Baloncesto
Los herederos del espíritu madridista
Cada vez son más los jugadores con antecedentes blancos en sus progenitores
Generación tras generación, los hijos de exjugadores del Real Madrid se incorporan al deporte profesional, lo que no deja de ser normal cuando un club es más que centenario. En la sección de fútbol han hecho historia sagas como las de los Gento , los Sanchís , los Grosso , los Zidane o los Míchel . Sin embargo, esos ejemplos son también abundantes cuando se habla de la sección de baloncesto, a pesar de que mueve una cantidad mucho menor de jugadores y de que no lleva tanto tiempo ( desde 1931 ). En este caso, los Laso (Pepe y Pablo), los Luyk (Clifford y Sergio), los Brabender (Wayne y David), los Martín (Fernando y Jan) y los Hernagómez (Guillermo y Willy) pueden presumir de haber vestido la camiseta blanca del primer equipo tanto los padres como los hijos.
Si se abre un poco más el espectro y se buscan jugadores de otros equipos con progenitores merengues, la lista se incrementa notablemente. En ese caso encontramos también los apellidos Pinedo (Ignacio y Nacho), Sczerbiack (Walter y Wally), Abromaitis (Jim y Tim), Delibasic (Mirza y Danko), Beirán (José Manuel y Javier), Llorente (José Luis y Sergio) y Sabonis (Arvydas y Domantas y Tutvydas) . Incluso, si se hila más fino todavía, la exinternacional española Covadonga Rodríguez es la hija del mítico Emiliano . La cosa se puede intrincar un poco más, incluso, pues cuatro de los mencionados anteriormente han pasado también por los banquillos ( Ignacio Pinedo, Wayne Brabender, Clifford Luyk y Pablo Laso ) y dos de los que vinieron de fuera ( George Karl y Boza Maljkovic ) también tuvieron descendientes profesionales ( Coby en la NBA y Marina como seleccionadora serbia).
Recuerdos imborrables
Todo esto lleva a pensar que pertenecer al club de Concha Espina es algo que marca para siempre. Así lo reconoce Tim Abromaitis , actual jugador del Iberostar Tenerife, que comenta: «Mi padre ( Jim ) solo me contó cosas buenas de su experiencia aquí, de lo bonita que era la ciudad y lo especial que era el club. Sólo jugó un año en el Madrid, pero le dejó huella». Tanto es así que aún conserva la amistad con su pareja norteamericana de esa campaña 80-81 ( Randy Meister ) y todavía son amigos. «Fue una gran experiencia para él –prosigue–. Estuvo en varios equipos europeos y en Japón, pero siempre dice que el más especial para él fue el Real, por su historia y porque en América todos saben la importancia que tiene».
Si eso le sucede a un extranjero, qué decir de alguien que lleva el club en la sangre, como José Luis Llorente . Sobrino de los hermanos Gento y hermano de Toñín, Paco y Julio , ahora le toca ejercer de padre de Sergio y de tío de Marcos, futbolista de éxito . «Evidentemente, no me sorprendió cuando Sergio me dijo que quería ser deportista profesional; lo raro habría sido lo contrario –bromea Jou –. Lo importante es aceptar lo que quieren hacer los hijos con ilusión. Él siempre había estudiado muy bien y nunca tuvimos esa incertidumbre sobre si debía estudiar o jugar». Lo que está claro es que los valores que se adquieren de joven se llevan ya para toda la vida. «El entorno es importante y el club es muy importante. El tener un gen ganador va con la formación y con la persona. En nuestro caso estuvo en minibasket y un año en cadete, antes de fichar por el Estudiantes , otro gran ejemplo de valores».
Algo similar sucedió con los retoños de otro medallista olímpico, José Manuel Beirán . «Mis tres hijos jugaron en el Madrid en las categorías inferiores muchos años y me he divertido mucho viéndoles. Uno siguió como profesional ( Javier ) y los otros ( Pablo y Manuel ) con sus carreras académicas (uno es físico y el otro ingeniero). Para mí todos han triunfado en la vida». Lo importante, en el caso del baloncestista, no son los logros que alcance en su palmarés, sino su propia realización personal. «Cuando era júnior, llegar a la ACB ya era un sueño», reconoce. «Y luego ha tenido una carrera muy importante en varios equipos. Incluso podía haber ido a la selección este año de no haberse lesionado».
Regresar a casa
Aunque ni los padres ni los hijos quieren reconocerlo abiertamente, en el fondo sería bonito que pudieran contar que defendieron los mismos colores en épocas distintas. «Ser hijo de un medallista olímpico no es una presión, sino un orgullo», apunta Javier Beirán . «En su momento también fue una motivación, porque en las categorías inferiores algunos decían que era por enchufe y yo tenía que demostrar que me lo merecía. Ahora mismo volver no es algo que tenga en la cabeza, pero si pudiera hacerlo sería por la grandeza del club y por sumar un mérito más en mi carrera, no porque tenga que saldar ninguna deuda». Lo mismo piensa Abromaitis, su compañero en Canarias . «Ahora estoy centrado en Tenerife . Llevo ya unos años aquí y me siento como en casa, pero si surgiera la oportunidad de jugar en el Madrid no lo dudaría. Sería tocar otro nivel».
Por su parte, los progenirores se limitan a mencionar las virtudes de sus chicos. «Comparando las épocas quizá ahora tengan más facilidades que nosotros, pero al final depende de la calidad del jugador -indica José Manuel-. Quizá ahora el baloncesto desgaste más porque hay más partidos y más viajes que en nuestro tiempo, por eso lo que más me enorgullece es lo trabajador que es y su afán de superación. No estar en el Madrid no es nunguna espinita». José Luis tampoco se obsesiona por su posible regreso. «No lo pienso demasiado. Lo que quiero es que sea feliz y que se acerque a lo que imagina. Si consigue sus aspiraciones, yo estaré feliz, sea en el equipo que sea».
Las dinastías del baloncesto blanco
Los Pinedo. Ignacio fue pionero en los 40 y luego entrenó en dos etapas. Nacho jugó en Estudiantes.
Los Laso. Pepe fue jugador blanco en los años 50 y Pablo en los 90. Desde 2011 es el entrenador.
Los Brabender. Wayne estuvo 17 años de jugador y una de entrenador. David jugó en la 92-93.
Los Luyk. Clifford jugó 16 años y entrenó otros tres. Sergio estuvo en la primera plantilla en la 98-99.
Los Szczerbiak. Walter estuvo siete años (73-80) en el Pabellón. Su hijo Wally , diez años en la NBA.
Los Abromaitis. Jim sólo estuvo un año en Madrid (80-81). Su hijo Tim está asentado en Tenerife.
Los Delibasic. Mirza dejó una honda huella en solo dos temporadas (80 a 82). Danko jugó en Bosnia.
Los Beirán. José Manuel ganó la Copa de Europa en los 80 y Javier lleva años en la ACB.
Los Llorente. José Luis y Toñín jugaron en el primer equipo. Sergio milita en el Fuenlabrada .
Los Martín. Fernando fue un mito en los 80. Jan llegó a debutar en el Madrid y jugó en Israel.
Los Hernángómez. Guillermo fue madridista en la campaña 82-83. Casado con la olímpica Wonny Geuer , sus dos hijos están en la NBA, Juancho en Denver Nuggets y Willy en New York Knicks. Este último también jugó en el Real.
Los Sabonis. Arvydas Sabonis fue campeón de Europa en la épica final de Zaragoza. Su hijo Domantas juega en los Pacers (NBA) y Tautvydas en la LEB (Castellón).