Entrevista

Ricky Rubio: «Vivimos tanto el baloncesto que a veces el deporte se come a la persona»

El base, el mejor de España en la gira de preparación del Mundial, muestra en ABCsu lado más personal. Madurez clave en su liderazgo dentro del equipo

Ricky Rubio, durante la entrevista con ABC Matías Nieto / Vídeo: Ricky Rubio: «Estados Unidos es la favorita»
Emilio V. Escudero

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España pone hoy rumbo a California, donde el viernes se medirá a Estados Unidos en su cuarta prueba de preparación para el Mundial. Lo hará con los deberes hechos, con tres victorias en los tres primeros amistosos, en los que Ricky Rubio ha sido uno de los destacados del equipo . Asus 28 años, el catalán atraviesa un momento de serenidad vital que se refleja en su juego. Madurez precoz, como todo en su vida, con la que analiza para ABCla situación de la selección a veinte días del inicio de la Copa del Mundo.

Se le ve mejor que nunca en la selección. Más centrado, más efectivo...

Me encuentro bien. Llevo tres años sin problemas físicos importantes, con cierta estabilidad para poder disputar partidos y eso creo que es clave a la hora de jugar. Estoy contento por cómo están yendo las cosas estos primeros días, aunque todavía queda mucho hasta el inicio del Mundial y hay que pulir muchos detalles.

Por unas cosas u otras (lesiones, ausencias...), este año es uno de los veteranos. ¿Pesa la responsabilidad?

No, al contrario. Creo que la experiencia acumulada es muy importante. Debemos aprender de ella y yo intento hacerlo. Es un aspecto clave para el jugador y uno de los pocos que no puede trabajarse de golpe, sino que se va adquiriendo con el paso del tiempo. Yo he tenido muy buenos profesores con la generación del 80, que me han enseñado muchas cosas que yo trato ahora de transmitir a los nuevos.

Es que usted comenzó muy joven, porque es uno de los veteranos, pero solo tiene 28 años...

Veterano no quiere decir mayor, sino con más experiencia. Llegué a la selección y estaba Carlos Jiménez como capitán, del que aprendí muchísimo. Estaban Pau Gasol, Felipe Reyes, Garbajosa... aprendes un poco de todo y un poco de cada uno.

¿Le trataban entonces con cierta condescendencia por ser el «niño»?

En esta selección el trato con los que vienen siempre ha sido de «hermano mayor», pero no por el hecho de ser jóvenes o no. Hay mucho cariño entre nosotros y a veces te enfadas, cuando el nuevo hace lo que no tiene que hacer, pero es un poco ese aprendizaje por imitación. Dar ejemplo para que el espíritu y la filosofía no se pierdan.

«Trato de fijarme en gente que utiliza su poder para cambiar el mundo y Leonardo di Caprio es uno de ellos»

¿Y pasa factura aquel inicio prematuro? ¿Se cansa uno del baloncesto?

Bueno, hay épocas y etapas para todo en la vida. Sí que aprendes mucho al haber empezado tan pronto a ser profesional. Soy de los que cree que según atraviesas experiencias en la vida te van cambiando las prioridades vitales. No es un cansancio del baloncesto, pero quizá sí que hay veces en las que no lo pones como lo prioritario en tu vida.

¿Es ese desgaste mental lo más complicado de controlar para un deportista?

Sí, a veces no nos damos cuenta de ese aspecto mental y tenemos que trabajarlo igual que el apartado físico o el técnico. A lo mejor no lo haces, porque no sabes de verdad cómo funciona. Porque con tu cuerpo, cuando sientes dolor, te haces una resonancia y ves que algo está mal, pero en la cabeza no es tan fácil y si no pides ayuda te vas comiendo el coco aún más y la bola se hace mayor. Al final, vivimos tanto el baloncesto que a veces el deporte se come a la persona. Y no podemos dejar de lado la persona que somos. De hecho, no creo que esto sea algo exclusivo de los deportistas, sino que afecta también a las personas que no están bajo los focos de la cancha.

Entre sus vías de escape, la Fundación que creó en recuerdo a su madre ocupa un lugar especial.

Mucho. Es el porqué de mi vida ahora mismo y uno de mis referentes, aunque tengo muchos. Trato de leer y de fijarme en gente que me llama la atención y últimamente me está interesando mucho Leonardo Di Caprio. No precisamente por las películas que ha hecho, sino porque ha utilizado su poder para hacer un mundo mejor. Ese debe ser el objetivo que tendríamos que tener todos. Creer en algo y poner todas las fuerzas en eso para hacer un mundo mejor.

¿Cuándo le cambió el chip?

A veces pensamos que tiene que haber un momento exacto, pero muchas veces se trata de un cúmulo de circunstancias. A mí me cambió mucho una enfermedad que hubo en mi familia, pero no fue instantáneo. En ese sentido, la vida es un reflejo del deporte. Tú no puedes pedir que mañana meta 50 puntos sin haber entrenado nunca. Tienes que seguir un proceso de fallar y levantarte. De caer lesionado y volver a entrenar. De volver a fallar. Sólo así puede que termines consiguiéndolo y la vida es un poco igual. No hay un momento exacto en el que diga que me cambió el chip. Fue un cúmulo de experiencias. Hay muchos momentos en la vida en los que te das cuenta de que vas por un camino que no es el que querías. Nos obsesionamos con el objetivo final y lo importante es el camino. En ese sentido me parece importante tener muy claro que no podemos controlar lo que va a pasar, pero sí lo que estamos haciendo hoy y eso, seguro, condicionará lo que venga en el futuro.

¿Y qué camino le gustaría dejar tras de sí a Ricky Rubio?

Una vez termine mi vida espero haber impactado a muchas personas. Quiero utilizar este estatus especial que me da mi profesión para hacer mejor la vida de otros. Puede ser que la sociedad me haya puesto arriba solo porque juego al baloncesto, pero quiero aprovechar eso para ayudar a muchas familias. Ayudar a niños y niñas a tener un buen rato en momentos complicados de su vida. Pequeños detalles, que al final es lo que cuenta.

«¿Desgaste mental? Si algo está mal, tienes que pedir ayuda. Si no, te vas comiendo el coco y es peor»

¿Qué siente usted cuando ve que uno de esos niños que pasan por su fundación le sonríen?

Voy a contarle algo que no he contado muchas veces. Hay un momento que realmente cambia mi vida. Un momento en el que mi madre está enferma y yo por sorpresa decido ir a visitarla. Ella no sabía nada ni se lo imaginaba, porque era en medio de la temporada, en el parón por el «All Star». Recuerdo que abrió la puerta y, de repente, su sonrisa, su rostro y su reacción se me quedó grabada para siempre. Pues esa es un poco la experiencia que quiero transmitir a esos niños. Que con un poco de esfuerzo se puede hacer muy feliz a otra persona. Al final no somos conscientes del poder que tenemos. Pero no solo yo, por ser jugador de la NBA, sino todos. No nos cuesta nada ayudar a alguien que esté pasando por un mal momento y para esa persona ese gesto significa mucho. Hay que aprender de la filosofía de otros que han pasado antes que nosotros por el mundo y lo han convertido en un lugar mejor.

¿Esa filosofía la pone también en la pista, con sus compañeros?

Sí, claro. En un equipo también se trata de ayudarnos unos a otros. Aquí, los más veteranos, tratamos de transmitir a los nuevos la filosofía de siempre, haciéndoles las cosas fáciles. Y ellos también ponen de su parte. Este año, que hay muchas caras nuevas, es más evidente. Yo recuerdo que mi llegada a la selección fue muy sencilla por esa ayuda que me prestaron los Jiménez, Reyes, Mumbrú... y ahora es igual. Tenemos una cultura de baloncesto muy buena que desemboca en la selección. Porque es un trabajo nuestro, ahora, pero viene también gracias a los clubes y la federación. Ellos forman jugadores, pero también personas. Por eso es tan bonito venir aquí.

¿Las ausencias rebajan la ambición para el Mundial?

No, para nada. Nosotros no tenemos que pensar en los que no están o en lo que podía haber sido. Tenemos que centrarnos en trabajar en el equipo, porque eso es lo que más lejos nos va a llevar. Pero ha sido así siempre, aunque haya habido superestrellas como Pau Gasol o Juan Carlos Navarro. Al final el equipo es el que lleva a ganar una medalla.

¿Qué pesa más en el éxito, el talento o la ambición?

Hay muchos ingredientes para hacer un equipo campeón y todos tienen su peso. Sin talento no vas a llegar muy lejos, pero con mucho talento y sin ambición y ganas, tampoco. En China tendremos que hacer un mix de todo eso, porque talento hay y mucho en este vestuario y ganas nos sobran.

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