Euroliga
El Real Madrid puede con todo y firma una victoria de leyenda
Los blancos, con siete bajas por Covid, tres por lesiones y sin Laso en el banquillo, se lanzan a la yugular del CSKA y vencen en un duelo terriblemente emocional
Crónica
Ni el Covid, ni las lesiones ni una plantilla juvenil evitaron que el Real Madrid se llevara una victoria histórica contra el CSKA (71-65) . En tiempos donde el coronavirus parece no amainar, siempre a la vuelta de la esquina con una mala noticia o con una nueva prueba de resistencia mental, el equipo blanco pudo con todo eso y mucho más. Williams-Goss, Tavares y el debutante Klavzar firmaron una actuación sin parangón contra los rusos, absolutamente sometidos al pasional baloncesto de los madrileños.
Asolado por un brote de coronavirus, con inscripciones de juveniles a última hora para completar el mínimo exigido de jugadores sanos y con Rudy Fernández convocado sobre la bocina tras estar tieso toda la semana. En condiciones normales, un equipo con estos hándicaps optaría por el abandono si tuviese un ápice de cordura. No así el Real Madrid, épico y emotivo a partes iguales, que miró a los ojos directamente a todo un CSKA (sexto en la Euroliga, cuatro Final Fours seguidas) y no solo le plantó cara, sino que le zarandeó en los primeros compases de partido. En el ecuador del primer cuarto, el marcador celebraba un 11-0 para los blancos. Rotaban los jóvenes prometedores por el parquet, poseídos por un orgullo impropio y osado incluso para unos debutantes. El esloveno Urban Klavzar , de tan solo 17 años, metió el primer balón que tocó desde la esquina izquierda, exactamente el mismo punto desde el que Luka Doncic inició su periplo anotador en el Real Madrid el 30 de abril de 2015. Sin ser necesarias las comparaciones, porque poco bien harían, buenos primeros pasos del balcánico. A modo de homenaje, lució el dorsal 7, incluso un peinado similar al del jugador de los Dallas Mavericks. Los ídolos marcan la pauta y las aspiraciones.
Apaciguado el chispazo inicial, se repuso el CSKA en el segundo cuarto mientras Tavares, ajeno a cualquier contratiempo, destrozaba el aro rival para no perder la costumbre. Williams-Goss , fichaje prometedor para esta temporada, superaba la timidez de sus primeros meses en el WiZink y lideraba al equipo pese al ímpetu de los eslavos, con más oficio, más efectivos y con una acertada muñeca desde el triple. El estadounidense Will Clyburn, con ocho puntos en la primera parte, hacía lo propio con los suyos. Un partido cargado de emociones y de versos para componer una bonita epopeya. Gorros de Papa Noel en el público y un marcador terriblemente apretado al descanso (37-40), solo endulzado por una bandeja de Llull sobre la bocina, porque hay cosas que nunca cambiarán. La pandemia enturbia las Navidades, pero el baloncesto más puro y emocionante puede hasta suavizar la realidad, o incluso relegarla a un segundo plano durante un par de horas.
Sediq Garuba, pese a medir unos centímetros menos que su hermano mayor Usman, juega con la misma intensidad que él. Chus Mateo, entrenador mientras Pablo Laso supera el Covid, apostó por el alero como titular y salió también en el quinteto principal tras el descanso. Madrid echa en falta a la 'Pantera de Azuqueca' y Sediq demostró que el apellido Garuba no es casualidad, hay baloncesto en él. Tanto baloncesto como ímpetu en Tavares , que repetía su clásica cadena de acciones: tiro, fallo, rebote y canasta. Esta combinación, que le dio al caboverdiano 15 puntos y 10 rebotes en los primeros tres cuartos, no conseguía abrir brecha y los rusos mandaban siempre en el marcador, aunque con una distancia mínima. Duelo empaquetado por la vehemencia juvenil pero decantado, al menos en su tercer periodo, por Rudy Fernández. Al español le faltaban vendajes porque parecía que se iba a descomponer en cualquier momento, pero anotó un triple que le dio al Real Madrid la ventaja numérica y moral (55-56) antes de encarar el desenlace del partido.
Un triple de Llull nada más empezar el último cuarto acabó por fundirle los plomos a la grada del WiZink, que seguramente no sabía muy bien qué estaban viendo. Un equipo que en menos de cuatro horas pasó de ser noticia por poseer uno de los brotes más numerosos de coronavirus en el baloncesto de élite, a protagonizar un ejercicio de valentía y baloncesto de quilates de esos que escasean. Cada céntimo de la entrada valía la pena. Klavzar, honrando la tradición balcánica, anotó un gran triple y celebró con un grito furioso. Se encallaba el CSKA y el Madrid se acercaba a una victoria para el recuerdo. Los blancos entraron en modo supervivencia, defendiendo cada centímetro de su cancha casi por cuestión patriótica. Williams-Goss puso la puntilla con un gran triple. El júbilo monopolizó el pabellón. «This is Madrid» (esto es Madrid), dijo Tavares para cerrar la velada.