Ciclismo
Leire Olaberria: «Nos educan en el miedo a decir las cosas»
La ciclista habla con ABC sobre la falta de apoyos para volver a la élite tras la maternidad y su pelea para reivindicar el derecho a la conciliación

Después de catorce años de lucha contra el cronómetro en la pista, Leire Olaberria (Guipúzcoa, 1977) se ha encontrado en otra pelea que sabe que no puede ganar con los pedales, sino en despachos y en micrófonos altos y públicos. Su mente, su cuerpo y su ambición siguieron intactos tras ser madre, pero en su vuelta a la élite dice haberse encontrado obstáculos por parte de la Federación que la han llevado a denunciar ante el Consejo Superior de Deportes y a la Unión Ciclista Internacional, de la que espera resolución. Todo coraje en el circuito, también lo es en palabras y convicciones, decidida a luchar por ella y por todas las demás por una conciliación que no obligue a nadie a dejar de ser deportista de alto nivel y madre.
¿Sigue siendo: ser deportista o ser madre?
Llegué tarde al ciclismo, con 31 años tuve mis mejores resultados. Una edad en la que te planteas la maternidad, pero me apasionaba tanto lo que estaba haciendo que por momentos hasta casi se me olvida ser madre. He disfrutado ganando, perdiendo, compitiendo, he aprendido un montón de cosas, pero esta parte de la vida tampoco me la quería perder. En Guipúzcoa se planteó un proyecto para ayudar a las ciclistas jóvenes. Me planteo volver, pero tenía clara una cosa: al nivel que tenía antes. Siempre me han gustado los retos y no supe decir que no. Se puede y lo demostré. Al cuarto mes de la criatura competí a nivel nacional y al quinto, internacional, con puntos y buenos resultados. Se puede.
Como deportista mi planificación siempre ha sido semanal, con dos o tres meses vista. Ahora no, eres madre y empiezas a pensar día día. Hoy lo hemos salvado y ya veremos mañana. Nuestra vida ha sido entrenar, descansar, viajar, competir, y el miedo es qué voy a hacer cuando tenga un hijo. Es una decisión difícil. Y luego todo lo demás: si viajamos, si no viajamos, cómo lo hacemos, con quién. Todo eso te lo planteas. Y el reto es...
Yo concilio con mi equipo, porque entendió que yo me buscaba el calendario, mis competiciones para encontrar mis puntos, en mi estado de forma, respondía porque entendían que yo sabía mis límites y lo que tenía que hacer. Me ayudaron con las competiciones, y con eso, que no era mucho, me lo tomé para volver. Me di un año para conseguir los puntos y el nivel para clasificarme para los Juegos. En un grupo pequeño se hacen las cosas con más cariño.
Con su club puede conciliar, ¿qué ocurre en la selección?
Con los puntos que había acumulado me llaman de la selección, pero se me ofrece un planteamiento complicado. Primero una concentración en Palma, en la que corría yo con los gastos de llevar al niño y a una persona de apoyo porque me dijeron que no contemplaban eso en el presupuesto, y después, en el plano deportivo, sin ninguna ambición. Éramos una pareja que hubiéramos hecho grandes cosas con algo más de preparación, pero no en ese momento para el Campeonato de Europa. No hubiéramos ni acabado, estábamos muy verdes. Hablé con Joan Llaneras y otros compañeros y tomé la decisión de decir que no. Me mandaron para casa y no volví nunca más. Quieres volver, pero te das cuenta de que todas las cargas te las ponen a ti.

¿Qué respuestas encontró?
Todo lo llevan al plano técnico. Algunos se quedaban en el «no», en que me he negado a correr con esta corredora. A veces pensé que no me habían entendido. Fue crear un ambiente un poco feo. A enfrentarnos entre nosotras. Algunas han podido entender que he rechazado a una compañera. Dicen que no es por la maternidad, pero hablé con expertos en leyes deportivas -está representada por la Asociación de Mujeres para el Deporte Profesional (AMDP) - y me dijeron que era una situación muy rara.
¿Tiene algún apoyo?
La mayoría son en privado, la gente quiere volver a la selección y no se atreve a contar estas cosas. Pero yo ya no tengo nada que perder. Nos educan en el miedo a contar y hacerlo público. Cuando eres joven el sueño de ser ciclista y de llegar alto pesa sobre todo lo demás, a mí también me pasó. Lo más fácil hubiera sido darme la vuelta. Pero así no se avanza. Trabajo con chicas jóvenes, entendía que si en la sociedad esta situación se ha normalizado, ¿qué ocurre en el deporte?
¿Y por qué no pasa en el deporte?
Hay un miedo terrible cuando te planteas ser madre: dejas la competición y se van las ayudas. Es muy difícil tomar esa decisión. Facilitaría mucho las cosas que hubiera mujeres preparadas y válidas en los puestos de arriba. Porque pueden ver necesidades diferentes. En este momento de la sociedad, piensas que va a haber apoyos y a la hora de la verdad donde quieres estar no puedes estar. Mientras competía nunca me planteé mi género, solo quería ser mejor cada día. Ahora me han dejado muy claro que soy mujer. En otros países esto no pasa. Y hay buenos ejemplos de ciclistas campeonas después de ser madres.
Al cargo del Consejo Superior de Deportes ahora está María José Rienda.
Es mujer. Ha dicho que cree en la igualdad de géneros en el deporte. Está la ley del deporte que tiene que contemplar todo eso. Hay un trabajo enorme por hacer. Enorme. Es cuestión de voluntad, de conocimientos. Queremos creer que sí puede hacerlo.
¿Qué hará ahora?
Si no haces el Campeonato del Mundo es difícil seguir y creo que era necesario contarlo porque seguramente más de una se ha visto en la situación. Es un acto de, no sé si llamarlo valentía, volver a querer tener tu vida después de ser madre. A pesar de las malas experiencias, con un poco de distancia, estaré feliz y orgullosa de todas las aventuras que he vivido con mi hijo, el apoyo de los incondicionales. Todo este esfuerzo hoy parece que no ha merecido la pena, pero por la gente que ha estado llega a tener un valor mucho más especial que antes.