La caza: gestión sostenible y labor social
Entre los protagonistas de la actividad cinegética se ha producido una impresionante reacción para paliar los daños del coronavirus
El emperador y filósofo Marco Aurelio afirma en sus «Meditaciones» que el ser humano debe estar impulsado por «actividades consagradas al bien común», y que «es propio del hombre el trato benevolente con sus semejantes» ya que las personas existen para «ayudarse mutuamente».
Desde los comienzos de esta terrible pandemia de Covid-19 que estamos padeciendo, multitud de entidades públicas y privadas se han movilizado para contribuir a paliar sus terribles efectos. Es el caso, entre otros, de las asociaciones de cazadore s, encargadas de la gestión sostenible de la fauna y, con frecuencia, de la flora. No podemos detenernos a enumerar aquí las sociedades cinegéticas comprometidas en esta tarea; pero lo cierto es que por toda la geografía española se ha producido en el mundo de la caza una impresionante reacción , verdadero ejemplo de solidaridad en la lucha contra las calamidades producidas por este virus.
Muchos son los ejemplos que se han dado y se siguen dando, entre los que citaremos tan sólo unos pocos: aportaciones económicas , trabajos de desinfección de calles , subastas de recechos para recaudar fondos que se convierten en donativos, colaboración en labores de desinfección, compra y donación de material desinfectante y de protección sanitaria, entrega de alimentos, asistencia a domicilio en casos de necesidad y un largo etcétera.
Con este movimiento social de los cazadores se está beneficiando a ayuntamientos, organizaciones no gubernamentales como Cáritas y Cruz Roja, personas en paro, familias desfavorecidas y en riesgo de exclusión. De esta manera, se cubren necesidades básicas en materia de alimentación, se colabora en la higiene y protección sanitaria de familias humildes, se ayuda a asociaciones benéficas… Y todo ello -conviene decirlo- sin recibir subvención alguna por parte de la Administración pública.
Los cazadores ejercen desinteresadamente la inestimable responsabilidad de efectuar una gestión sostenible de la fauna salvaje ( Ley de Caza 1/1970, Reglamento de Caza-Decreto 506/1971 ), contribuyen gratuitamente a evitar plagas mediante el control poblacional, le ahorran a la Administración ingentes cantidades de dinero en estas gestiones y, al mismo tiempo, realizan una substancial aportación a la economía nacional.
Por si esto fuera poco, y haciendo honor a las máximas de Marco Aurelio , mediante su labor solidaria en la actual crisis los cazadores están dando una verdadera lección de humanidad y compromiso social.