Medio ambiente

Amar bien la tierra

Antaño las personas estaban ligadas de otra forma al campo y amaban la tierra con sabiduría y. conocimiento. Es nuestro deber ahora respetarla y cuidarla para poder disfrutarla

Paisaje de los Pirineos Pablo Capote

Mercedes Barona

Aquellas noches de verano mi abuela salía al jardín, cogía luciérnagas de los arbustos y se las ponía en la cabeza, entre el pelo, como una diadema intermitente que tuviera vida propia. Los grillos hacían coros escandalosos y juerguistas a los cárabos sobre el chopo, y las salamanquesas se empeñaban en comerse todo lo que se acercaba a la luz del porche.

Se veían por aquel entonces cerca de la casa escarabajos peloteros y otros que parecían pequeños rinocerontes; las perdices y sus perdigones se atravesaban por el camino de la era y los conejos se multiplicaban despreocupados entre las jaras.

Era un tiempo en el que las personas estaban ligadas al campo y a las estaciones, esto es, a la vida. En esas casas se criaba un cerdo al año para la matanza, se ordeñaban vacas, se recogían los huevos a diario. Y se trabajaba el suelo, se elegían los cultivos más propicios, se abonaba, se dejaba descansar la tierra, se aprovechaba el agua, y se cazaba conociendo y respetando los plazos de cría de las distintas especies , ya que de su conservación dependía también el alimento de mañana. Porque pensaban en el mañana, ellos, los primeros interesados en respetar y mantener el ciclo de la vida de cada zona. Como quien tiene su casa limpia y presentable y a todos los vecinos contentos. Y sabían cómo hacerlo.

Contar todo esto a mis hijas es hablarles de unicornios o hadas. Ahora no se puede desbrozar la maleza, está controlada la saca de corcho, la pesca te convierte casi en un delincuente, se aleja al hombre de la naturaleza y se pierden saberes milenarios; no hay luciérnagas, perdices ni conejos , ni se ven apenas gorriones desde hace décadas.

Sí tenemos muchas cigüeñas todo el año, que acabaron con las ranas; muchos pesticidas que eliminaron los insectos; plazos de caza decididos por burócratas desde lejanos despachos, tan lejanos como de la realidad está esa visión urbanita de regir la vida rural BOE en mano y a partir de panfletos de algunos iluminados sobre el carril bici y las ballenas en Groenlandia.

Control de poblaciones

No es cierto que no haya que seguir controlando, por ejemplo, las poblaciones de jabalíes o de corzos. Pero la sociedad descafeinada y pusilánime prefiere mirar a otro lado y prohibir la caza mientras, desentendida, deja que otros, más fríos y menos expertos, eliminen los ejemplares sobrantes con métodos asépticos e ineficaces, como ha sucedido recientemente en el Parque Natural de Monfragüe . Lo que no se ve no existe, dicen.

Cuando quienes toman las decisiones que afectan al campo lo hacen asesorados por community managers, pensando solo en la imagen y no en la realidad, se quiebra ese frágil equilibrio existente entre la vida natural y la intervención del ser humano. Y de esa quiebra resultan perdedores, siempre, los eslabones más débiles, en este caso la fauna y vegetación que se dice proteger.

Mi abuela y vuestros abuelos amaban la tierra con sabiduría, sin postureos ni alharacas, sin planteárselo y sin declaraciones subrayadas o proyectos titulados en negrita; amar la tierra (amar lo que y a quien sea) es respetarla, conocerla y disfrutarla; es dejarla libre de reglas extrañas, interesadas y lejanas; es saberla imprescindible, cuidarla, usarla y descansarla. Como ella hace con nosotros.

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