Baloncesto
Los extranjeros engullen a los yanquis en la NBA
Por quinto año consecutivo, el MVP de la temporada no es norteamericano; los premios a mejor novato y jugador más mejorado han ido para un italiano y un finlandés
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El baloncesto siempre ha sido un deporte marginal en Estados Unidos en el plano social, de minorías, creado por un canadiense, el gran James Naismith, y ensalzado en las calles americanas por inmigrantes judíos centroeuropeos, irlandeses e italianos, que por el racismo hacia el ... extranjero y por sus escasos medios económicos, no podían acceder a las disciplinas de oro del país como el béisbol o el fútbol americano. Una vez rebajada la segregación el relevo lo cogieron los negros, que llevaron al basket hasta el estrellato y, ahora, tras más de cien años de canastas, parece que los extranjeros han vuelto para recuperar el protagonismo que una vez tuvieron en las canchas.
La percepción clásica del foráneo y, en especial, el europeo en la NBA se ha difuminado casi por completo. Ya no son aquellos jugadores con problemas de adaptación, de buena muñeca y escasa capacidad defensiva, unos bichos raros en definitiva («Huelen a burro muerto», llegó a decir en 2010 la estrella de los Indiana Pacers, Danny Granger, sobre los jugadores del Viejo Continente). Todo lo contrario, pues desde hace unos años la tendencia es que, en el plano individual, sean los extranjeros quienes acaparen los grandes reconocimientos que la liga concede anualmente.
Por quinto año consecutivo, la NBA, que ya encara su recta final con las finales de Conferencia, ha tenido un MVP (mejor jugador) no estadounidense. El griego Giannis Antetokounmpo lo ganó en 2019 y 2020, y el serbio Nikola Jokic cogió su relevo en las dos campañas siguientes. Una retahíla que ha tenido continuidad esta temporada, pues tras el heleno y el balcánico, el camerunés con pasaporte francés Joel Embiid, estrella de los Philadelphia 76ers, se llevó el galardón. Para más inri, Europa también ha amarrado el premio a mejor novato, ya en manos del italiano Paolo Banchero (nacido en Estados Unidos pero comprometido con la selección transalpina), y el trofeo a jugador más mejorado, directo para el finlandés de los Utah Jazz Lauri Markkanen. Estados Unidos se ha consolado celebrando que Malcom Brogdon (Boston Celtics) y Jaren Jackson Júnior (Memphis Grizzlies) han ganado los reconocimientos al mejor sexto hombre y mejor defensor, respectivamente.
No solo en metales han destacado, pues durante la temporada regular 22-23, una de las mejores que se recuerdan en los últimos tiempos, han sobresalido tanto en continuidad como en brillantez. Los dos máximos anotadores de la liga han sido el ya mencionado Embiid (33,1 puntos por partido) y el esloveno Luka Doncic (32,4), y seis de las anotaciones más altas en un partido son de atletas con pasaporte no estadounidense: Doncic (60 y 51), Embiid (59 y 53), Antetokounmpo (55) y el también camerunés Pascal Siakam (52), los pintores de estas obras de arte.
Donde más impacto han tenido, sin embargo, es en la estadística de rebotes, en la que el dominio ha sido casi absoluto en una lista compuesta por un estadounidense (Anthony Davis), siete europeos (los lituanos Domantas Sabonis y Jonas Valanciunas, el serbio Jokic, el montenegrino Nikola Vucevic, el francés Rudy Gobert, el suizo Clint Capela y el griego Antetokounmpo), un francoafricano (Embiid) y un neozelandés (Steven Adams). Un sesgo estadístico que se explica debido a que esta campaña ha sido la más global en los 76 años de historia de la NBA, con 128 jugadores (22,5% del total) de 42 naciones diferentes.
Los banquillos, una excepción
Pese a todo, hay un agujero en este cuento de hadas, y este se encuentra en los banquillos. Solo ha habido tres entrenadores en toda la historia que no hubiesen nacido en Estados Unidos ni tuviesen pasaporte del país norteamericano. Jay Triano, canadiense de Ontario, dirigió tres años a los Toronto Raptors (de 2008 a 2011) y uno como interino a los Phoenix Suns (temporada 17-18); el legendario base Steve Nash, nacido en Sudáfrica pero con DNI canadiense, entrenó a los Brooklyn Nets (2020-2022); y por último, el serbio Stefan Kokoskov se convirtió en el primer europeo en ser nombrado entrenador jefe de la NBA en 2018, al ser contratado también por los Suns. Solo duró un año en el cargo.
Una especie de veto que se ha prolongado hasta la actualidad y que ha provocado desasosiego, como en el caso del seleccionador español Sergio Scariolo. Tras ser campeón de los Raptors en 2019 como técnico asistente, decidió hacer las maletas en 2021 ante la falta de oportunidades y volver a su Italia natal para entrenar al Virtus Bolonia, ante la inexistencia de ofertas para dirigir a una franquicia de la NBA (aunque en los últimos días han surgido rumores que vinculan al técnico con el banquillo canadiense de cara a la temporada que viene). Un asterisco en una NBA que cada año que pasa es más engullida por los no nativos.
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