Solanas y umbrías
Bajo la sombra de su San Martín
La peste porcina amenaza con extenderse por Europa impulsada por las sobrepoblaciones de jabalíes
Tras los países del centro-este europeo, el 7 de enero se detectó el primer caso de peste porcina africana en Italia, afectando a 117 municipios veinte días después.
Esta enfermedad no tiene vacuna ni cura para los cerdos, dicho sea con todo respeto, y de llegar aquí supondría otro revés para la España rural. El jabalí es uno de los vectores de contagio más importantes y parece evidente el valioso papel de la caza ante la expansión del patógeno, aunque no todos piensan así.
Los grupos ultraecologistas argumentan que cuanto más se caza más aumenta la tasa de población cochinera, paradoja que al menos concede a esta actividad el no ser una amenaza para alguna especie, incluso cuando se lo proponga. Para Teo Oberhuber, portavoz de Ecologistas en Acción, esta labor reguladora «deberían hacerla los depredadores», y me pregunto cuántos lobos y osos harían falta para controlar los más de dos millones de jabalíes que se esperan para 2025. Y cuando reconoce la necesidad de una actuación, en su lugar aboga, sin calcular costes, por que sean «técnicos especializados», supongo que no cazadores, los encargados de llevarla a cabo antes que unos «deportistas».
Reconociendo que lo de «deportistas» está bien traído, hay que decir que, además de hacer ese trabajo gratis, los cazadores tienen que estudiar y pasar exámenes, precisamente para acreditar su competencia, amén de requerírseles pagar licencias, seguros, permisos..., bastante más de lo solicitado al director general de Derechos de los Animales que, para colmo, cobra casi 80.000 euros anuales y con el que además se corre el riesgo de que proponga adoptar a los gorrinos como animales de compañía antes que hacer jamones.
Otras alternativas que defienden sus correligionarios anticaza son las capturas, a pesar de que su escaso fruto sea sacrificado, o el objeto de mofa en la red que son las muchas jabalinas marcadas como «esterilizadas» que aparecen seguidas de sus nutridas proles por parques y jardines. Aunque, para el ecologismo radical, nada de esto es necesario ya que «los ecosistemas se encargan por sí mismos de regular las poblaciones de las especies».
¡Porca miseria! De llegar la PPA desde Italia, lo mismo hay que darles la razón.