Vuelta a España
Un alemán celebra la etapa de Cataluña
Nikias Arndt gana la jornada celebrada íntegramente en suelo catalán. El francés Edet, nuevo líder
Llueve con furia en Igualada a las 17h.10 de la tarde y el público no ha desertado. A 200 metros de la meta, en la gigantesca explanada donde la Vuelta a España ha instalado su parque móvil, la oficina permanente y la sala de Prensa, no cesa el traqueteo sonoro de los golpes a las pancartas publicitarias, ese ruido tan particular del ciclismo. La gente se ha abastecido de paraguas, chubasqueros o una simple gorra para disfrutar de la estancia de la carrera en su ciudad, la capital de la comarca de la Anoia. Ha terminado la etapa de Cataluña en la Vuelta, disputada en su totalidad en suelo catalán, y ningún incidente, protesta o similar ha enturbiado la atmósfera. Igual que en el resto de las regiones, se respira un ambiente sano, deportivo. Nada que plantee diferencias. Aquí ha ganado un alemán (Nikias Arndt) que ha dejado con semblante de velatorio a un guipuzcoano ( Alex Aramburu ) y sonrisa de oreja a oreja a un francés, Nicolas Edet, el nuevo líder, que aprovechó la fuga para vestirse de rojo aunque sea por un día, ya que este domingo se sube a las montañas de Andorra. Todos son ciudadanos del mundo que conviven en paz.
Concluyeron las fiestas patronales de Igualada, como sucede en muchos municipios del resto de España, y sus habitantes han regresado al trabajo. Al mediodía la línea de meta presenta un aspecto desolador, apenas unos curiosos por la zona. Y cualquiera puede imaginar una deserción masiva por motivos no deportivos, toda vez que a primera hora de la tarde asoma una enorme bandera estelada con pretensiones propagandísticas. El día avanza con normalidad, como siempre. Los aficionados sienten curiosidad por el envoltorio espectacular de la carrera y empiezan a aproximarse masivamente cuando los ciclistas se acercan a la meta.
Algo similar sucede en Valls, punto de salida. No hay diferencias. Los vecinos se acercan a la Vuelta, que no pone vallas ni obstáculos, sino que facilita entrada libre para el contacto directo con los corredores, los equipos, los técnicos. Pedro Delgado, así pasen los años, sigue siendo la estrella , objetivo de los autorretratos. También Purito Rodríguez, contratado por Caser. Y, sobre todo, el Movistar y su campeón del mundo, Alejandro Valverde.
El autobús del Mitchelton casi arrolla al coche del director deportivo del Dimension Data, Bingen Fernández, y la gente se interesa por el pequeño choque. Se oyen típicos consejos de enterados respecto al porvenir del capó dañado. Como en todos los rincones de España.
La carrera tampoco se distingue por anomalía alguna. Se anuncia una fuga por el terreno quebradizo que prohibe un esprint. Y rápidamente se juntan 21 corredores, grupo masivo en el que, noticia, no hay ningún ciclista del Burgos BH. El equipo castellano ya ha hecho lo que tenía que hacer en la Vuelta y su líder, el pequeño Madrazo, recibe la Play 4 con la que soñaba.
Los escapados escalan al Monasterio de Montserrat, la montaña más emblemática de Cataluña, al tiempo que llueve como si no hubiera mañana. Ataca Herrada, también Barceló, más tarde Stybar, por allí está escondido Luis León Sánchez , que ha corrido 10 Vueltas y nunca ganó una etapa en su sobresaliente palmarés (cuatro en el Tour, dos Clásicas de San Sebastián y muchos otras carreras de fuste).
Ningún latigazo prospera entre los fugados y el éxito se dilucida al esprint. Se lanza demasiado emocionado el guipuzcoano Aramburu y le rebasa, sentado, sin levantarse del sillín para evitar resbalones el gigantón alemán Nikias Arndt. «Sentado hago más fuerza», explica luego. También cambia el líder porque la escapada acumula minutos. Es Nicolas Edet, otro francés líder en Igualada, como Hinault en 1978. Un hombre feliz. «Mi hija me pregunta siempre por el león del Tour. Al menos hoy le puedo llevar un toro».