, recompensa con una hermosa victoria cuesta abajo.

Un árbol caído por el temporal en Pamplona retrasa la salida del Mitchelton de su hotel. Se avecina el suspense porque la Vuelta es eso, electricidad. Hay fuga de salida con gente potente (Wellens, Aramburu y respuesta rápida del Jumbo (Roglic) y el Movistar, que no quieren escarceos.

Es un Movistar desconocido, formación en bloque que juega con riesgo, conduce al pelotón a un ritmo vivo en el tremendo puerto de hormigón, y reduce la nómina de grandes nombres (Dumoulin también se queda, como Froome de nuevo).

El grupo de notables son los mismos del día anterior en Arrate, más Alejandro Valverde, candidato a ganar en ese reducto escaso porque solo Roglic es tan rápido como él. Ataca Luisle, que lleva cuatro etapas en el Tour y ninguna en la Vuelta. A todos elimina Marc Soler en modo gregario para Mas y Valverde.

En el descenso se cruzan caballos sueltos, la carretera es una fina lengua de asfalto y asoma Soler desde atrás, violento e inteligente su ataque. El catalán recorre en esa bajada la historia de su vida. Potente promesa que ganó el Tour del Porvenir y la París-Niza antes de sumirse en un cierto olvido.

Pero la clase queda y Marc Soler baja divino y seguro hacia Lekumberri, donde el Movistar brinda en un año vacío de contenido. « Corríamos en casa (Movistar es la estructura navarra del antiguo Banesto) y estábamos muy motivados para ganar».