Durant, ante la hora de la verdad

La decisión que tomó Kevin Durant el pasado verano provocó un terremoto en la NBA. Harto de encadenar fracasos, el alero estrella de los Thunder se alió con los Warriors para alcanzar al fin su primer anillo. Eligió el camino más corto. Sumarse a un vestuario lleno de estrellas para formar un equipo casi invencible con la única misión de levantar el título. Esa línea recta no gustó a la mayoría , porque a priori creaba una desigualdad artificial en la liga. Juntar en un mismo equipo a Curry, Draymond Green, Durant y Klay Thompson allanaba el camino, pero también añadía una presión extra que convertiría en fracaso cualquier resultado que no fuera el anillo.

La lesión de Durant a mitad de temporada –que frustró el fichaje de Calderón por los Warriors– envolvió el proyecto en una incertidumbre que se ha despejado durante los playoffs. Sin derrotas en la postemporada, los Warriors son el primer equipo que llega invicto a las finales de la NBA . Un aviso para navegantes.

El recuerdo del año pasado, cuando los Cavaliers se llevaron el anillo en el último partido en casa de los Warrios obliga a la prudencia, a pesar del dominio que Golden State ha ejercido sobre todos sus rivales durante la postemporada. Si los Cavaliers mantienen casi toda su estructura intacta, no ocurre lo mismo en su rival por el anillo. Quitando la columna vertebral, los Warriors son un equipo prácticamente nuevo. La llegada de Durant obligó a buscar piezas de saldo en el mercado para cuadrar las cuentas y por ahí llegaron veteranos como David West, Zaza Pachulia o Matt Barnes . Actores de reparto de cuyo protagonismo dependerá en buena medida el éxito final.

Sin lesiones, el único problema de los Warriors está en su entrenador, Steve Kerr, baja por unos problemas en la espalda . Ausencia que no puede servir de excusa para un aspirante sin red, al que todo lo que no sea ganar le sabrá a fracaso.