Baloncesto

Suns-Bucks, una oda a lo inesperado

Sin demasiados éxitos en sus vitrinas y sin el talante de las grandes franquicias, ambos equipos se citan hoy en las finales de la NBA

Devin Booker, estrella de los Suns, con su entrenador Monty Williams tras clasificarse para las finales Efe

P. L.

La última vez que los Milwaukee Bucks jugaron las finales de la NBA, en 1974, ni siquiera existía la línea de tres puntos y bajo su escudo ya se exhibía un imparable Kareem Abdul-Jabbar y su temible 'sky hook' (gancho desde el cielo). Por su parte, los Phoenix Suns, una franquicia con alma errática en los últimos años y que nunca se ha puesto el anillo de campeón, tiene que viajar hasta 1993 para rememorar su última participación en la fase final de la liga, con Carles 'El Gordo' Barkley como estrella. Ambos conjuntos perdieron sus respectivos desafíos y hoy (3.00 horas, Vamos ), tras pasar larga penitencia, se citan con la historia para borrar, al menos uno de ellos, el amargo sabor de la derrota que ha perdurado en su paladar demasiado tiempo. Suns y Bucks, una final inesperada y humana, puro baloncesto.

Hablar de la actual temporada NBA es hacerlo de lesiones, megaproyectos derrumbados y cierto desencanto por parte de los jugadores y el público. Ni la vuelta en masa de los aficionados estadounidenses a los pabellones consiguió encarrilar una temporada mediocre de los grandes equipos y que finalmente ha sido revalorizada por los ocultos, equipos acostumbrados a perder y que al fin se han despertado de su tormentoso sueño para enorgullecer a sus parroquianos. Los Ángeles Lakers, Boston Celtics, Brooklyn Nets o Philadelphia 76ers , grandes nombres de la liga, fueron cayendo por efecto dominó y fueron agrupaciones como Los Ángeles Clippers, los Atlanta Hawks o los dos finalistas quienes le dieron sentido a la espera.

Suns y Bucks , por lo tanto, tienen una oportunidad de oro para coronarse, una seguramente irrepetible, pues con el coronavirus ya de retirada (al menos en Estados Unidos), la temporada que viene se intuye como una vuelta a la normalidad, donde los colosos de la liga recuperarán su trono. Ambos conjuntos defienden un gran humanismo, pues no están acostumbrados a ganar y en ocasiones han languidecido ante sus propias decisiones.

Los Suns, por ejemplo, hace solo dos temporadas fueron el peor equipo de la conferencia Oeste, una lápida que le confirmó como una de las más deprimentes franquicias de la década después de haber sido un referente a principios de siglo, con Steve Nash y Mike D'Antoni como grandes arquitectos. Para beneficiarse del draft (como tantos otros), perdieron temporada tras temporada para obtener rédito en forma de prometederes jugadores. Como resultado, hoy se enfundan su camiseta jóvenes de la talla de Devin Booker o Deandre Ayton, talentos moldeados por la perseverancia de Chris Paul , uno de los mejores bases de siempre que jugará sus primeras finales a los 36 años. 'From zero to hero' (de cero a héroe), que dicen los anglosajones.

A la espera de Antetokoumpo

Los Bucks sí que han vivido en la élite de la liga los últimos años pero se han enfrentado a la derrota constante en las eliminatorias, un panorama que hizo dudar al dos veces MVP y estrella del equipo Giannis Antetokoumpo de seguir en el proyecto. Finalmente, el griego, ascendido desde las barriadas de Atenas hasta los mejores pabellones del planeta, decidió continuar en la franquicia (a cambio de 192 millones de euros, eso sí) y el tiempo le ha dado la razón. Los de Wisconsin, casi en honor al ciervo que decora su escudo, son un equipo físico y tirador, más exitosos en lo primero que en lo segundo, y que viven pendientes en las últimas horas del estado físico de Antetokoumpo, lesionado en las semifinales contra los Hawks.

Con sus defectos y muchas virtudes, al menos esta temporada, se jugarán un puesto en la historia al mejor de siete partidos. Las series se iniciarán en el pabellón de los de Arizona , pues durante la temporada consiguieron la meritoria marca de 51 victorias por 46 de los Bucks, la que le da a los primeros el factor cancha. Gane quien gane será una sorpresa, una ruptura con lo establecido, y por esto el enfrentamiento es un estupendo anzuelo para el aficionado.

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