Protagonista
XII marqués de Valdueza: un gran cazador, gestor, dueño de rehala, agricultor y ganadero
Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo es una de las figuras más relevantes del presente y el futuro de la caza
Sucesor de casi 30 generaciones de antepasados unidos a la historia, cultura, patrimonio rural y caza de España, Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo es hoy una de las figuras más relevantes del presente y el futuro de la caza y la conservación de la naturaleza en nuestro país, no solo por haber sabido seguir dignamente la senda marcada por sus antecesores, sino también por haber sabido compaginarla con ideas innovadoras, sumando tradición y futuro al promover la conservación de ancestrales prácticas en el mundo rural y cinegético y siendo pionero en la modernización de las instituciones de ese ámbito. En efecto, pese a la carga histórica de esta familia cuyo origen se remonta a la primitiva comunidad mozárabe de Toledo del siglo XI, su presente está repleto de ideas innovadoras y de proyectos con miras hacia el futuro que aportan riqueza al bagaje heredado de su pasado.
Nacido en una familia en la que el campo, la caza y la conservación son parte de la cultura del linaje, transmitida de generación en generación, su afición cinegética y su pasión por el campo le vienen de su abuelo, el X marqués de Valdueza, cazador representativo de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX con su escopeta de dos caños sobre el antebrazo y seguido de su perro; y de su padre, Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca , uno de los primeros cazadores en conseguir todas las especies de caza mayor española y creador de la mítica recova en la dehesa extremeña de podencos cruzados con mastinas, conseguida bajo la premisa de «que solamente criando puede formarse una realidad de tipo homogéneo a gusto de su propietario». También de su madre, Pilar de Urquijo , una de las pocas monteras de su época; con ella cazó su primer venado en montería. Sus inicios venatorios fueron los habituales de la época, con una escopeta de perrillo del calibre 28. Y sus inicios con la rehala, cuando se hizo cargo de ella a finales de los setenta en Piedrabuena, el que sigue siendo el cuartel general y donde se cría el perro valdueza, resultado de una selección meditada desde hace más de ochenta años y todo un referente de la montería española.
Sus actividades en el mundo ganadero y rural, de las que dan buena cuenta los cargos que ostenta y los excelentes aceite de oliva extra virgen y vino IGP Extremadura que produce en su finca Perales de Mérica , se suman a las que realiza de gestión de distintas especies de caza menor y mayor en diferentes lugares de Extremadura y Ávila. La familia Valdueza ha estado presente en Gredos desde la fundación del Coto Real cuando ya don Alonso, abuelo del actual marqués, se encargaba de la propia gestión del real coto como primer montero del Rey Alfonso XIII, que luego continuaría su hijo, el XI marqués de Valdueza. Una gestión ejemplar con la que se logró transformar muchos parajes en zonas con buena densidad y calidad de trofeos de monteses y en la que se estableció una guardería eficiente que acabó con el furtivismo en el ya Coto Nacional de Gredos. En 1980 el XII marqués de Valdueza coge el testigo de su padre para realizar una labor más intensa en la protección y mejora de las cabras de la zona.
Gestión institucional
En efecto, desde el CIC –del que ha sido vicepresidente y jefe de la delegación española– y desde la Junta Nacional de Homologación ha llevado a cabo una intensa gestión institucional en la defensa de la caza en general y de las monteses de Gredos en particular, así como de otras especies desde otros organismos como Aproca, ONC y Alianza rural, entre otros; al mismo tiempo que ha colaborado con la Universidad de Extremadura para la conservación de la caza natural en proyectos como la comprobación de la pureza genética de trofeos de ciervo ibérico.
La caza ha evolucionado desde un modo de supervivencia hasta un modo de vivir en el que valores como la tradición deben convivir con valores como la sensibilidad con el medio ambiente o las nuevas costumbres. Al mismo tiempo, la caza ha pasado de ser una afición con la incertidumbre del resultado presente hasta convertirse –en casos– en ofertas comerciales que aseguran un mínimo resultado. Esto la ha expuesto a multitud de frentes abiertos a la crítica social y política. Pero la labor de grandes personajes como el que nos ocupa, en pro del aprovechamiento cinegético sostenible como herramienta fundamental para la conservación de la biodiversidad , demuestra que la caza no está reñida con el desarrollo y la conservación de estas y otras especies, sino todo lo contrario; generando, además, riqueza y ayudando a fijar a la población en el medio rural gracias a los puestos de trabajo que crea.