Mundial de ciclismo
El danés Pedersen gana el Mundial del agua
En un día de lluvia y viento, Valverde se retiró y Van der Poel se quedó vacío cuando se veía campeón. Los españoles, mal
Mathieu van der Poel se desinfla como un globo que acuna la tierra y, medio parado, muerto en vida, recibe como pinchazos de alfiler las gotas de agua que impactan sobre su cara colorada, juvenil, impetuosa. A doce kilómetros de Harrogate, el fenómeno holandés se ha vaciado cuando no había otro candidato para ganar. Es la imagen del Mundial inglés, una de las fotos de la temporada. El italiano Trentin se ve entonces campeón, 270 kilómetros después de una prueba terrible, disputada en el aguacero, el viento, las balsas de agua, el frío y la deserción masiva porque solo acaban 46 ciclistas de 198. Ya ha abandonado Alejandro Valverde, congelado, aterido, desesperado, y el maillot arcoíris es una merienda a tres que, oh sorpresa, conquista Mads Pedersen, danés de 23 años, otro joven al asalto del pelotón. A Trentin se le queda cara de palomo , porque era el más rápido del trío y ha perdido la ocasión de su vida. Pedersen, un palmarés casi inédito, sucede a Valverde. Fue una pésima carrera de los españoles. Así lo decidió el Mundial de la lluvia.
Las imágenes de televisión transportan a un paraje inequívoco de otoño inglés. Abrigos, chubasqueros y paraguas en el norte del Reino Unido en una estampa habitual por aquellos lares, 12 grados en la salida a las 10 de la mañana y un perfil recortado para evitar los cenagales donde los pedales casi tocan el agua cuando pasa el pelotón por la cima del Cry.
La selección española se concentró al sol de Alicante para, una semana antes del Mundial, hacer piña y mezclarse con las ideas del nuevo seleccionador Pascual Momparler. Valverde, que es de Murcia, tuerce el gesto y apenas comparece por la cabeza del grupo, escondido entre cortavientos y perneras para mitigar el ambiente helado y húmedo.
El Mundial es la carrera del año, una prueba de eliminación que en la campiña de Harrogate cobra todo el sentido de purga. También es una cita de colosos. La primera fuga se construye con el ganador de la Vuelta, Roglic , el vencedor del Giro, Carapaz, y un primer espada, Nairo Quintana, entre otros.
Pese a que no hay más ataques, la carrera es como un prensa que comprime las energías de los corredores. En el ecuador, kilómetro 123, cae el favorito Philippe Gilbert y Bélgica se descontrola porque, bendición bíblica, no hay pinganillos en el Mundial. La selección belga tira por delante y no permite la conexión de Gilbert, a quien auxilia el joven Evenepoel. Media hora más tarde, el venerable ciclista se retira.
También se marcha Alejandro Valverde , aunque la televisión no lo capta porque el avión que hace de repetidor se ha quedado sin combustible y el planeta sin imágenes. El campeón del mundo no puede con la gélida temperatura: «Hacía muy malo, muchísimo frío, viento, lluvia y yo iba totalmente congelado». También España se desmorona sin su capitán y única referencia. Quedan 70 kilómetros y solo cuatro españoles en liza. Cinco han sido eliminados.
Es la carrera de la supervivencia, el pelotón mengua con Australia al mando por Matthews, Francia al quite para Alaphilippe e Italia por su tradición mundialista.
Quedan 32 kilómetros y el Mundial se rompe. Ataca el elegido, Van der Poel , el hombre sin miedo que es favorito unánime en su debut. Salta del pelotón y destroza la prueba porque no le siguen Sagan, Alaphilippe o Van Avermaet. Lo hacen el suizo Kung, el danés Pedersen, los italianos Trentin y Moscon y el colombiano Betancur. VDP hace daño y Bélgica no cancela el hueco. El ciclismo se prepara para recibir a su paladín porque nadie duda del nieto de Poulidor.
A 12 kilómetros Van der Poel, el que nunca defrauda, se vuelve humano. Nunca ha corrido tantos kilómetros y le golpea una pájara furibunda, desgarradora , absoluta. Casi se para en el arcén, hueco, pálido. Nadie es Supermán en el ciclismo.
Trentin vislumbra el arcoíris. Arranca en la pancarta de 200 metros porque es el más rápido, pero Pedersen, al que hay que ponerle cara, le remonta fácil al instante y se dirige etéreo a recibir el oro de la lluvia. El primer título de Dinamarca. Van der Poel, gigante en la derrota, no se retira. Llega en el puesto 43 de 46, a diez minutos.