NBA

Ricky se sobrepone a su mala puntería

El base español es un pilar de Minnesota, pero arrastra un nivel de tiro inaceptable para la NBA

Ricky Rubio, en un partido de los Timberwolves EFE

JAVIER ANSORENA

¿Es posible triunfar en la NBA y tener un tiro pésimo? Son dos conceptos que solo el talento puro, diferente, de Ricky Rubio puede reconciliar. La tensión entre su maestría en el juego y su flojo acierto en el lanzamiento a canasta se ha visto mejor que nunca este mes de diciembre. El día 8, Aaron Gleeman, un blogger de béisbol y apasionado de la estadística, mostraba en Twitter la cruda realidad del base de los Minnesota Timberwolves: «Ricky Rubio tiene el peor porcentaje de tiros de campo (36,5 por ciento) de todos los jugadores de la NBA que han jugado al menos 5.000 minutos de los últimos cincuenta años».

Una semana después, Michael Rand, un especialista en baloncesto que escribe en el «Star Tribune» de Minneapolis —la ciudad de los Timberwolves— se hacía eco del tuit, lo comprobaba, lo ajustaba a los datos desde la temporada 79-80 —en la que se introdujo el tiro de tres, para hacer una comparación más justa— y el resultado seguía siendo igual de trágico: Ricky Rubio es el peor tirador con más de 5.000 minutos de la historia moderna de la NBA (Rand encontró otros 54 jugadores con peor porcentaje que hubieran jugado más de 500 minutos).

El peor porcentaje

Si se mira desde un enfoque más contemporáneo y cercano a su juego, el panorama tampoco cambia. De todos los jugadores que han jugado más de 3.000 minutos en posiciones exteriores desde que Rubio llegó a la liga en 2011 —son 110 jugadores—, ninguno tiene peor porcentaje que el base de El Masnou. Y solo 17 lo tienen por debajo del 40 por ciento.

Al mismo tiempo, Rubio es una de las estrellas de los Timberwolves, titular indiscutible, y un jugador admirado en la NBA. Le apuntan las cámaras en los calentamientos previos a los partidos, le requieren los fans y firma actuaciones memorables. Algo tendrá el juego de Rubio cuando lleva ya más de 7.000 minutos en el parqué, a pesar de sus frecuentes lesiones (en solo una de sus cinco temporadas se ha librado de los problemas físicos).

Pocos días después del tuit de Gleeman, el pasado 16 de diciembre, Rubio vino a Nueva York a jugar contra los Knicks . Su actuación fue histórica, y se quedó muy cerca de firmar un cuádruple-doble (conseguir diez o más puntos, asistencias, rebotes, robos o tapones). Solo lo han conseguido cuatro jugadores desde que la NBA empezó a contabilizar individualmente las asistencias y los tapones, y la última vez fue hace más de 20 años, en 1994, con el legendario David Robinson. Rubio capturó 9 rebotes, repartió 12 asistencias, robó 8 balones —una marca impresionante— y, en la estadística más sencilla de alcanzar los dos dígitos, la de puntos anotados, salió su talón de Aquiles: anotó 9 puntos, con un acierto del 30%.

Cuatro días después, también en Nueva York, volvió a colarse en los titulares de los medios deportivos. Al otro lado del East River, en Brooklyn, dio 15 asistencias contra los Nets . Algunas de ellas fantasía, a las que tiene acostumbrados a los seguidores de la NBA, como un pase sin mirar a Luol Deng.

Soberbio en asistencias

La estadística que condena a Rubio en el porcentaje de tiro, también habla maravillas de él en otros aspectos del juego. Es el quinto mejor jugador de la liga en asistencias, con 8,9 por partido, solo superado por «allstars» como Chris Paul, John Wall, Russell Westbrook y el líder, Rajon Rondo , un jugador que también cojea en el tiro y con el que a veces se le compara a Rubio. También destaca en robos, cuarto en la liga.

Lo que es más importante: con Rubio en la cancha, los Timberwolves son mejores. De los 22 partidos que ha disputado esta temporada, su equipo ganó 10. En los 6 que se perdió por lesión, los Timberwolves solo se impusieron en uno. Una estadística de la NBA que calcula el impacto ofensivo y defensivo por posesión de balón de cada jugador sitúa a Rubio como el noveno mejor base de la liga, por encima de estrellas como Damian Lillard, Tony Parker o Mike Conley.

Fuera de los números, su importancia es innegable. «Ricky nos da liderazgo», aseguró el mes pasado su entrenador, Sam Mitchell. «No perdemos el balón. Podemos jugar con ritmo, pero también tomar buenas decisiones. Es bueno que haya vuelto», dijo después de que el base se perdiera unos partidos por lesión. Rubio es además una pieza clave en el vestuario. Se entiende a la perfección con la estrella emergente, el novato Karl-Anthony Towns , un pivot rápido, con buen tiro e inteligente, que lee bien el juego del español. Y es el nexo de unión de los otros jóvenes —el prodigioso Andrew Wiggins y el escolta Zach LaVine— con los veteranos: Kevin Garnett, Tayshaun Prince y el jugador más viejo de la liga, Andre Miller.

¿Y si Ricky Rubio contara con un buen tiro? Es un sueño en el que sus seguidores a veces se despiertan: en el primer partido de la liga, contra los Lakers, Rubio se destapó con 28 puntos y un porcentaje del 58,8%. Pero fue un espejismo: solo ha conseguido pasar del 50% en otro partido en lo que va de temporada. Si las empieza a meter, Ricky Rubio dejará de ser un base atractivo para convertirse en un jugador decisivo.

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