Vuelta a España
Agonía feliz para Mikel Iturria
El ciclista vasco logra el triunfo para Euskadi-Murias en un final angustioso por el Baztán
El pelotón de la Vuelta se transporta al pasado, a las carreteras que convirtieron al ciclismo en el deporte del pueblo, parajes perdidos que jamás asoman en los noticieros salvo desgracia, lugares en los que dan ganas de quedarse. Como el Baztán navarro y su gemelo francés al otro lado de una frontera francesa que no existe para sus habitantes. Una tierra hermosa, suaves montañas verdes de ríos cristalinos que configuran una etapa interesante. A Mikel Iturria le dice su director, el exciclista Jon Odriozola, que se haga «el muerto» y ataque cuando llegue al grupo de escapados con «alma y corazón». El arte del engaño, como el regate en el fútbol. El escalafón de líderes se ha desentendido y en Urdax se juega la otra liga. Una oportunidad para todos. Iturria protagoniza un final electrizante porque los demás fugados huelen su sudor y se lanzan como lobos, pero el ciclista del Euskadi-Murias es de ritmo seguro y diésel y, agonizando, solo seis segundos, levanta los brazos. Tal vez su equipo, que también se extingue, pueda sobrevivir con esta victoria.
Los Pirineos Atlánticos se traducen al euskera cuando Francia se aproxima a España por el País Vasco. Pueblos bellísimos, limpios y oreados en los que la estructura lineal de las casonas dibuja un paisaje de diseño. Arquitectura de tejados pajizos a dos aguas, fachadas blancas y contraventanas en rojo siempre en la ondulación de la colina, en repechos de un carril o en las extensas praderas al borde de localidades muy hermosas, Ainhoa, Espelette, Cambo, Hazparren... En Francia los carteles de señalización están traducidos al euskera y en España, al francés.
Hace tres años el pelotón sometió a Urdax a una vejación seguramente involuntaria. Llegó riendo a 33 minutos de la fuga que coronó al italiano Conti. El esfuerzo económico que hizo esta población de 355 habitantes por acoger una etapa de la Vuelta se saldó con una dimisión en cadena de los ciclistas, a los que encima les hizo gracia su día de descanso. Urdax, con alcalde independiente en una región dominada por Bildu, volvió a insistir este año y la dirección de la Vuelta sintió que le debía una.
De nuevo el pelotón por los parajes del Baztán, sin tiempo para admirar la belleza, pero decidido a restañar aquella herida. La fuga se forma esta vez con catorce ciclistas, ninguno amenazante para el líder Roglic , que ya ha puesto al Jumbo a trabajar para que no se descontrole el tema.
Jonathan Lastra , miembro del convoy, estudia cómo atrapar una fuga. Marca la etapa, habla con los conocidos de la zona, consulta google maps, calcula la longitud de los esfuerzos en cada tramo, mide el tiempo que necesita para la recuperación y, sobre todo, no gasta en la etapa anterior. Pierde tiempo: 20 minutos mejor que 10.
Lastra, en compañía de Craddock, Howson y Bibard, persigue a Iturria en los ocho kilómetros finales. Le recortan a 15, 13, 10 segundos... pero el ritmo diésel del ciclista del Murias es mejor que las arrancadas y parones de sus captores. «No sabemos ganar una carrera con tranquilidad», dice Jon Odriozola. El vagón divisa a Iturria en cada curva, pero el guipuzcoano no mira atrás. Y una bajada a un kilómetro le da la vida. Vence en Urdax. Y recuerda una máxima en el deporte, no siempre gana el más fuerte, sino el que más cree.