Preservar el futuro de la caza de gansos y patos en España
La caza de acuáticas, una de las modalidades de caza más auténticas y apasionantes, es también la que más recortes y prohibiciones ha sufrido en las últimas décadas
Amaneciendo con las acuáticas
La caza de acuáticas , especialmente la de los gansos y patos , posee un carisma especial. Fue cantada y prosada por plumas muy prestigiosas (Miguel Delibes, Juan Settier, Abel Chapman...). Naturalmente, el escenario era muy distinto al de ahora. España tenía innumerables zonas húmedas en las que las poblaciones de gansos y patos, unas sedentarias, otras migratorias, campaban a placer. Además, los aficionados a esta caza pertenecían más bien a la élite de la sociedad, personas con medianos o altos pecunios que podían permitirse desplazamientos lejanos, que contaban con la logística necesaria para llegar a los puestos situados en los intrincados vericuetos de las lagunas y que manejaban un magnífico armamento. Esto no quiere decir que hubiese otros cazadores más modestos, personas que habitaban en las proximidades o en los mismos humedales y que se las ingeniaban con distintos métodos para hacerse con un puñado de ejemplares para aprovechar su carne.
En el transcurrir de los años, un modus vivendi más avanzado (facilidad de desplazamientos, economía saneada...) hizo que los practicantes de esta caza aumentaran al igual que las zonas húmedas acotadas. Pero el pico de la curva empezó a descender debido principalmente a las acciones incontroladas de captación de agua del subsuelo con la natural desecación de lagos y lagunas y probablemente a los efectos del tan controvertido cambio climático. En lo concerniente a las especies de gansos y patos a abatir, el tiempo tampoco perdonó, pues de más de 60 autorizadas hasta 1980 quedaron reducidas a 12 según la ley del Gobierno central. A ese número hay que restarle el que cada comunidad autónoma dispone según su saber y leal entender. Así, Cataluña y Valencia permiten la caza de 11; País Vasco, de 10; Andalucía, Aragón y Asturias, de 9; Cantabria, de 7; Castilla y León, de 6; Castilla-La Mancha, de 5; Galicia, de 4 ; Navarra, de 3; Extremadura, de 2; y Baleares, Canarias, Ceuta, La Rioja, Madrid y Murcia, de ninguna.
Por uno u otro motivo, actualmente esta maravillosa modalidad cinegética se ha visto reducida a la mínima expresión. Así y todo subsisten algunos impenitentes seguidores cuyo entusiasmo e ilusión les permite resistir cualquier eventualidad. La pregunta es ¿hasta cuándo? En principio, hasta que los legisladores la prohíban en base a los informes de asociaciones contrarias a la actividad cinegética, en cuyo caso tales seguidores estarían obligados a tomar la delantera proponiendo medidas para evitarlo.
Por ejemplo: En lo que a la fauna concierne sería del todo imprescindible llevar a efecto un censo de ejemplares durante todo el año de las especies de gansos y patos que se encuentran en nuestro país de forma permanente o temporal.
Cupo de ejemplares a abatir
En algunas regiones españolas existe un cupo de ejemplare s a abatir de gansos y patos durante una jornada de caza. Esto debería extenderse al resto de regiones, pues así se minimizaría un buen número de efectos no deseados, entre los que se encuentran, básicamente, los originados por aquellos que preconizan o aseguran la drástica disminución de las poblaciones de estas aves debido a su caza. Sin duda alguna, el verdadero cazador de acuáticas , aquel que disfruta con los lances que él mismo construye atrayendo a las aves con imitaciones de sus voces, usando artilugios o las propias cuerdas vocales, y con los cimbeles, tanto naturales como artificiales, quedaría más que satisfecho si abatiera (o no, aquí está la grandeza de esta caza) media o una docena de ejemplares. Obviamente, cualquier restricción a esta caza tendría que ser controlada por una guardería visible durante todo el año y, por supuesto, suficientemente experimentada en todos los entresijos que conlleva y cualificada en el conocimiento de las distintas especies, tanto de las autorizadas como de las prohibidas.
Por último, sería muy deseable proyectar la creación de sociedades en las que participaran cazadores junto a científicos especialistas en aras de lograr el deseado equilibrio ideológico entre el aprovechamiento y la conservación, asunto complicado pero no imposible: tenemos el ejemplo de la Ducks Unlimited de Norteamérica y Canadá, entidad que ha conseguido magníficos logros en el plano de la restauración de zonas húmedas, de la organización de la caza y del estudio bionómico de muchas especies de gansos y patos.
En resumidas cuentas, cuatro medidas a plantear más pronto que tarde:
1ª.- Que los estudios del comportamiento migratorio de las distintas especies de caza se realicen durante todo el año combinando esfuerzos el Gobierno central con las comunidades autónomas y los propios cazadores.
2ª.- Que se limite el número de piezas en los cotos por temporada de caza, y, en su caso, por jornada, en el bien entendido que la suma de los cupos de las jornadas es la resultante del cupo total de la temporada.
3ª.- Que se cuente con una guardería especializada y de constante presencia durante todo el año.
4ª.- Que, a ser posible, se constituyan sociedades mixtas entre personal del mundo cinegético y personal del mundo científico.