Final Liga Endesa
Un Higgins en trance doma al Madrid
La exhibición anotadora del estadounidense (25 puntos) pone contra las cuerdas a los de Laso, que viajarán a Barcelona sin margen de error
![Un Higgins en trance doma al Madrid](https://s1.abcstatics.com/media/deportes/2021/06/13/higgins-U30913080103vBE--1248x698@abc.jpg)
Crónica
Serio primer partido del Barcelona en la final de la liga Endesa, encorsetado por un físico Real Madrid en la primera mitad y descorchado por un majestuoso Cory Higgins en la segunda. El estadounidense, como hace cinco meses, tomó el coliseo blanco con una exhibición anotadora tan esporádica como contundente. Los de Laso, con el paso de los minutos, se perdieron en ataque pese a que siempre ofrecieron esfuerzo. La serie se mueve al Palau, donde al Madrid solo le vale la victoria.
A Gasol le aplaudieron y a Mirotic, como era de esperar, le abuchearon. Así de bipolar se mostraba el cada vez más numeroso público del WiZink Center, necesitado de una gran noche como la que brindaron Real Madrid y Barcelona, dos equipos tan grandes y exigentes que la presencia en la final de la ACB es tan solo la ofrenda mínima requerida por sus historias. El Madrid llega a este epílogo cicatrizado por una tortuosa temporada, llena de bajas y despedidas. Sin exuberancia, vive de físico y centímetros, también del acierto de sus jóvenes como Carlos Alocén. Unas premisas que conjugaron un rápido 7-0 para los blancos. Sin Mirotic centrado, el Barça buscaba recomponerse bajo el ser de luz que es Pau Gasol a sus 40 años, el mejor de los catalanes en estos playoffs, pero en el primer cuarto (20-15) dominado por un competente Madrid, no encontraron demasiadas respuestas.
Llull, pese a las molestias que le acompañan en los últimos meses, hizo saber a Laso que solo se encuentra cómodo sobre la pista, un aviso que el balear constató con sus habituales saltos de fe en el segundo periodo. Ejército de un hombre, el escolta lanzaba la carga contra el aro visitante mientras un minimalista Barcelona se esforzaba en no quedarse atrás. Los blancos desarrollaban la fórmula: a más centímetros, más puntos, con Tavares o Poirier siempre en pista, ambas alturas difíciles de gestionar.
Gran final de temporada del baloncesto español, pues sus dos máximos representantes se mueven con humildad y esfuerzo, con poca soberanía. Al WiZink solo le faltaba una pista de gravilla y no de brillante parqué para enamorar hasta al más melancólico de los aficionados. Faltas, revisiones y muchos contactos diseñaban una partitura excitante y agresiva. A Jasikevicius , como es costumbre, estaban a punto de salírsele los ojos de las órbitas de la intensidad. Kuric, un colibrí en un partido de rinocerontes, se abstraía para picotear desde la larga distancia, un ejercicio que le valió al Barcelona un atractivo resultado al descanso (36-33).
Ruptura en el tercer cuarto
No se encuentra Mirotic, incapaz de integrarse en las últimas semanas en el juego de los suyos y los visitantes, sin estrella para tapar sus carencias, eran sobrepasados por un Real Madrid más ambicioso en el plano colectivo. Sin embargo, la plantilla de los azulgrana es insultante en alternativas de talento. Higgins, como ya hiciera en enero en la Copa del Rey , conseguía levantar a los suyos del banquillo de forma cíclica con un trance anotador para el recuerdo. De tres en tres, Calathes y Mirotic le siguieron, aupando a los de Sarunas hasta la siempre importante ventaja de los diez puntos tras media hora de juego (52-62).
Abrines y Smits tiraban de pillería para ganar posesiones y el Barça se hacía grande, cercano a la visión que ha intentado implementar en su plantilla Jasikevicius desde su llegada al banquillo, una que gira en torno a la habilidad y al sudor. Davis, con un violento mate sobre Poirier , enmudeció hasta al más optimista del recinto. Pese al esfuerzo, se desintegraba el Madrid tras una meritoria campaña y un pobre último cuarto, errático en el tiro y austero en la circulación. Sin embargo, el título se decide al mejor de tres. El Madrid ya está contra las cuerdas, justo cuando los pupilos de Pablo Laso son más peligrosos.