Ruta cinegética

Montes de Toledo sur, Cabañeros y la raña manchega

Zona montañosa de muy rica hidrografía y mucha vegetación, con una extensión de 165.000 hectáreas aproximadamente, la forman 16 municipios

Numerosos ciervos en el Parque Nacional de Cabañeros

Félix Sánchez Montres

Desde Consuegra al este, hasta el Parque Nacional de Cabañeros en el oeste, ampliando los límites de la comarca de los Montes de Toledo , discurre esta segunda entrega dedicada a esta emblemática zona. Comarca eminentemente montera y de caza menor, con grandes y conocidas fincas en los límites del Parque Nacional de Cabañeros sobre las que se cierne el que podría ser el final de la caza, un desenlace que vendría de la mano del fin de la moratoria establecida en 2014.

Zona montañosa de muy rica hidrografía y mucha vegetación , con una extensión de 165.000 hectáreas aproximadamente, la forman 16 municipios con marcados contrastes paisajísticos y una amplia variedad de fauna y flora. En el llamado Balcón de La Mancha de Villarrubia de los Ojos tenemos probablemente el mejor mirador sobre la llanura manchega.

A la salida de Malagón, dirección Porzuna , nos encontramos con la reserva natural de Las Navas de Malagón: tres lagunas de origen volcánico y uno de los observatorios de aves menos conocidos, pero de los más interesantes, donde pasan el invierno un gran número de aves. Siguiendo la ruta llegamos a Porzuna, un pueblo «con un volcán dentro», sin olvidarnos de visitar Piedrabuena , un pueblo tranquilo marcado por la cercanía del río Bullaque , de gran tradición montera.

La vegetación es la clásica del bosque mediterráneo ; y, por tanto, representada por comunidades vegetales adaptadas a este clima de inviernos fríos y veranos cálidos y secos; las precipitaciones más abundantes se producen en primavera y otoño.

Cabañeros se caracteriza por la complementariedad que ofrecen los dos ecosistemas más destacados del parque, la raña y las sierras, pues la mayor parte de la fauna vive entre ambos ambientes, beneficiándose de la facilidad para encontrar alimento en los herbazales y desplazándose en busca de cobijo entre los espesos bosques.

En la llanura escasamente arbolada que conforma la raña es posible la observación de la gran fauna del ecosistema mediterráneo, como el ciervo o los jabalíes. Sin olvidarnos de las aves esteparias, como la calandria, la cogujada montesina y la terrera . Oiremos los reclamos del sisón y la perdiz roja, otro importante recurso cinegético. Águilas reales, imperiales, calzadas y culebreras, así como milanos negros y reales y el buitre negro , emblema de la zona, son algunos de sus emplumados tesoros.

Abunda también el gato montés, la gineta, la garduña, el meloncillo o el tejón y algunas parejas de linces. En las zonas más altas, próximas al Pico Rocigalgo, es posible ver cabra montés ; y entre los bosques frescos de roble y fresnos, a los tímidos corzos.

Durante el dominio señorial de la ciudad de Toledo sobre estos territorios (1246-1835), se realizaron diversas actividades con escasa incidencia en el medio, lo que ha jugado un papel importante en su conservación. Sin embargo, en los años posteriores buena parte de los Montes de Toledo fueron desamortizados , constituyéndose grandes fincas privadas en las que se inició una explotación agraria, ganadera y forestal más intensa; actividades que, junto a la caza, han dado forma a este paisaje.

Sin duda, una ruta que no podemos dejar de visitar por su riqueza cinegética, espectaculares parajes y rica gastronomía.

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