Real Madrid-Barcelona
Doncic despeja la crisis blanca en el clásico
Gran partido del esloveno, que rompe la racha negativa de los blancos en Europa ante un Barcelona que no levanta cabeza
Crónica
El martes por la noche Doncic no podía levantarse de la cama. Llevaba varios días con fiebre, incubando una gripe con la que jugó mermado frente al UCAM. Así lo reconocía Laso en la previa del clásico frente al Barcelona, preocupado porque el esloveno, su pilar más importante en ausencia de Llull, Randolph y Ayón, pudiera no llegar a tiempo para medirse al Barcelona. A pesar de solo haber entrenado un día con el equipo y de que aún arrastraba cierta debilidad, Doncic salió a la pista para ayudar en un encuentro que podía ser clave para frenar la crisis europea de los blancos y agudizar un poco más la de los azulgranas.
A pesar la importancia del choque, la puesta en escena de ambos fue irregular. Sobraba intensidad y faltaba puntería. El balón visitaba cada parte de la cancha sin encontrar nunca la red, rebotando una y otra vez en un aro que repelía los intentos de uno y otro. Habia cierta ansiedad en las muñecas de Real Madrid y Barcelona , cuyo periplo en este inicio de Euroliga obligaba ayer a ganar para evitar sofocos futuros. Fue Campazzo el que supo canalizar esa ansiedad y convertirla en algo positivo para su equipo. El base argentino sumó los primeros ocho puntos del Madrid y fabricó la canasta de Tavares que obligó a Sito Alonso a pedir tiempo muerto. Dentro del atasco general, el conjunto blanco había encontrado un filón para hacer daño a su rival. Una vía de agua que el técnico azulgrana se encargó de taponar con la entrada de Oriola y cambiando la defensa sobre el director de juego madridista. Dos retoques que equilibraron el choque antes del primer descanso (15-15). Esperaba su oportunidad en el banquillo Doncic , al que Pressey ahogó nada más pisar la cancha con una defensa asfixiante que resultaba legal para los árbitros.
Al esloveno le costó entrar en el partido, así que fue Carroll el que tomó el relevo de Campazzo en el rol ofensivo de los blancos en el inicio del segundo cuarto. El americano logró nueve puntos consecutivos, enjugados en la otra canasta por un Sanders inspirado, aunque lejos de la versión que metió miedo en la pasada visita de los azulgranas a Madrid. El intercambio de canastas lo zanjó la entrada de Felipe Reyes, cuya sociedad con Doncic abrió un parcial de 9-2 que situó al Real Madrid con siete puntos de ventaja. No era mucho, pero vista la igualdad, parecía un tesoro. Tres triples consecutivos del esloveno (2) y Thompkins aumentaron esa distancia hasta los nueve (40-31, min. 18). Navarro, que en los últimos tiempos ha vuelto a ser el de siempre, apagó el fuego para los azulgranas, que se fueron al descanso con solo dos puntos de desventaja. Una gran noticia para lo que se había visto sobre el parquet.
Sufría el Barcelona ante un Madrid superior que rompió el partido nada más volver de los vestuarios con un parcial de 11-2 del que ya nunca se recuperaron los azulgranas (51-40, min. 23). A pesar de que Sito Alonso removía el banquillo buscando soluciones, poco o nada podía hacer ya ante un conjunto blanco lanzado en el que emergió un imperial Luka Doncic . Olvidada la gripe, el esloveno se lució en la dirección del equipo en este cuarto que selló con una canasta mágica sobre la bocina desde su propio campo. Un lanzamiento que dará la vuelta al mundo y que resuena ya en los despachos de la NBA. Un día menos para disfrutarlo de blanco. Ese triple del esloveno puso la máxima distancia en el electrónico (68-52). El choque estaba decidido, pero Doncic quería más. El talento desatado del base madridista rompió las articulaciones de Claver poco después con un movimiento increíble que dejó al internacional en el suelo, impotente para frenar al madridista. El choque estaba visto para sentencia. Un triunfo balsámico en Madrid, que agudiza la crisis en Barcelona.